175 años de promesas y 23 kilómetros
El Gobierno acaba de adjudicar el estudio de viabilidad del ferrocarril entre Algeciras y Nerja. ¿Por qué no hasta Almuñécar? Y ya estaría el tren en la Costa de Granada
Empiezo el lunes en Almuñécar. Las semanas con vistas al mar son más cortas. Es previa de San Juan, pero por la temperatura ambiente se ... diría que ya encendieron las hogueras. De fondo, la bahía parece cubierta con una sábana. Debo dar por terminada la temporada de corbata; voy entre elegante y cateto. [Nota aclaratoria: la guayabera no le queda bien a todo el mundo].
El alcalde, Juanjo Ruiz Joya, ha planteado un foro para mirarse en el espejo de la Costa del Sol. No se trata de mimetizarse; de imitarles hasta el ridículo. [Segunda nota de estilo: no es necesario ir en pantalón corto]. Se trata más bien de mirarse al espejo sin complejos y aprovechar nuestras diferencias. Hasta las cicatrices que nos dejaron el paso de los años. No hay nada más desconcertante que mirarse a un espejo y encontrarse la cara de otro.
[Luego está lo que sucede a Ábalos; que no reconoce su propia voz. Salvo cuando habla de «señoritas». Es normal. Todos los supuestos corruptos tienen el mismo tono].
Amanda Martínez busca en la hemeroteca de IDEAL las primeras referencias a la marca Costa Tropical. Y la cita más interesante es del 29 de junio de 1972. Según relataba IDEAL -y yo, obviamente, me lo creo-, aquella temporada estival Motril y Almuñécar entraron en competencia. Y colocaron dos carteles a modo de reclamo para los turistas. Motril se promocionó como el kilómetro cero de la Costa del Sol. Y Almuñécar lo hizo como el 'Trópico de Europa'.
En aquella crónica se contaba la visita de Orson Welles a Motril. El actor rodaba 'La isla del tesoro' en Garrucha y, en un descanso, «comió, degustó y pagó sin quejarse de los precios» -decía el periodista- dos mil pesetas en cigalas. Una a una, precisaba.
Tomo nota en la libreta de la advertencia que lanza el presidente de la mesa de Turismo de España, Juan Molas, que ha venido acompañado de Pedro Luis Gómez, conseguidor de causas imposibles. «El rival no es la Costa del Sol, es lo que viene». Cuenta Juan que los emiratos tienen por objetivo recibir 150 millones de visitantes al año en el horizonte de 2030; y muchos de ellos se los quitará a España. Molas insiste en la necesidad de contar con buenas conexiones y es al primero que oigo decir que el aeropuerto de Málaga está «colapsado» y hay que apostar más por el de Granada.
En mi intervención hablo de la centenaria promesa del tren a Motril. Hay rastro en documentos desde 1850; un ferrocarril que se presupuestó en 32 millones de reales de vellón. Málaga ha empujado y peleado mucho -y bien- por el tren del litoral. La última vez que el ferrocarril de Motril estuvo a punto de entrar en los planes, Europa lo dejó fuera -¿hasta 2050?- porque no existe aún un documento oficial que analice si es posible y rentable. Se acaba de encargar, precisamente, el estudio de viabilidad de la línea entre Algeciras y Nerja, por algo menos de un millón de euros y un plazo de 18 meses. A finales de 2026 se estará planteando formalmente la conexión por ferrocarril de los pueblos de la Costa del Sol. ¿Por qué no analizar el trazado entre Algeciras y Almuñécar? Con 23 kilómetros más ya tendríamos el tren en la Costa de Granada.
La Costa Tropical tiene elementos diferenciadores para competir sin complejos. Pero las infraestructuras son necesarias para hacerlo en igualdad de condiciones.
LA POLARIZACIÓN, ¿NACE O SE HACE?
El martes viajo hasta Madrid para participar en el curso que la Fundación Miguel Ríos organiza en Aranjuez. 'Democracia, cultura y medios'. La columna más fuerte es la cultura, porque -en circunstancias adversas- podría sostenerse aún sin los otros dos pilares. De hecho, es la cultura la que devuelve la libertad cuando los regímenes políticos la cercenan y los medios son altavoces de propaganda.
Mi asiento está justo detrás de un grupo de tres señoras -el cuarto es un joven que no pronuncia palabra- que conversan sobre trenes. Pertrechado tras Disimulo que soy periodista -intento poner cara de persona normal-. Recuerdo lo que pensaba Gabriel García Márquez de la grabadora: «Antes de que ésta se inventara, el oficio se hacía bien con tres recursos de trabajo que en realidad eran uno sólo: la libreta de notas, una ética a toda prueba, y un par de oídos que los reporteros usábamos todavía para oír lo que nos decían». Saco la libreta y tomo apuntes robados de la charla:
-En Granada hay muy pocos trenes. Granada está castigada -critica la primera.
-Todas las provincias dicen que están castigadas. Yo vengo de Extremadura.
-Yo vivo en Galicia. Entiendo que la orografía es difícil pero… -se queja la tercera.
-Verás ahora cuando pase por Loja. ¡Al paso de un burro! -insiste la primera.
-Lo de Extremadura no tiene nombre, ha estado dejada de la mano de Dios -se reivindica la segunda.
-Está la cosa muy mal repartida -tercia la gallega, que no se sabe si sube o baja.
-Peor era antes, cuando iban en diligencia -concluye la granadina.
Las tres abren sus libros. Leer y escribir en el tren de Granada es un ejercicio de acrobacia. Me desconcentran unos pasajeros que estrujan una bolsa de fuera como si fuera una pelotita antiestrés. «¿Qué tal el viaje?», me pregunta María del Mar cuando me recoge a la llegada. «Para ser el tren de Granada, no ha ido mal». La malafollá se pega.
Agustín Martínez nos ha llevado hasta Aranjuez para hablar de la polarización; si los medios de comunicación contribuyen -o contribuimos- a este ambiente de trincheras o no somos más que un reflejo de la sociedad.
Aclaro que aquellos mensajes que no reafirman nuestras posiciones no hay que ubicarlos necesariamente en la polarización. Hay medios que tienen una posición editorial declarada pero que elaboran la información según las reglas periodísticas. En cambio, hay otros actores en este nuevo ecosistema de la comunicación -eufemismo para referirse al abrevadero- que influyen sin respetar estos principios y con menos escrúpulos.
Recupero las notas de la intervención de Ignacio Camacho hace una semana en Sevilla, en el premio Moreno Murube a Raúl del Pozo. «Hay dos tipos de periodistas, los que son independientes y los que no. Independientes no es ser neutral».
Pero es el ciudadano el que elige por qué canales y qué medios se informa. Así será y ha sido siempre: el periodismo no se salvará por los periodistas, sino por los lectores.
VUELTA EN EL TRENBÚS
El miércoles por la noche entregan en la Real Academia de San Fernando los premios de nuestra revista XL Semanal. Preside la reina Letizia. Me viene a la mente lo que decían los redactores veteranos: el periodismo es un oficio del que hay que saber escapar a tiempo.
Apunto la frase de la filósofa Amelica Valcárcel, una de las premiadas: «El pensamiento es la energía más extraña y fuerte que existe, es lo único capaz de alterar el mundo». Por eso quienes manejan el mundo promueven una vida veloz que impide pensar.
Intento regresar el jueves a Granada en el tren de las 9.35, pero sale con una hora de retraso. Es el mismo que va para Málaga; alguna vez tendríamos que estar en igualdad de condiciones. En Córdoba nos suben a un autobús para seguir el trayecto.
Llego a Granada tras un periplo de seis horas. Quizás no fuese peor la diligencia.
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