La persistente sequía deja sin setas a la comarca de Guadix
Los níscalos no se venden en toda la comarca por falta de producto sobre todo en la zona del Marquesado del Zenete
Sandra Martínez
Domingo, 28 de noviembre 2021, 23:31
La ausencia de lluvias durante los meses de verano y el principio de otoño dejan a la comarca de Guadix sin los típicos rebollones o ... níscalos que crecen en las zonas bajas de los troncos de los pinos, lo que ha provocado la carencia del producto local en las tiendas de alimentación de la zona. Aunque se han cultivado de manera artificial, este año apenas ha crecido por la Sierra de Lanteira ni por otros puntos del Marquesado del Zenete, donde son habituales.
«Hace cuatro años todas las praderas de la parte de arriba del pueblo estaban a rebosar de setas», afirma David. Desde que era pequeño, va todos los inviernos con su padre a buscar y recolectarlas siguiendo el curso del río, puesto que la humedad favorece su aparición.
«Pasamos días enteros buscando y recogiéndolas. Desde las siete de la mañana hasta que anochece», explica. Una vez cortadas, las depositan en cestas de mimbre para que vayan soltando las esporas y puedan repoblarse al año siguiente. Cuando llenan la cesta, las dejan en cajas bien guardadas en el coche y vuelven a subir a la sierra en busca de más. La época para empezar a recogerlas va de octubre a diciembre; sin embargo, este año, tienen hasta dificultad para encontrar unas cuantas. Ni rastro de níscalos, setas negras, colmenillas o setas de álamo. Aunque llevan varios años sin encontrar grandes cantidades, la escasez de este nunca la habían tenido. «Es una pena ver cómo se va perdiendo el producto local, más natural que esto no se encuentra».
Muy demandadas en Cataluña, la gente de fuera acudía antaño a la zona para recolectarlas y después venderlas, hasta que se instauró la necesidad de contar con permisos para poder cogerlas excepto para los habitantes de la zona. Mientras que los vecinos del pueblo las vendían a ocho o diez euros el kilo, en Barcelona se llegaban a pagar hasta 30.
Recogidas para venderlas o para consumo propio, pasar las tardes de otoño, aunque ya con el frío metido, surcando la sierra era parte de la rutina de los habitantes del Marquesado. Los años de dedicación a este mundillo, hacen que tanto David, como su padre Antonio, tengan un conocimiento amplio sobre dicho ámbito. Con la mirada siempre fija en el suelo y removiendo las hojas de los troncos caídos Antonio explica que si uno no reconoce la seta que ve, es mejor que ni la toque, porque nunca se sabe si pueden ser venenosas. Además, asegura que la forma correcta para cogerlas es cortándolas con una pequeña navaja. Así, insiste en que este año, con suerte, encuentran muy pocas, prácticamente nada si se compara con la mercancía que recolectaban dos años atrás. «Antes solíamos salir casi todos los fines de semana, este año solo lo hemos hecho un par de días y solo hemos encontrado algunos puñados».
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