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Rafael Vílchez
El pueblo de la sal

El pueblo de la sal

El antiquísimo municipio de La Malahá atesora mucha sal y muchas historias, tradiciones y lugares con encanto dignos de conocer

Rafael Vílchez

LA MALAHÁ

Domingo, 10 de diciembre 2017, 01:02

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La Malahá es un pueblo precioso, con mucha sal, con encanto y mucha historia. Su alcalde, que es también diputado provincial, es José María Villegas. Los habitantes de La Malahá en la época del Paleolítico estaban asentados en las zonas altas de Montevive, Atalaya y sierra de Escúzar. Su economía se basaba en la caza y la recolección de frutas silvestres. Se han encontrado hachas pulimentadas, raspadores, piedras trabajadas y sílex en la zona de Casa Colorada, Gualejas y Los Chiniles.

Con el conocimiento del cultivo de la tierra y la cría de ganado, comienza en el Neolítico el asentamiento en poblados, organizándose jerárquicamente y especializándose en ciertas tareas. Se trabajan los metales y aparece la cerámica. En La Malahá se han encontrado moldes para hacer bronce y otros utensilios en la Atalaya, así como en la zona de Los Baños, Casas Nuevas y Pingürucho.

Los griegos colonizaron esta población bautizándolo con el nombre de Malka, que quiere decir Valle Templado. Les siguieron los cartagineses, que gracias a las propiedades minero-medicinales de las aguas termales, tuvo lugar el asentamiento en las inmediaciones de las aguas, formando una pequeña población cuyo nombre se ignora.

El ejército romano hizo su entrada por Motril, extendiéndose por todo El Temple, a las órdenes del capitán Niomes, que con 6.000 soldados flecheros derrotó y expulsó a Asdrúbal y a su ejército. Terminada la guerra de cartagineses y romanos, volvió a florecer La Malahá bajo el Gobierno de Niomes, que por esa época contaba con 3.000 vecinos.

Un nieto del capitán Niomes, ilustre caballero romano, viajó a España poco después de la ocupación de la república, para pasar unos días en compañía de su tío. Una vez instalado, decidió quedarse a vivir en La Malahá, y destinar su fortuna a fomentar la cultura y la agricultura en este pueblo, mandando construir más edificios e impulsando el cultivo de las tierras cuyos límites fueron ensanchando los colonos.

Este hecho causó que La Malahá progresara y no se viera afectada por los 200 años de contiendas civiles, motivadas por la anarquía y atropellos cometidos por los ambiciosos jefes de otras provincias romanas.

Habiendo aumentado la población, el nieto de Niomes solicitó la venia del Senado para fundar una colonia en esta villa, la cual fue otorgada, nombrándose cuatro jueces para gobernarla y por presidente a un hijo del senador Eucropio.

Con el gobierno de Octavio Augusto, La Malahá siguió prosperando, hasta que con la muerte del gran Teodosio se produjo la decadencia del imperio, propiciando la entrada de las hordas bárbaras en España.

Suevos, vándalos, silingos, alanos y otras tribus salvajes de Asia y de Europa septentrional, hordas de cazadores y pastores, vinieron sembrando el terror y la desolación por todas partes. Buscaban tierras más productivas y un clima más benigno. Hicieron su entrada en el año 408 y siguientes de nuestra era.

Dos años después realizaron las tribus el reparto de los territorios conquistados, tocando La Malahá a los silingos, que la ocuparon hasta que en el año 419 fueron expulsados por los godos, aliados con los romanos, en una encarnizada guerra.

Una vez elevado a rey de España el jefe godo Eurico, rompiendo su alianza con los imperiales y creando un reino independiente, las cosas tomaron otro rumbo y la tranquilidad pudo recobrarse en toda la nueva monarquía. En esta época a La Malahá se le conoce con el nombre de Misarza que significa alivio de los dolientes.

La diversidad de creencias religiosas entre católicos y sectarios de Arrio, las ideas de terror que dominaron entre los españoles acerca de los árabes, a quienes consideraban como hordas de bárbaros, motivaron la emigración de innumerables familias, en aquellas regiones cuya poca seguridad o falta de recursos, les impedían hacer frente a los moros, quedándose la población de La Malahá reducida a tan solo ocho vecinos.

En el año 712, los sarracenos se apoderaron de todas nuestras provincias, estando La Malahá situada al paso de los pueblos cuya posición se disputaban con encono los ejércitos godos, y por consiguiente experimentó los efectos de sus desastrosas y repetidas correrías.

Tras la batalla de Guadalete, se adueñaron los moros de España, correspondiendo al caudillo Tariff apoderarse de todas las provincias de Andalucía. La entrada en Granada de los árabes se hizo de forma pacífica, ya que el Capitán Tariff dio orden de que se tratara con tolerancia a los cristianos que esperaban inofensivos en sus hogares a los africanos.

Tras la invasión los granadinos gozaron de tranquilidad con los gobiernos de Tariff y Abdelaxis, no obstante vivieron el terror a manos de un gobernador. Más tarde con el gobierno de Ambiza volvió la paz. Sucediéndole Abderramán, que acabó de restablecer la paz.

A los pocos años, con la llegada a Andalucía de sirios, Egipcios y otras tribus, ocasionó una guerra civil que logró terminar el Emir Usan Ben Dirar, después de la cual, mandó repartir los terrenos, y dio nombres orientales a los pueblos y aldeas, instalándose en Granada y sus inmediaciones muchas familias de Damasco. Es probable que en esta época se le diera a esta villa el nombre Al-Mallaha (año 744), que significa La Salina.

En el año 745 hubo una lucha de varios años entre los damasquinos de Granada y los sirios de Málaga, que concluyó Abderramán segundo. Conflictos surgidos entre árabes y cristianos provocó la emigración masiva de éstos. Tras esta guerra de ideas religiosas y otra de dinastías entre los partidos omeade y abadice, a finales del siglo X, volvió la paz, impulsándose las ciencias, el comercio y la agricultura. Teniendo gran importancia las salinas de esta villa. Construyéndose en esta época una fortaleza.

Durante el siglo XII, se produjo también varias revueltas, llegándose a consolidarse el país con el reinado de Alhamar, renaciendo las ciencias y la agricultura. Durante el reinado de Alhamar, se cree que La Malahá tuvo mayor número de vecinos, que se dedicaban a la elaboración de sal, cría de seda y a la agricultura, siendo el término municipal mucho más extenso que ahora.

El reino de los árabes en Granada, que contaba ya con 800 años, fue invadido por Fernando e Isabel, Reyes Católicos, que aprovecharon la decadencia de la corte del rey Boabdil para conseguir la victoria..

Algunos años antes de la entrega de Granada, los cristianos se habían extendido por sus inmediaciones talando campos y destruyendo casas, realizando pequeñas escaramuzas y combates con los moros de la vega. En al-Mallaha, se ocasionó bastantes daños, ya que los cristianos ansiaban la posición de la fábrica de sal, que abastecía a la ciudad y pueblos colindantes. Fueron derribadas 300 torres y alquerías en este término municipal.

El rey Fernando y su ejército se ocupaban en las talas y demoliciones de los terrenos por los que iban pasando. Después de la toma del Castillo de Tajarja, el 24 de junio de 1483, mandó trasladar el real a la ribera del río Cacín, y al día siguiente acampó en La Malahá, en el paraje que hoy día conocemos como Cerro del rey, verificando la destrucción de dichos edificios.

Aprovechando Gonzalo Fernández de Córdoba, que el castillo de Alhendín había sido entregado a los Reyes Católicos, se dirigió a La Malahá con algunos caballeros. Aben-Malehe, oída la demanda del Capitán Cristiano y conociendo la pérdida de Alhendín, después de meditarlo, determinó hacer la entrega del pueblo y la fortaleza sin lucha.

Marchó Don Gonzalo a Illora y posteriormente regresó al enterarse de que los moros de Granada tenían proyectado recobrar los castillos de Padul y Alhendín. Entre los caballeros que le acompañaban debemos nombrar a D. Sancho de Castilla que por su valentía se hizo ganador de la amistad y aprecio de D. Gonzalo.

Boabdil mandó al Zegrí, jefe de la tribu que lleva su mismo nombre, para que tomase La Malahá, ocurriendo de esta manera uno de los hechos de armas más interesantes de aquella época que fue recogido por el historiador y escritor Martínez de la Rosa en su novela histórica Dª Isabel de Solís.

Atacó el Zegrí el castillo de La Malahá que estaba defendido por D. Gonzalo y sus hombres, y comenzaron una gran lucha, en el que no solo se trataba de la toma de Las Malahá, que era un punto bastante importante por su situación estratégica y por sus salinas. Sino que el Zegrí, si atrapaba vivo o muerto a una persona tan importante como D. Gonzalo, sería un gran triunfo militar, e incluso podría canjear al Gran Capitán por los hijos de Boabdil que estaban como rehenes de los Reyes Católicos.

Tras varios días de lucha sin que flaquearan ninguno de los dos bandos, mandó decir D. Gonzalo al Zegrí que si tanto ansiaba su persona, no debían de seguir causando muerte y destrucción a sus hombres y lo retó a la lucha en el campo a la hora y con las armas que el Zegrí escogiese.

A la mañana siguiente acudieron ambos al encuentro con algunos jinetes de su confianza. Dejaron cada uno a los suyos a muy corta distancia, se acercaron, se saludaron cortésmente y alejándose luego a media rienda, sobre caballo, sosteniendo escudo y lanza, comenzaron la lucha.

Después de una larga lucha en la que los dos guerreros utilizaron todos sus conocimientos, agilidad y destreza en la batalla, D. Gonzalo, tras alejarse y atacar de súbito arrojando su lanza al Zegrí, quedó ésta clavada en el pecho del caballo, cayendo al suelo y comenzando ambos la lucha en tierra con espadas.

Tras largo rato de lucha, el Zegrí levantó su cimitarra sobre la cabeza del Gran Capitán, aprovechando éste para darle una estacada debajo del brazo, cayéndosele al suelo el alfanje, acudió a recogerlo con gran dolor, pero se le adelantó el mismo Gonzalo diciéndole “toma, buen caballero, si es que no prefieres más bien estrechar esta mano...” contestándole el Zegrí, “por vencido me doy, y a gloria lo tengo” y cogiéndole la diestra se la llevó a los labios.

Ayudó D. Gonzalo a curar las heridas del Zegrí y se juraron amistad estrecha que conservaron fielmente por todo el resto de su vida. Libre ya La Malahá de enemigos, D. Gonzalo abandonó el pueblo y marchó en socorro del príncipe Abdilehi, en quien el bando de Boabdil quería vengar furioso la alianza que hiciera con el monarca de Castilla.

Debido a que los príncipes Abdiheli y Cid Hiaya celebraron un pacto amistoso con el monarca de Castilla y la anarquía y el desorden se apoderaron de la Corte de Granada, el rey Boabdil resolvió hacer la entrega del reino.

El día 2 de Enero de 1.492, con la firma de los contratos de la Capitulación, Boabdil abandonó Granada. Tres fuertes cañonazos disparados en las torres de su palacio, le anunciaron que debía partir hacia el exilio.

La Malahá pasó a poder de los reyes Católicos, excepto La Salina, que por acuerdo de Las Capitulaciones, pasó a ser propiedad del Príncipe Abdilehi y del rey Boabdil. Posteriormente pasaría a manos de los Reyes católicos en el año 1.495, cuando estos compraron los bienes de Boabdil.

La Malahá está situada a 16 kilómetros de la capital de Granada, en la comarca de Alhama-Temple con una superficie de 25,42 kilómetros cuadrados, altitud media de 709 metros y una temperatura media de 15,7 grados.

Los cerros de La loma del Carril de D. Fernando a 200 m. Sobre el pueblo, el de Montevive y el de La Atalaya a 450 m. Le separan de la Vega de Granada, quedando la villa sepultada en uno de los hoyos más profundos de El Temple. Además cuatro barrancos rodean el pueblo, tres de ellos los denominados el del Lobo, el de Tejar y el del Jaque por el sureste y el llamado del Chopo o de las Pilas por el noroeste.

El 17 del mes de enero se celebra el día de San Antón, en el que se cocina el tradicional cocido de habas secas con los productos de la matanza del año, como son rabo, orejas, careta y espinazo. Por la tarde los pequeños van de excursión a los lugares típicos como el Marchal, La Atalaya y Montevives, donde meriendan y pasean con sus familiares.

El 2 de febrero es uno de los días de mayor ilusión par los más pequeños, puesto que días antes preparan el esparto, al que llamamos ‘reviejo’, y ya seco va a servir para trenzarlo y hacer unas antorchas que llamamos ‘menchos’ y también se hacen réplicas de animales, como la Zorra, que se rellena de sal para que salte. Todos los barrios del pueblo hacen hogueras en la calle por la noche, y hacen una parrilla para cenar. En febrero se celebra un día de Carnaval, en el que se disfrazan los vecinos y se realizan pasacalles y concursos.

Domingo de Resurrección: en la madrugada del sábado al domingo, la Aurora recorre las calles del pueblo cantando estrofas religiosas con motivo de la resurrección del Niño. Los jóvenes ponen ramos en las ventanas a las muchachas que pretenden. Cada ramo tiene un significado, bueno o malo, según las plantas que lo formen.

En la madrugada se sale en procesión desde la iglesia hasta las Eras, llevando la imagen de la Virgen que va al encuentro de su hijo el Niño Resucitado, que espera en Las Eras. Todo esto lleva una serie de actos y reverencias tradicionales que se realizan conforme la Madre se acerca al Niño, y en el encuentro el pueblo celebra la resurrección con un gran estruendo de ruido con cohetes y petardos.

Rafael Vílchez

Día de San Marcos. El 25 de Abril, las familias de La Malahá, salen de merienda al campo, a los alrededores del pueblo para merendar el típico ‘hornazo’. Día de San Isidro. Celebran cuatro días de fiestas en Honor de San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, siendo el día grande el 15 de Mayo, con la procesión de los dos santos junto con San Juan, por las calles del pueblo. Los vecinos abren puertas y ventanas de sus casas en señal de recibimiento y algunos le arrojan trigo.

Se realiza una Romería desde el pueblo hasta Los Baños, con carrozas adornadas hacen el recorrido y una vez llegan al recinto del antiguo balneario, se realizan juegos y concursos, todo amenizado con música, bebida y comida. Día de Las Castañas. El 1 de Noviembre, día de todos los Santos, se tiene por costumbre hacer reuniones de amigos y familiares para hacer una fiesta y asar castañas.

Entre sus muchos lugares de interés se encuentran La Trocha: camino de la herradura, ubicado en el paraje denominado Carril o Pingürucho. Fue lugar de asaltos y confrontaciones militares Las Salinas: lugar donde se encontraba la torre y un castillo, así como fábrica de sal. Componentes: explanada donde combatió el Gran Capitán con el Zegrí. Almacén del Siglo XII, derruido (Situado en lo que hoy ocupa la urbanización). Casa de Felipe II, derruida. (Se encontraba junto al almacén). Albercas de sal. Sillares romanos. (Actualmente cubiertos de cemento). Restos de caminos romanos empedrados. Necrópolis hispano-romana. (Expoliada, pero aún quedan algunas tumbas sin destruir). Alberca con contrafuertes, nacimiento del agua. Puente hacia la noria-torreón. Torreón restaurado en el año 1.750 con restos de sillares. (Se encuentran en buen estado). Cruz griega.

Lienzos de muralla de lajas de piedra caliza, habitual en construcciones locales, y utilizada en el Corredor de la Puerta de la Justicia y en diversas Iglesias y Monasterios (por ejemplo en el templo mudéjar de San José en el Albaicín. Estas lajas se encuentran en el paraje denominado ‘Casa Colorada’.

Entre los hechos históricos se encuentran los siguientes: en 1.489 defensa del Gran Capitán y Sancho de Castilla en combate con el Zegrí, siendo el último alcaide árabe almallehe. Capitulaciones de Santa Fe. Se le pasa una parte de Las Salinas a Boabdil como renta vitalicia. Varios decretos reales relativos a la comercialización de la sal y administración de las salinas.

Casas señoriales: en la Plaza del Santo existe una casa del Marqués de Alhendín con escudo heráldico y en una de sus salas se encuentran los restos de un soldado romano, que según la tradición, sufrió martirio, llamado San Vicente. Está en una urna de cristal, con reliquias y exvotos que han cedido a lo largo del tiempo. También hay un cuadro del siglo XVII ‘Descendimiento de la Cruz’. (La Casa y capilla están en muy buen estado de conservación).

Baptisterio paleocristiano, Casa Colorada y Montevives. En el lugar denominado Montevives, donde se explotan minas de estroncio, se encuentra un baptisterio hispano-romano. Se trata de una cueva semiartificial, a la que se accede por una galería en forma de cañón de unos 23 metros con muchos peldaños, que da acceso a una recámara de 3,45 metros en roca viva. En sus paredes hay talladas a punta de punzón unas figuras compuestas de una cabeza coronada, otras figuras incompletas y varios dibujos.

La iglesia parroquial de la Inmaculada fue construida en el Siglo XVI. Heráldica del arzobispo de Ávalos. Nave lateral con retablo barroco y artesonado mudéjar. En su fachada lateral hay una cruz de mampostería que indicaba el inicio del viacrucis por el lugar.

Ayuntamiento: Antiguo pósito. Cabe destacar la antigua estructura de la construcción. Las Cruces. Dos cruces que indican el fin del viacrucis. Aljibe romana utilizada por los árabes y de gran funcionalidad para el municipio.

En este paraje Tarajal cabe destacar un yacimiento de villa romana, dedicado a la labor y probablemente a la fábrica de sal. Gran profusión de tierra sigilata. Restos de lajas paleocristianas con grabados de simbología cristiana y restos de molino de trigo.

El Cerro del Rey, lugar de acampada del rey Fernando en la Campaña de la Conquista de Granada. Bajo el cerro anteriormente mencionado, en un pequeño bosque, se ocultó Hernán Pérez del Pulgar la noche del hecho heroico, en que clavó el pergamino ‘Ave María’, en la puerta de la gran mezquita. Al margen derecho de la villa romana, existen cortijos antiguos de alquerías árabes dedicadas a la labor (Marchal, Frontilín y Santa Pudia).

En el Paraje de Los Baños en el paraje denominado podemos encontrar restos de cimentación de Torreón Romano, que servía de apertura al camino de los baños. En ocasiones se han encontrado teselas de mosaicos.

Bancales moriscos: forma típica de agricultura y regadío árabe. En la actualidad permanece el mismo tipo de árboles frutales y silvestres (morera, higuera, granado, membrillo…), actualmente en cultivo.

Restos de antiguo molino junto al Arroyo del Salado y cimentaciones de pequeñas alquerías. Lienzos de muro pertenecientes a la antigua villa romana. Necrópolis romana y sobre otra ibérica. En la parte norte se encuentran restos de cerámica de la Edad del Bronce, restos de ánforas, moles de piedra para metalurgia y materiales de la época neolítica (raspadores, propulsores, hachas, silex, dientes de sílex…). Termas, con arco de medio punto, sillares, mortero y cúpula restaurada en 1.945. Restos de tégulas, tierra sigilata y mamposterías.

En conclusión sobre el paraje de los Baños, con los restos hallados, se nota visiblemente que ha sido lugar de asentamiento de población prehistórica (neolítico) y de mayor auge con fenicios, griegos, romanos y durante el siglo XIX.

Alberca de las Delicias: antigua alquería de regadío y plantaciones de vega. Nacimiento de agua termal, actualmente utilizada para riego y en la antigüedad, lugar de deleite. Existe una importante red de acequias y de albercas que siguen funcionando igual que en época árabe y están en muy buen estado de conservación.

En 1931, durante la República, reconstruyeron un lavadero público y un abrevadero de ganado denominado Las Pilas. La Malahá es un pueblo precioso, tranquilo y con mucha historia digno de conocer a fondo. Sus gentes son muy hospitalarias y maravillosas y su gastronomía excelente.

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