Rescatan un coche que llevaba casi 30 años despeñado en una ladera de Sierra Nevada
El Batallón Basurista coordina una operación con los Bomberos para retirar del cauce del Genil un vehículo que alguien arrojó por un desfiladero
Sergio González Hueso
Granada
Sábado, 16 de noviembre 2019, 01:40
Nadie sabe con certeza que historia esconde el Seat Fura blanco que llevaba 30 años arrumbado sobre las ruinas de un cortijo que descansa junto ... a una de las sendas más bonitas de Sierra Nevada. Con sus dos pies posados sobre la vereda de la Estrella, allí donde los tres grandes picos del macizo montañoso granadino dan su imponente cara Norte, Miguel explica que probablemente este viejo coche dio a parar allí después de que alguien lo despeñara desde la zona de la Cueva del Ermitaño.
«Allí en los 90 había un grupo de cortijos y seguramente se cayó de las pistas que hay junto alHotel del Duque. Lo que no sabemos es si fue accidental o intencionadamente», dice Miguel, que forma parte de la asociación 'Sierra Nevada Limpia Batallón Basurista'. Este colectivo de intrépidos ecologistas se dedica a limpiar el monte. Salen dos domingos al mes a peinar el contexto natural que tanto les duele ver sucio. Y no es que salgan a recoger latas o bolsas de plástico de excursionistas domingueros, sus misiones son más ambiciosas: como por ejemplo sacar un coche tirado desde hace décadas en el cauce de un río.
Pero hoy no están solos. Se han traído ayuda, y no es cualquiera. EnriqueMartínez es el jefe del equipo de rescate de los Bomberos de Granada. Es quien está coordinando una de las limpiezas más radicales que ha hecho el batallón. Y lo hace porque en esta ocasión la intervención implica retirar la citada chatarra de este lugar tan inaccesible como maravilloso del término municipal de Güejar Sierra.
Con él se ha traído a otros seis especialistas que ya están con la cizalla, las pinzas, las cuerdas y las poleas. Según ve, el coche no tiene motor, ni asientos, ni ruedas. Así que supone que lleva muchos años «allí tirado». Su experiencia le dice que aquello no fue un accidente sino que alguien simplemente lo arrojó por el barranco porque ya no le servía y solo la ruinas del cortijo han impedido que el coche no acabara en el ríoGenil.
Otro Enrique, de apellido Montero, explica que hace falta subir a la Sierra buscando basura para encontrarse con la desagradable sorpresa de que hay «mucha más de la que uno jamás puede imaginar», cuenta. Sabe de lo que habla, pues son cinco años presidiendo una asociación que tiene en su haber hitos importantes, como cuando retiraron en un proyecto compartido con la universidad un total de 1.400 neumáticos que habían sido tirados a un acantilado de la Costa.
La retirada
«La basura que se deja en la montaña es excesiva», cree Enrique, que no le sorprende en absoluto que en el tiempo que lleva limpiando el campo se haya cruzado con electrodomésticos o vehículos como este Seat Fura que ya están sacando los bomberos. La carcasa del coche está empotrada contra el muro de un cortijo en un talud de veinte metros.
Los bomberos están en ello de la única manera que pueden cuando sus grúas no llegan. Mientras unos cinco agentes hacen trozos la carrocería del vehículo, arriba espera el jefe del equipo y otro bombero para tirar de las piezas a través de un juego de cuerdas. Una vez están en la vereda, la chatarra se la llevan los voluntarios del Batallón Basurista a los coches. Y de ahí al contenedor, donde siempre deberían acabar los desechos pero sin necesidad de movilizar a tanta gente.
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La entente entre bomberos y colectivo se forjó hace un mes. En un paseo rutinario que algunos miembros del batallón dieron por Güejar Sierra, alguien reparó en «algo» de color blanco que había junto al cauce del río. Bajaron a limpiarlo. Retiraron la maleza... y allí estaba el Seat hecho polvo por el paso de los años y los efectos la climatología.Entonces lo vieron claro: tenían ante sí una nueva misión. Solo quedaba contactar con el equipo de rescate de los bomberos para que les ayudaran. Y así lo hicieron.Para ellos es una forma de entrenarse sobre el terreno, pero sobre todo de sentirse parte de una acción de esas que son ejemplo de civismo.
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