'Si me pinchan, sangro'
Aunque Granada parece, a ratos, que no reacciona ante las afrentas. Una semana después, ninguna explicación convincente sobre la pérdida del vuelo de París. Y este domingo se ha estrenado un tren –bienvenido– que no puede dar por resuelta una deuda histórica con las conexiones
Shylock, el prestamista judío creado por William Shakespeare, se lamenta en uno de los monólogos centrales de 'El mercader de Venecia': «Si nos pinchan, ¿acaso ... no sangramos? Si nos hacen cosquillas, ¿acaso no reímos? Si nos envenenan, ¿acaso no morimos? Y si nos agravian, ¿no debemos vengarnos?». La actitud contraria es la impasividad, mantenerse fríos y cerca de la bradicardia pese al descaro y las afrentas.
En ese estado parece transitar a ratos la clase política y empresarial granadina. No incluyo a la periodística, porque estoy decidido a convertirme en la campanilla del charlatán que decía Lorca. Ha pasado una semana del anuncio de la espantada de Vueling; se diluyó la efervescente irritación sobrevenida y parece que haya cicatrizado otra puñalada en la misma herida de siempre. Ni convocatoria de la Mesa del Aeropuerto, ni frente común, ni protesta formal frente a la compañía… Solo algunos movimientos desde Diputación; por ahora, infructuosos. Nos pinchan y no sangramos.
Este domingo, al fin, ha empezado a funcionar la cuarta frecuencia de tren con Madrid anunciada el mismo día que se estrenó el AVE el 25 de junio de 2019. Tuvimos que recordar –desde el periodismo– que la obra del intercambiador llevaba año y medio acabada y a falta de un papel para que –milagros de la burocracia– el permiso se resolviera en cuestión de días. Hay que celebrar este avance pero, al mismo tiempo, recordar que con esta concesión pírrica no se resuelve una deuda histórica de las conexiones de Granada.
Primero, no se trata de un AVE, sino de un Alvia de los sustituidos en Asturias. Y eso que el descarte es casi tan competitivo como el trampantojo de alta velocidad que tenemos. Este cuarto tren tarda tres horas y 42 minutos en el trayecto; solo cinco minutos más que el AVE más rápido en la actualidad, tras una inversión superior a los mil millones de euros y veinte años de tramitación y obras.
Bienvenida la cuarta frecuencia. Pero conviene igualmente recordar que, cuando salió a licitación la remodelación de la estación de Andaluces, lo que recogía aquel documento no eran cuatro trayectos diarios con Madrid, sino cinco. También que el tiempo previsto en origen era de dos horas y 45 minutos. Granada tiene que presionar por un AVE directo con Madrid. El que menos, se detiene dos veces en Antequera y una en Córdoba.
«Si nos pinchan, ¿acaso no sangramos?». A veces parece que no.
A LA DEFENSIVA
Ceno el martes con Miguel Pasquau en la tertulia de Oleum. El aceite temprano sabe a las siete de la mañana. El verde es símbolo de muerte en el agua estancada, pero lleva temperamento y fuerza en el aceite. No es la vida sino los colores los que cambian según cómo se miren. Miguel se ha descubierto como un gran «aliñador» de aceitunas; rayadas una a una, con la navaja. Las prisas son para los cobardes, los toreros malos y la gente que no tiene nada mejor que hacer.
A ambos nos une la infancia en la SAFA. Lo que te enseñan nunca se olvida. En cambio, lo que se aprende, se diluye en la memoria. Allí estaba don José Luis. Nunca podré retirarle el vocablo de respeto, que me devuelve a una época donde el tiempo parecía más largo y los espacios gigantes. Ahora ceno con su amigo Miguel, magistrado del TSJA, entre ubetense y granadino converso, y compartimos el mismo pan con el primer aceite que araña las trazas de melancolía en la garganta. Miguel nos pregunta a los contertulios si podemos explicarle los vínculos y las conexiones de la ciudad de Granada. Precisamente porque nos hacemos esa misma pregunta sin hallar todavía respuesta es por lo que montamos tertulias.
Anoto en la libreta la conclusión de Miguel, certera en la historia y en el presente: «Granada se hizo a la defensiva». Eso marca el carácter y en esa resistencia habitamos todavía .
«Y si nos agravian, ¿no debemos vengarnos?», se preguntaba Shylock.
EL CIRCUITO DEL ODIO
El jueves me invitan a participar en las V Jornadas de Derechos Humanos de la Policía Nacional, que se celebran en esta ocasión en el Palacio de Congresos de Granada. Intervengo ante más de un centenar de uniformados y no salgo detenido. Cuento que el canal de comunicación ya no es patrimonio exclusivo del periodista; cualquiera puede difundir mensajes virales y hacerlo sin nuestros códigos. Tenemos normas analógicas –el derecho de rectificación es de 1984– para un ecosistema digital, con nuevos actores que no conservan los escrúpulos que –pese a la mala fama– siempre debemos mantener los reporteros.
El profesor Miguel Lorente habla del «circuito del odio» que todos llevamos dentro y que se activa por mecanismos culturales. Y anoto su reflexión tras analizar las sentencias de los últimos diez años sobre violencia de género. El número de puñaladas de media ha pasado de 15 a 24. «Esto es consecuencia de la polarización», advierte.
Hay que exigir responsabilidad a todos los que tienen una tribuna desde la que expresarse. Pero la Constitución reconoce a diputados y senadores la «inviolabilidad» por sus opiniones. Y eso, en los tiempos que corren, cobija el negacionismo y los disparates.
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