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Cualquier viandante que camine por la calle Fajardo de Pinos Puente mira de reojo el edificio o, incluso, se detiene unos segundos. Aún huele a ... quemado, hay algunos escombros en el suelo y la mitad de la puerta está sin cristal. Son los efectos de la explosión registrada en los bajos de un bloque hace diez días, por la que ha sido detenido y enviado a prisión provisional un hombre. Llevó a cabo presuntamente tres explosiones más en días consecutivos en otros municipios de la provincia, aunque el más grave, sin duda, fue el de Pinos Puente. Allí sigue reinando la incredulidad por un hecho delictivo que pudo acabar en desgracia.
Han pasado diez días y el bloque sigue desalojado; un cordón policial y unas vallas indican que el paso está prohibido. Eso sí, hay una diferencia clave con respecto a la noche del suceso. La pared que saltó por los aires ha sido cubierta con una placa metálica de forma temporal y la mitad de la puerta que salió volando ha vuelto a su sitio, aunque los cristales siguen rotos. Además, de los cuatro heridos por inhalación de humo -que tuvieron que ser rescatados-, una de las mujeres sigue ingresada en el hospital, según indican fuentes vecinales. Tenía, al parecer, patologías previas que están dificultando su recuperación.
Por otro lado, según ha podido comprobar este periódico, al menos dos menores de edad han tenido que empezar a usar ahora inhaladores por inhalar humo negro aquella noche. Uno de ellos es un bebé de pocos meses que, días después de la explosión, empezó a respirar con dificultad, según explica su madre.
La sensación general que se respira en el barrio es de desconcierto. Nadie se explica por qué aquel hombre quiso hacer daño. Sienten alivio al saber que seguirá entre rejas, pero temen que la condena sea leve o que se le rebaje «porque alegue algún problema mental». La mayoría de vecinos que reflexionan sobre lo ocurrido aquella noche prefieren mantenerse en el anonimato. «Tiene que pagar lo que ha hecho bien pagado, ¿qué pasaría si estuviésemos hablando de muertos? Tuvimos suerte», cuenta una mujer mientras camina bajo su paraguas.
Al parecer, la residente en un domicilio cercano llegó a verlo aquella noche, pero al no llevar pasamontañas no le pareció nada raro, simplemente un profesional arreglando alguna avería. Según ha podido saber IDEAL, el individuo supuestamente accedió al edificio por una puerta de color verde situada en la parte izquierda, reservada solo para los técnicos. Manipuló la instalación de forma «muy elaborada», tal y como indicaron los técnicos que acudieron al día siguiente.
Otra vecina cuenta, desde su puerta, cómo ha vivido estos extraños días. «Para mí lo que hizo es un acto de terrorismo, aquello parecía una bomba, un atentado. Pensé que lo había hecho para matarnos a todos», apunta. Respira tranquila desde que el presunto autor está en prisión, pero, al desconocer su motivación, teme represalias por parte de algún familiar que quiera «acabar lo que él empezó». «No queremos volver a verlo en Pinos Puente nunca más», insiste.
En la misma línea se pronuncia Mari Cruz, otra vecina que vive muy cerca del lugar de la explosión. Recuerda cómo el vecindario se volcó para auxiliar a los que habían quedado atrapados. «Nosotros, dos gitanos, salvamos a cuatro castellanos. Hay que decirlo, ya que siempre se generaliza con esta etnia para cosas malas», indica. No ha dejado de pensar en lo que podía haber pasado. Tampoco sus nietos, que desde entonces «tienen que ir al baño acompañados» por el «trauma».
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