Once mil firmas con destino a Madrid

En aquella época tenía cierta relación con el joven José Antonio Rodríguez Salas, delegado en su clase de Derecho. Treinta años después, José Antonio –al que aún conocen con el sobrenombre de 'niño Jun'– optó esta semana por marcarse manifiestamente un Fermín Camacho. Actual diputado socialista en el Congreso, decidió ser el primer cargo público del PSOE en activo en suscribir la reclamación al Gobierno socialista del AVE directo entre Granada y Madrid. Después, Manuel Pezzi –todavía presidente del PSOE-A– hizo una reposada argumentación en la misma línea.

Es un movimiento de la sociedad civil, pero para conseguir avances también es importante que se expongan las instituciones y organizaciones influyentes. Desde la Cámara de Comercio, asociaciones de vecinos, el Palacio de Congresos, sindicatos, colegios profesionales o la Universidad, hasta la Junta, la Diputación o el Ayuntamiento de la capital. Todo suma por una reivindicación que solo milita en el sentido común.

El presidente de Adif, la empresa del Ministerio de Transportes que administra las vías, ha concedido una entrevista a IDEAL la próxima semana para hablar de la iniciativa y las posibles soluciones. Un paso relevante que han conseguido las once mil firmas y el respaldo público de tantos colectivos.

Llevaré la reclamación de máximos: el tren sin paradas. No es ningún disparate. Todas las capitales AVE de Andalucía tienen enlaces directos con Atocha menos Granada. Todas. Basta con consultar la página de Renfe. No consiste en quitar estaciones a las frecuencias ya existentes. ¿Por qué no sumar una cuarta? [El Alvia que viene de Almería no es alta velocidad].

A partir de aquí, cualquier gesto del Gobierno que permita devolver el tren a los tiempos de 2019, cuando se estrenó, supondrá un avance. Granada no está pidiendo nada que no tuviera antes. Ni tampoco se trata de perjudicar a ningún otro municipio; mucho menos a Loja. Pedir un tren directo (uno nuevo) o mejorar tiempos en alguno de los existentes no es lo mismo que plantear quitar la parada lojeña. Y este argumento lo defiende también el PSOE de Granada; aunque aguarde el momento oportuno para pronunciarse. [También hay momentos inoportunos].

Antes de un tren directo –que no es fácil a corto– se pueden suprimir otras paradas intermedias –sin ser Loja– que no perjudicarían a nadie. El AVE de Málaga que sale a las 06.55 –misma hora que el primero de Granada– no se detiene en Antequera. El granadino, dos veces. Cuando Málaga tiene otra frecuencia media hora después y en Antequera –con una veintena de opciones diarias– hay un Avlo –de los rápidos y baratos– a las seis de la mañana y otro AVE a los tres cuartos de hora de que se detenga el de Granada por duplicado. Vuelvan a leer este párrafo y cualquiera –hasta los que tendrían que firmar y no lo han hecho– defendería la reivindicación de los 'abajofirmantes'.

Si se quiere, se puede beneficiar a Granada sin perjudicar a nadie. Salvo que al reprochar a Granada por insolidaria en sus lamentos siempre se tenga que fastidiar Granada.

Quedamos los conspiradores habituales el martes en la tertulia de Oleum. No conseguimos arreglar nada, pero bebemos buen vino. Dejamos en evidencia a aquellos políticos timoratos, fisgones como urracas, que pierden el tiempo en anotar los nombres de quienes se movilizan pero que nunca se mueven por nada. Es cierto que también podríamos criticar a algunos periodistas; pero para eso ya hay últimamente muchos políticos. Aquellos que atribuyen cualquier titular a una conspiración porque son ellos los que viven en una conspiración permanente. [Si no eres de esos no debiste darte por aludido].

Como dijo Hemingway, es en la copa de vino donde habita la verdad; si es que acaso la hubiera. Y llevamos los tragos necesarios para hablar sin compromiso. Surge el asunto del Parque de las Ciencias y el cese por burofax de los tres asesores; entre ellos, del fundador del museo, Ernesto Páramo; alguien que creó una obra única donde no existía nada. Una cosa es la ciencia y otra bien distinta son los milagros; que son algo magnífico pero que últimamente no suelen darse con frecuencia, que escribiera Bernard Shaw.

La marcha del todavía director del Parque, Luis Alcalá, debía enmarcarse en la retirada natural de alguien que se jubila. Son los acontecimientos, las decisiones sin explicar, los que la hacen potencialmente sospechosa. Un empeño –el de cesar a los asesores para facilitar el aterrizaje a su sucesor– que tampoco a la Junta le resulta cómodo. Un ruido innecesario. Al menos, evitable. La reacción de la consejera de Educación –en apariencia contundente– no ha estado medida. O no le han enseñado los papeles que yo he visto.

Para que todo se aclare, lo conveniente es hacer pública el acta de la reunión del 16 de diciembre. Que quede claro qué se hablo y se debatió. Quién estaba, quién faltó y los que se ausentaron. De todo hubo.

Y luego está la situación del Parque de las Ciencias y los retos de futuro; que es lo que realmente importa. Atrás quedan los tiempos en los que se anunciaban inversiones millonarias. Habría que estar pensando más en la sexta fase –se habían sondeado hasta los terrenos por los que crecer– más que en polemizar por unos ceses que no se han explicado.

Después están esos imponderables de la política, que no deberían interferir pero que influyen por más que se nieguen. Tradicionalmente, al Parque de las Ciencias le ha ido mejor cuando ha presidido el consorcio un consejero granadino. Cetursa se adscribe indistintamente a una consejería u otra según conviene. Ahora está dirigida por la granadina Rocío Díaz, igual que el Palacio de Congresos. Y es constatable que algunos expedientes han avanzado en poco tiempo más que en años.