¿Qué puede hacer el árbitro en caso de insultos del público en el fútbol granadino?
Las indicaciones de la Real Federación Española de Fútbol marcan desde apercibimientos hasta la suspensión del partido
El fútbol granadino continúa conmocionado. Tras registrarse al menos ocho incidentes graves en campos de toda la provincia el pasado fin de semana, el ... incremento de la violencia en categorías base y sénior ha puesto en alerta a clubes, federativos y familias. Una situación que exige tomar medidas urgentes para evitar que el deporte rey se convierta en una guerra civil cada fin de semana. En parte, a causa del comportamiento del público, una de las principales amenazas que cuenta con un protocolo de actuación para mantenerla a raya.
La delegación de Granada de la Real Federación Andaluza de Fútbol (RFAF) sigue a rajatabla el Protocolo de Actuación sobre la Violencia Verbal, un documento del organismo nacional que da potestad a los árbitros de cara a atajar situaciones de insultos, improperios o comentarios discriminatorios realizados desde la grada durante los 90 minutos e incluso suspender el encuentro si estas actitudes persisten. El primer paso pasa por detectar la situación, detener el partido y advertir a los responsables.
«El árbitro detendrá el partido y comunicará al delegado de campo la existencia de violencia verbal continuada. El delegado, bien a través de la megafonía del campo o personalmente, advertirá a los autores para que depongan su actitud», reza el protocolo. En caso de que la primera advertencia no surta efecto, «el árbitro suspenderá temporalmente el partido e invitará a los equipos a retirarse a los vestuarios», prosigue. Además, se repetirán «los mensajes por megafonía».
«Si los autores de los actos de violencia verbal no pudieran ser expulsados o si se reprodujeran otros actos semejantes por nuevos espectadores una vez aplicadas las medidas anteriores, el árbitro acordará la suspensión definitiva del partido», concluye el escrito de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Estos sencillos pasos no siempre se aplican cuando ocurre una incidencia relacionada con el mal comportamiento del público asistente. Una decisión que depende únicamente del colegiado.
«Son los árbitros los que deben activar el protocolo si son conscientes de ejemplos de violencia verbal en las gradas del terreno de juego. En Granada tenemos a un total de 250 pitando. Al final es una cuestión de criterio. Como cuando hay una tarjeta roja o amarilla, el colegiado valora lo sucedido y procede. Cualquier jugador, miembro del cuerpo técnico o trabajador del club le puede avisar», explican fuentes del Comité de Árbitros granadino a IDEAL.
Otras medidas
Más allá del protocolo anteriormente descrito, los colegiados andaluces no disponen de más herramientas para poner fin a casos de violencia verbal. Aunque sí pueden mostrar la tarjeta roja para expulsar del encuentro a jugadores o miembros del cuerpo técnico que insulten o agredan físicamente, ningún asistente del público podrá abandonar el recinto por una decisión arbitral. Este proceder tendrá lugar exclusivamente mediante la acción de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Otras comunidades han implementado un nuevo recurso para tratar de atajar la violencia entre los aficionados. Se trata de una tarjeta negra que el trencilla muestra a la grada como apercibimiento en cuanto tiene conocimiento de una actitud inapropiada. Si saca la cartulina una segunda ocasión, el partido se cancela automáticamente. Esta medida se aplica en Asturias o País Vasco en distintos deportes a nivel escolar, aunque no tanto en disciplinas federadas. En Andalucía sí que existe la cartulina verde, un recurso que premia el juego limpio de deportistas y entidades durante la competición.
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