Granada, propósitos con enmienda
Es el momento de líderes comprometidos, con influencia y arrojo para afrontar decisiones que se han esquivado durante años, y encarar con optimismo el segundo cuarto de siglo
Leo las reflexiones de Salman Rushdie en una entrevista publicada estas Navidades: «Parecía que el siglo XXI sería mejor que el siglo XX. Hoy sabemos ... que no». La nostalgia extrae las espinas de los malos recuerdos y el presente es un incordio. El futuro todavía nos queda demasiado lejos y no tenemos la certeza de que vayamos a habitarlo. Por eso añoramos el pasado.
Durante la última semana hemos publicado profusos análisis sobre el último cuarto de siglo en Granada; descontado con sus luces y sus sombras, que es una mezcla que, sin la proporción oportuna, te lleva a vivir en penumbras.
«Otro año con los retos de siempre», escribo en la portada del último periódico de 2024. Tengo la sensación de haber claudicado ante este titular demasiadas veces; por mi escasa originalidad o por el fatalismo de esta provincia. Quizás sea una mezcla de ambas cosas. El éxito y la felicidad, en definitiva, no son más que un problema de expectativas. Y ha llegado el momento de cambiarlas.
Todas las Navidades terminan con la voluntad de hacer justo lo contrario de lo que has hecho en Navidades. Propósitos con enmienda.
DECISIONES VALIENTES
'Granada a destiempo', escribí en la libreta el domingo pasado. Y me llama un contertulio para comentar esa reflexión sobre los condicionantes que han limitado el desarrollo de esta tierra en los últimos 25 años. «Está muy bien el artículo –supongo que lo diría por cumplido–, pero tienes que escribir otro para decir por qué ha pasado todo eso», me emplaza. Y mantenemos la conversación de otras ocasiones, atravesada por el pesimismo de quien ha leído demasiado. «Esta ciudad es falsa», me dice con algo de resignación. Recuerdo la frase que anoté en otra llamada: «Granada no perdona, y si lo haces bien, mucho menos».
Intento –sin éxito– convencer a mi interlocutor de que ha llegado el momento de sobreponerse y revelarse contra la desdicha. Sostengo que las circunstancias son favorables para encarar el siguiente cuarto de siglo.
Sí extraigo de la charla varias conclusiones que nos deben llevar a la reflexión para afrontar el futuro. Se necesitan líderes con influencia y arrojo para afrontar decisiones que se han esquivado durante años. Debates que se evitan porque se teme en exceso a las reacciones de limitados grupos de presión. Abrir esas discusiones no implica tener que resolverlas imperiosamente en un sentido concreto; solo, abordar asuntos que condicionarán nuestro desarrollo.
LA SIERRA Y EL PTS
Hablamos del futuro de dos de los pilares de nuestra economía. Es evidente que el cambio climático incide en la gestión de la estación de esquí de Sierra Nevada; que la inversión cien millonaria permite salvar con decoro las campañas pero que hará falta algo más. «La estación se diseñó para cuando no hubiera nieve», me apunta mi interlocutor. Pero para eso sería necesario construir otra balsa dentro de su dominio para producir nieve. Decisión incómoda y controvertida.
El PTS se presenta como la gran oportunidad para el desarrollo de Granada pero, un cuarto de siglo después, desde que se colocara la primera piedra el 20 de mayo de 1999, aún no está resuelta del todo su ampliación. Mi contertulio me enfrenta a la comparación con el Parque Tecnológico de Andalucía de Málaga –ahora Tech Park– y busco las cifras. El PTS cuenta con 625.000 metros cuadrados de superficie, donde hay 115 empresas. El parque malagueño nació originalmente con 1.685.199 y el pasado verano se aprobó una ampliación de 550.000 metros cuadrados. Hay 687 empresas.
Y, pese a todo, Granada es competitiva y tiene una identidad propia. El momento es propicio, solventadas algunas deudas del pasado –no todas–, para diseñar un futuro sin reproducir los mismos errores. «Hay que poner las cosas sobre un papel. Más que nada, para hacerlas», cerramos la conversación.
EL PLAN ESTRATÉGICO OLVIDADO
«Si quieres que algo se haga, nombra un responsable. Si quieres que se demore eternamente, nombra una comisión». Esta frase –que atribuyen lo mismo a Napoleón que al conde de Romanones– tiene eterna vigencia en política. Se puede complicar todavía más y crear un observatorio; si lo que se pretende es asegurar el fracaso. Por eso recelo de entrada de los planes estratégicos.
Sin embargo, es pertinente que, en este momento, se apruebe un documento que integre a todas las instituciones y permita extraer todas las potencialidades a proyectos únicos como el acelerador de partículas. Un plan que implique a toda la provincia y contemple, por ejemplo, donde vivirán esos profesionales, en qué colegios estudiarán sus hijos y cómo ocuparán el tiempo de ocio.
Más de una vez he escrito en esta línea. Me llama Francisco Martín Recuerda y me advierte que ya existe un plan estratégico de Granada, aprobado por consenso en 2015 y que se guardó en un cajón. Se trata del estudio que se debatió en su etapa al frente del Consejo Social; y que –a modo de anécdota– salió adelante pese a la carestía de medios porque de manera azarosa contactó con el técnico que hacía el plan para Palencia y que resultó ser originario de Padul.
La relevancia que se le ha dado al Consejo Social de Granada se resume con dos números: desde su creación, la ciudad ha tenido seis cambios de alcalde –Paco Cuenca por dos veces– y siete presidentes del Consejo Social.
Quedamos en mi despacho y me trae Paco Martín Recuerda las actas del primer semestre de 2014 de aquel Consejo Social. Es curioso repasar algunos de los debates de entonces. Una reunión en el Hotel Carmen el 15 de mayo de 2014 para tratar la viabilidad del metro. «Fue imposible conseguir un estudio económico vinculado con este proyecto. Quedaron patentes las numerosas incógnitas que sobre este asunto se ciernen».
He regresado sobre ese plan estratégico; que hoy estaría incompleto. Entre otras cosas, hablaba de una estrategia a 2020. Pero sí contenía 83 acciones que tienen validez y fijaba una comisión de seguimiento.
Defendía la necesidad de crear la 'marca Granada', con una estrategia global de marketing y una apuesta cultural, que ahora vendría tan bien para disputar la capitalidad europea de 2031. Repesco un párrafo de la página 348 de aquel plan: «Durante los últimos años, la situación de capital cultural andaluza le ha sido disputada a Granada por la ciudad de Málaga, que en los últimos diez años ha realizado una apuesta decidida por impulsar la cultura, dedicando casi un 5% de su presupuesto a este fin, mientras que Granada ha dedicado el 1,5%. (...) Se hace indispensable que Granada cree una marca cultural».
Me ha venido a la mente la presentación con fanfarrias en el verano de 2020 de la marca GRX por parte del entonces alcalde, Luis Salvador; que ya ni se usa.
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