El sector agroalimentario granadino critica el papel europeo en la negociación

Esa diversidad de opiniones se refleja también en Granada. «Tememos que, una vez más, el sector agrario haya sido utilizado como moneda de cambio en negociaciones políticas que no lo tienen en cuenta –subraya Fulgencio Torres, de Faeca, en declaraciones a esta redaccción–. Es inaceptable que nuestras cooperativas y agricultores asuman este coste sin una respuesta clara de las autoridades provinciales, regionales, nacionales y europeas. La falta de transparencia genera incertidumbre y pone en riesgo la viabilidad de muchas explotaciones». Por ello, exige «una reacción firme y que las instituciones trabajen para evitar que el campo siga soportando las consecuencias de decisiones políticas ajenas a su realidad productiva y económica».

Nicolas Chica, de la UPA, se muestra crítico con la actitud de la Comisión Europea, que por un lado se compromete a incrementar su presupuesto de defensa –entre otras cosas comprando más armamento a Estados Unidos– y por otro recorta en un 20% sus ayudas agrarias. «Es vergonzoso reducir el presupuesto de la PAC, del que depende la subsistencia de las explotaciones de miles de agricultores y ganaderos en toda España, anteponiendo las armas a la seguridad alimentaria», lamenta Chica, quien apuesta por la promoción de los productos agroalimentarios granadinos para mejorar su posición en el mercado norteamericano.

Luis Torres, CEOde Aceites Maeva, cree sin embargo que el margen de negociación de la Comisión Europea era estrecho ante la amenaza original de Trump de imponer unilateralmente aranceles del 30% a Los 27 y el riesgo de una guerra comercial. «Son lentejas», resume Torres, quien, sin embargo, juzga «imprescindible» la promoción de las bondades del aceite de oliva en este potentísimo mercado. «Hay que seguir insistiendo en la cultura del aceite. Todo lo que se invierta en promoción es poco», subraya.

El responsable de Comercio Exterior en Cámara Granada, Luis Miguel Nebot, que no cree en un excesivo impacto de los aranceles sobre los productos granadinos, alerta en cambio de los efectos indirectos de este sobrecoste. Es decir, un arancel general del 15% sí puede suponer un freno a la economía europea, en sectores como el metalúrgico o el automovilístico.

Y al final, recuerda Nebot, España, Andalucía y Granada sí dependen de cómo vayan las economías de los países de nuestro entorno. A través del turismo, sin ir más lejos. «Si a los países de la Unión Europea les va mal, a nosotros nos va peor», recuerda.