La tradición centenaria de las sillas de enea de un pueblo de Granada
Se usaba en el taller de Ramón 'El Sillero' de Dúrcal para hacer el asiento de las diferentes sillas y cuando este se rompía se cambiaba por otro
Andalucía en otros tiempos tuvo silleros en muchos lugares. Eran artesanos que fabricaban sillas de madera con asientos de enea. Existían silleros que recorrían los ... pueblos y ciudades ofreciendo sus servicios. En Dúrcal se instaló un sillero de Cozvíjar llamado Ramón Vílchez 'El Sillero, casado con Ana Valero. Este matrimonio tuvo cuatro hijos: Ramón, José, Rafael y Francisco, y una hija, Anita. En un principio todos trabajaron en esta sillería. Ramón 'El Sillero' falleció en 1952. Después, varios de sus hijos emigraron a Alemania, Francia y Andorra.
En Dúrcal quedaron Ramón y su hermano Rafael. Su hermana Anita trabajaba los 'culos' de enea en su propia casa. Y como las sillas iban en declive con la entrada de otros géneros más moderno, Rafael emigró a Luxemburgo. Rafael aprendió a pintar en la Escuela de Artes y Oficios de Granada con don Gabriel Morcillo. En Luxemburgo, a principios de los años sesenta del pasado siglo, cuando un domingo pintaba del natural un paisaje urbano, una mujer acompañada de otra gente, se quedó prendada de lo que hacía Rafael y lo invitó a su palacio para que pintara a su familia y eso hizo. Esta mujer era la gran duquesa de Luxemburgo.
En aquellos entonces solo quedó en Dúrcal el mayor de todos los hermanos conocido también como Ramón 'El Sillero'. Una de sus grandes pasiones eran las películas del Oeste Americano en el Lecrín Cinema, de la familia Padial. Su esposa Rosa y sus hijas Rosa y Carmencita le ayudaron con la enea. Su hijo Ramón, el mítico batería de 'Los Diablos Negro', que sigue en activo, también le ayudó transportando madera de álamo de su finca del río hasta 'El Corralón', junto a la sillería. También arrimó el hombro en otros menesteres. Las sillas nuevas recibían primero una mano de nogalina y después una de cola de conejo y por último dos manos de barniz. Las sillas grandes solían costar 60 pesetas de las de antes y las más pequeñas 25 pesetas. Los semaneros y tenderos de Talará, Las Albuñuelas, Murchas, Conchar, Cozvíjar, Nigüelas, Rubite… realizaban muchos encargos para su clientela.
Un hermano de Ramón 'El Sillero' (padre), llamado Rafael, se instaló muy joven en Murchas como sillero para repartirse el trabajo en la zona del Valle de Lecrín. Después puso su taller muy cerca de la Venta de Natalio, en Talará. Cuando estalló la Guerra Civil, engañado, se lo llevaron en un camioncillo a Dúrcal con otras personas. En este lugar cargaron a otras y fueron llevadas a las tapias del cementerio de Granada para ser asesinadas. Rafael dejó viuda y dos huérfanos (una niña y un niño) muy pequeños. Ramón 'El Sillero' ganó bastante dinero con las sillas. Más de una docena de mujeres se dedicaban en su taller a elaborar o reemplazar los asientos tejidos con anea. Todas gozaban de mucha habilidad y destreza para trabajar este material. Las sillas: chicas, medianas, bajas y grandes se elaboraban casi manualmente en un banco bajo, una cuchilla y otras herramientas. El sillero se sentaba en uno de los extremos. También se fabricaban sillones y reclinatorios para ir a misa, con las iniciales de su propietaria para que ser controladas. Esta familia también poseía máquinas muy antiguas de cepillar y taladrar eléctricas y un torno de madera.
En Dúrcal también hubo una mujer llamada Ana que reemplazaba los asientos. No era la única. De Ízbor y Padul acudían otras personas a ganarse la vida como silleros. Ramón 'El Sillero' adquiría todos los años muchos carros de enea de La Laguna de El Padul y de la zona del Río Guadalfeo. Todavía existen en el Valle Lecrín y en La Alpujarra, sillas en buen estado de esta excelente familia. Algunas de las maderas, que servían como espaldares de las sillas, eran adquiridas en una fábrica de maderas de Granada capital que existía no muy lejos de la Estación del Tren.
La familia Vílchez poseía muchas alamedas en los términos municipales de Dúrcal y Cozvíjar, junto al Río Dúrcal. Algunas veces vendían madera a la empresa Aguas de Lanjarón para fabricar las cajas de madera para transportar las botellas de cristal. De esta compra y de su corte se encargaba uno de los empleados: Sánchez, el hombre que comenzó promocionando las Fiestas de San Juan de Lanjarón con su Seat 600 dotado de carteles y varios altavoces. Rafael Vílchez Valero, el pintor que triunfó en Luxemburgo, y su esposa Guadalupe Fernández, nacida en Huétor Santillán, fallecidos hace bastantes años, fueron mis padres y los progenitores de mi hermana Guadalupe y mi hermano Adolfo, fallecidos hace dos años y medio.
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