Entrevista en chanclas | Moisés Marín, tenor
«Soy una 'rara avis' que disfruta en Granada siempre, a pesar del calor»El cantante granadino fue una de las estrellas del 'Turandot' del Real que se vio en el Festival, y será Belmonte en 'El rapto en el Serrallo' en la ABAO
El tenor granadino Moisés Marín se ha convertido en uno de los fijos en los repartos de las grandes producciones operísticas españolas, y su nombre ... comienza a ser sinónimo de solvencia y profesionalidad, lo cual le está abriendo muchas puertas. Este verano comenzó para él siendo Pang en la 'Turandot' del Teatro Real, una gran producción que pasó por el Festival Internacional de Música y Danza en su versión concierto. En uno de los descansos de los ensayos, cuenta a IDEAL cómo es su verano en chanclas.
–¿Qué tipo de chanclas prefiere usar, las de pala o las de dedo?
–Depende de la ocasión. Para estar en mi casa, a gusto, me quedo con las de pala. De hecho, hasta hace no muchos años no tenía chanclas de dedo. Y si tengo que escoger unas chanclas de dedo, que sean muy cómodas. Si uno va a una piscina un poco más... Miraquetediga... Pues me pongo las de dedo.
–¿Dónde tiene su base de operaciones entre viaje y viaje?
–Vivo en Las Gabias, aunque nací en La Zubia. Soy gabirro adoptado, pero tengo mi corazón zubiético.
–¿Le cuesta abandonar Granada cuando debe irse?
–Muchísimo. Por ejemplo, estos últimos meses en Madrid los he vivido con tanto calor como el que hemos tenido en Granada, pero es un calor distinto. Con todo, pienso que soy una 'rara avis' que disfruta de Granada y su calor también en verano. Cuando llegan las diez de la noche, con una cervecita en las manos, a la luz de la luna y empieza a correr el fresquito... Es una experiencia que no se puede vivir en ningún otro lugar como se vive en Granada. De hecho, estar todo el verano fuera y no pasar calor se me hace raro. En verano, si no se pasa un poquito de calor, no es verano.
–¿Qué le gusta hacer en esta época del año, además de lo de la cerveza?
–Me gusta hacer barbacoas... En casa, suelo dejar siempre la puerta abierta, y cada noche tengo a un grupo de amigos distintos en casa, alrededor de la piscina. Lo que más me hace disfrutar es compartir un buen rato con personas a las que quiero, porque normalmente, cuando estoy trabajando, no puedo hacerlo.
–La voz es uno de los instrumentos que prefieren el verano al invierno...
–Digamos que estamos algo más a salvo de las bajas temperaturas, que son las que provocan los resfriados y otras complicaciones. Las temporadas de gripes, resfriados y defensas bajas por culpa del frío son nuestros peores enemigos. Y si solo es un resfriado, pase, pero cuando ya hablamos de traqueitis o bronquitis, la cosa se complica.
–¿Dónde ha pasado más frío?
–Creo que en Canadá, y eso que era septiembre. Empezó a nevar, y yo me quería morir. Estaba cantando 'La scala di seta' de Rossini, con el maestro Zedda. Volveré allí el año que viene, porque he firmado 'El barbero de Sevilla', donde haré el papel del Conde de Almaviva. Es un rol que me encanta, porque me siento muy cómodo en la tesitura del 'baritenor' rossiniano, donde te mueves por tres octavas, tienen un centro con una cierta oscuridad...
–¿Y dónde pensó que se moriría de calor?
–Pues le asombrará saber que en Londres. Fue en 2007. El asfalto se derretía en las calles. Los medios públicos allí no están preparados para el calor. No hay aire acondicionado en la mayoría de los sitios, ni en los autobuses. Me fui cuando tenía 20 años a trabajar en el aeropuerto, y de mi casa al aeropuerto iba en autobús. Leí en el periódico que aquel año se registraron en el interior de los autobuses temperaturas que oscilaron entre 50 y 52 grados.
–¿Lo que más echa de menos cuando está fuera es el calor de los suyos?
–Sin duda, esa es la parte más difícil de mi trabajo, estar lejos de los míos. Esta es una vida especial, muy satisfactoria a nivel interior, y que estoy cumpliendo un sueño. Pero se pagan una serie de peajes, y el más grande es estar lejos de los tuyos. Tengo una niña de cuatro años, mi mujer, mi familia, mis amigos... No verlos a diario se me hace complicado cuando estoy fuera.
–¿Le gusta cantar en verano a cielo abierto?
–En verano, el Festival más bonito es el de Granada, por muchos motivos... Otros como Perelada, también tienen su encanto.
–¿Cómo serían sus vacaciones ideales?
–De relax absoluto. Sin ver una partitura ni de lejos, algo que me es muy difícil, porque en esta profesión nunca paramos de estudiar. Este año me he autoimpuesto unos días de vacaciones porque tengo en otoño un debut muy importante, ya que haré el papel de Belmonte en 'El rapto en el Serrallo', de Mozart, en Bilbao, en la temporada de la ABAO. Es una nueva producción, y el título es uno de los más complejos de Mozart, así que son palabras mayores. Además, luego tengo una 'Turandot' en el Liceo, luego estaré en Oviedo... Me escaparé unos días a Menorca, aunque aprovecharé para cantar allí... Esto no para nunca.
–¿Deseoso de volver a cantar en Granada?
–Siempre. De hecho, le digo al oído, para que nadie se entere, que estoy organizando una gala benéfica de homenaje a Puccini para hacerla en Granada, con mi asociación Alma Lírica... (sonríe).
–No hay tregua.
–Desde luego, para dedicarse a esto tienes que poner el cuerpo y el alma en ello. Decía mi maestro Carlos Chausson que, si esto verdaderamente te llena, el placer que debes sentir sobre el escenario debe ser similar al de un orgasmo.
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