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Rafael Vílchez
Miércoles, 28 de julio 2021, 16:18
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Como ocurre desde hace décadas, Pórtugos va a celebrar la fiesta de la parva el día uno de agosto en la 'Era de Abajo'. Este año habrá trilla pero el puchero de parva lo ha suprimido el Ayuntamiento para evitar aglomeraciones de gente y luchar contra el Covid-19. En otra localidad alpujarreña, en Turón, también se celebrará la fiesta de la trilla en las eras comunales.
Juan 'El Municipal' de Pórtugos, y José Carmona, se encargarán de la trilla. Antiguamente se trillaba mucho en las eras de 'Abajo' y de 'Arriba' de Pórtugos. También se realizaba esta faena el la 'Era de la Cruz'. El día de Santiago, se sorteaban los turnos de trilla en la Casa Consistorial. Había familias que recogían 100 fanegas de trigo, o lo que es lo mismo, 4.200 kilogramos de grano.
La trilla era y es un trabajo muy duro y laborioso. Quema hasta el aliento. La siega del trigo se hacía con una hoz corta y curva con empuñadura de madera. Los dedos de la mano izquierda se protegían con unos dediles de cuero para no cortarse. Los encorvados y sudorosos segadores bebían agua cada dos por tres para refrescarse y calmar la sed. Cada cierto tiempo echaban un cigarrillo para descansar y estirar el espinazo. Con manojos de tallos de trigo se hacían los vencejos para atar las gavillas. Después, tenía lugar la barcina para transportarlas a la era con animales de carga.
A las parvas acudían muchos agricultores para ayudar. Unos hacían el trabajo a torna peón, es decir, hoy por ti y mañana por mí, para que no corriera el dinero. Las coplas afloraban en estos rudos quehaceres. Terminada la faena en la era comunal, el fruto era acarreado y llevado a los atrojes de la casa en sacos y costales y la paja para los animales en herpiles de esparto.
En los días de parva, por la mañana se solía tomar aguardiente, un trozo de tocino con magro que sabía a gloria y bacalao con tomate. Antiguamente el bacalao era muy barato. Al medio día, entre sudores y picores, le tocaba el turno al rico y nutritivo cocido de garbanzos con huesos de espinazo y carne de jamón, habichuelas, patatas del terreno y, para refrescarse, gazpacho o pipirrana. El vino del lugar y las hogazas de pan tierno no podían faltar.
Tanto la siega a mano, con hoz, como único medio de recolección de los cereales, como la posterior trilla de las mieses en las eras, ponía fin a estas labores, cuyos preparativos se habían iniciado el otoño anterior con la siembra. No es de extrañar, por tanto, que en torno a esta actividad casi desaparecida en La Alpujarra, tuviera lugar todo un ritual para festejar la feliz consecución de la deseada cosecha campesina.
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