El pueblo de Granada, donde los romanos dejaron su huella se asienta sobre un estrado de verdor
Murchas, perteneciente al municipio de Lecrín, es una localidad pequeña y encantadora que se encuentra en un entorno privilegiado para disfrutar de la tranquilidad
Entre olivos centenarios, naranjos y limoneros se encuentra el pueblo de Murchas en la margen derecha del Río Torrente. Este pueblo tan tranquilo pertenece al ... municipio de Lecrín desde 1967. Lecrín está formado por Talará, Béznar, Murchas, Chite, Mondújar y Acequias. En otros tiempos Murchas producía mucho aceite, trigo, maiz, habas, cebada y fruta. Tenía un molino harinero y tres de aceite. En 1845 poseía 58 casas, casi todas muy viejas y 294 almas. Ahora tiene 210 habitantes censados y buenas moradas. Antiguamente Murchas contaba con un aljibe para el surtido del vecindario. No existía un puente para cruzar el Río Torrente. Existían muchas bestias para el transporte y faenas del campo. También había pastores y tabernas. En cada morada solía haber una o varias cabras para la leche del día. Más adelante se dotó a Murchas de varias tiendecillas de todo un poco. La historia de Murchas se remonta a tiempos pre-romanos, con evidencias de asentamientos de la Edad del Bronce tardío y romano.
El pueblo actual de Murchas se formó tras la expulsión de los moriscos, con familias procedentes de Valencia. Destaca el Castillo de Lojuela y sus alrededores. Los romanos también dejaron su huella, con restos de cerámica encontrados en El Castillo de Lojuela y alrededores. Estas evidencias sugieren que Murchas fue un lugar de asentamiento humano continuo durante diferentes periodos históricos. El Castillo de Lojuela, una estructura defensiva, data de la época musulmana temprana. Se cree que fue edificado sobre restos romanos y prehistóricos. El Castillo de Murchas tenía un recinto amurallado y una torre principal con diferentes técnicas de construcción (mampostería tapial). Además este lugar pudo servir como refugio para personas y ganado.
Murchas fue afectado por el terremoto de 1884 que causó daños importantes en la zona. Aunque no hubo pérdidas humanas en este pueblo, como pasó en otros pueblos, el terremoto dejó una profunda huella en la memoria de la comunidad. Se consideró un milagro que no hubieran víctimas en Murchas, y se atribuyó a la intervención de la Virgen. Hace varias décadas contaban algunos ancianos de este pueblo que la Virgen se le apareció a una mujer invidente que se llamaba Lucía Valero para decirle que no temiera por su vida debajo de la escalera de su casa por el terremoto y que toda la población se salvaría. Y eso pasó. Y como agradecimiento comenzaron a venerar también a Santa Lucía junto a la Virgen de los Desamparados.
La iglesia de San Juan Bautista de Murchas fue construida en la segunda mitad del siglo XVI. Tras el terremoto de 1884 sufrió una reconstrucción. Durante muchos años del siglo pasado un pastor, José Alcalde, fue el encargado de tocar las campanas a mano. Cuando falleció su hija Gerarda, llorando dobló a muerto con un profundo sentimiento de tristeza y duelo. José, mi querido suegro que nunca olvidaré, tocó las campanas con su dolor personal. La función de campanero de pueblo era antiguamente común para anunciar eventos como misas, funerales o emergencias. El campanero era una figura imprescindible en la vida comunitaria. Ahora los toques de campana se han automatizado con sistemas electrónicos, en la mayoría de los casos.
Hace medio siglo en Murchas existía un ramillete de tabernas. Una de ellas la atendía con mucho primor Francisca Alcalde. Le ayudaba su familia. Las tapas que se servían en los bares eran elaboradas con productos locales y recetas familiares, a menudo usando ingredientes frescos de la huerta. El vino en pellejos de piel de cabra procedía de Albondón, principalmente. El aguardiente era fabricado a la entrada de Pinos del Valle. Las fiestas de Murchas se celebran a finales de año y principios del siguiente. Todavía se sigue realizando el Rosario de las Cruces dentro y fuera del casco urbano desde que sucedió el terremoto de 1884. Murchas ofrece un ambiente relajado y una conexión con la naturaleza. Familias de otros países se han venido a vivir aquí. Por cierto, su tahona es famosa en la comarca del Valle de Lecrín por su pan tradicional y productos de repostería tradicional, con largas fermentaciones y harinas sin aditivos, lo que le da un sabor único a sus productos.
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