Obituario
El Realejo llora la repentina marcha de su amable barrenderoSe dedicó toda su vida profesional a mantener limpios los barrios de Granada, como el Realejo o Castaño Mirasierra
Juan Manuel Vico Plaza ha fallecido este pasado fin de semana en Granada a los 54 años de edad. Integrante de una conocida familia con origen en la localidad bastetana de Freila, nació en la década de los setenta ya en la capital granadina, donde estudió un módulo de FPen carpintería, oficio al que se dedicó cuando tenía veinte años.
Pronto entró a formar parte de la plantilla de Inagra, donde ha desempeñado labores de barrendero la mayor parte de su vida profesional. Corría entonces el año 1993, cuenta su hermano mayor, Julio, también trabajador de Inagra. Juan Manuel estuvo trabajando hasta el viernes pasado.
El sábado descansó y comenzó a sentirse indispuesto. Se trasladó a urgencias y allí fue sometido a una operación inmediatamente y quedó ingresado en la UCI. Todo parecía normalizarse cuando en la madrugada del domingo al lunes sufrió otro infarto y falleció. Juan Manuel deja dos hijas de veintipico años, la pequeña, Paula, con la que convivía en el domicilio familiar ;y la mayor, Andrea, que compartía piso con su pareja. Juan Manuel contaba 54 años de edad y en octubre hubiera cumplido 55.
Por esta razón, la hija mayor que vive con su novio está mejor, pero la pequeña lo está pasando peor porque vivía con su padre y estará más sola, comenta el hermano de Juan Manuel. Su hermano cuenta también que no tenía demasiadas aficiones. Pero sí le gustaba el campo mucho, bajar a la playa y estar con la familia. Estuvo además muchísimos años en el barrio de Castaño-Mirasierra, en el suroeste de la ciudad donde el Zaidín.
El desayuno diario
Fueron dos décadas consecutivas donde dejó muchos vecinos que luego fueron amigos. A raíz de la pandemia le cambiaron y le destinaron al Realejo. Contaba que le gustaba el Campo del Príncipe, que ya no quedaban personas de la época en este barrio, que hay demasiados pisos turísticos, que había cambiado mucho.
En el barrio del Realejo no daban crédito a la marcha de Juan Manuel. Desayunaba a diario en la cafetería Paco Cordones, en la calle Molinos. «Media de mantequilla y un descafeinado con leche», recuerda el dueño de esta greñúa cafetería. «Siempre se sentaba en la banqueta en la barra del bar con 'el Cañas', ya jubilado, que otrora fue también compañero en Inagra».
La noticia de su fallecimiento ha caído en la plantilla de Inagra como un jarro de agua fría, y la reacción de la empresa ha sido ejemplar. «Tengo que reconocer que se han portado de maravilla. La empresa hizo acto de presencia. Al funeral en el tanatorio de Peligros fueron los cargos de la empresa –el director, el coordinador, el jefe de servicio–, y muchísimos compañeros. Le llevaron una corona de flores».
Las calles del Realejo están ahora un poco más tristes sin la presencia de su amable barrendero. «Se hacía querer por los vecinos. Tenía el don de hacer amistades y era muy querido, intimaba con la gente».
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