El caso del robo de las joyas de la Virgen de los Escolapios se cierra sin culpables
Tras buscar posibles huellas del autor, no se ha podido conseguir ningún resultado de ADN; quien lo hizo fue tan prudente que no dejó rastro
La noticia corrió como la pólvora en Granada. Alguien había robado las joyas de María Santísima del Mayor Dolor, la Virgen de los Escolapios, en ... plena Semana Santa. Los hermanos se percataron poco antes de la salida en procesión. Aguantaron la respiración y decidieron realizar igualmente la estación de penitencia. Todos coincidían en que estaba preciosa pese a que le faltaban elementos esenciales. El tiempo acompañó y todo salió a la perfección. Una vez concluyó la procesión, tocaba centrarse en lo sucedido: ¿Quién había robado las joyas?
Tres meses después de lo ocurrido, la Policía Nacional ha dado por cerrado el caso, al menos provisionalmente, mientras no surja ninguna nueva prueba. Según ha podido saber este periódico por fuentes cercanas al caso, la Policía Científica analizó los objetos que el presunto autor pudo haber tocado, en busca de huellas. Esas evidencias fueron enviadas a un laboratorio para su análisis y eran claves para avanzar en el caso. Una vez recibidos los resultados, no hay rastro de ningún ADN. En otras palabras, la persona que lo hizo fue tan prudente que no dejó rastro. Al no contar la parroquia de San José de Calasanz con cámaras de seguridad, ni haber podido obtener otros indicios sobre posibles culpables, el caso se daría por cerrado mientras no haya ninguna novedad.
Cronología del robo
El robo se produjo entre el miércoles y el jueves, dos días en los que miles de personas caminaron por la zona con motivo de la Semana Santa. Entre las joyas robadas se encontraba el puñal que porta la Virgen cada Viernes Santo, la cruz Fidelitas del Ejército del Aire, una medalla de San Juan Pablo II, el rosario de su XXV aniversario con emblemas vaticanos, la emblemática avioneta dorada, recuerdo de su especial vínculo con el Ejército del Aire, y varias medallas y cadenas. Lo más curioso del suceso es que el supuesto autor, tras sustraer las joyas de la Virgen, dejó en su mano una cadena que no era de la hermandad; todo parecía indicar que era suya. La Policía Nacional la requisó para analizar las huellas, pero los resultados no han sido positivos.
IDEAL recreó lo sucedido junto a miembros de la hermandad. El primer día clave fue el Miércoles Santo. Aquella tarde se celebró una misa y, acto seguido, cuatro curas confesaron a varios fieles. Sobre las 21.45 horas, uno de estos curas cerró con llave y se fue a casa. El templo estaba aparentemente vacío, pero la hermandad sospecha que el ladrón estaba allí. «Pensamos que esperó dentro a que se fuera todo el mundo, sabía lo que estaba haciendo. Sacó la escalera de debajo del paso, subió, cometió el robo, bajó y guardó la escalera. No tiró absolutamente nada, y eso que había flores arriba que con rozarlas se rompen», indicó en su día Andrés Martínez, albacea de la hermandad.
El Jueves Santo, un día antes de la estación de penitencia, los floristas acudieron a primera hora de la mañana para ultimar los detalles del Cristo. Al llegar, encontraron la puerta abierta y dieron aviso a los responsables. Andrés Martínez veía relevante esta cuestión, ya que la entrada principal de la parroquia cuenta con tres puertas de acceso mimetizadas. Una se abre con llave, tanto por dentro como por fuera, y quedó bien sellada aquella noche. Otra es un portón grande con cerrojo que se habilita solo en ocasiones especiales. La última es la clave, puesto que era la que aquella mañana encontraron abierta, y tiene una característica especial: solo se abre y cierra desde dentro con un cerrojo, no desde fuera. «Eso nos hace pensar que la persona estaba ya dentro del templo, se marchó y no pudo cerrarla al salir», indicó Andrés Martínez.
El hurto pasó desapercibido. El gentío fue una constante en la parroquia y todos se centraron en el Cristo, ya que la Virgen estaba ya lista desde días atrás. De hecho, a simple vista estaba cargada de joyas. Portaba su corona y su fajín, lo más visible, y de su mano caía algo dorado, lo que debía ser la emblemática avioneta dorada. No lo era, pero se dieron cuenta un día después.
El día grande
Llegó el Viernes Santo, el día más esperado para los Escolapios. Ultimaban los últimos detalles cuando la hermana mayor fue a buscar el rosario de la Virgen. No estaba. Poco a poco repararon en más enseres desaparecidos. Además, en lugar de la avioneta, que colgaba de la mano derecha, el ladrón había dejado un cordón dorado, quizá «para despistar». «Tuvo la paciencia de retirar el pañuelo de la mano, que está cogido con alfileres, coger la avioneta, poner su cordón, volver a colocar el pañuelo y pillarlo con alfileres de forma bastante correcta», indica el albacea.
Desde los Escolapios han barajado siempre varias teorías sobre el posible responsable. Hablaban de «fetichismo», puesto que «fue a por cosas muy concretas y conocía bien la parroquia». También valoraron la idea de que fuera un coleccionista de vírgenes. En cualquier caso, seguirá siendo una incógnita mientras no aparezcan nuevos testigos o pruebas que aporten pistas para resolver el caso.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión