Juan Martín deja de ser pastor de ovejas en su pueblo de Pórtugos a los casi 90 años
No pudo ir a la escuela porque a los ocho años de edad se hizo cargo de una manada de ovejas que guardaba en un paraje que linda con el Mirador de Trevélez
Rafael Vílchez
Martes, 1 de septiembre 2020, 17:16
Juan Martín Vázquez ha dejado de pastorear en su pueblo de Pórtugos a los casi 90 años de edad. Juan empezó a corta edad a ... guardar un rebaño de ovejas, durmiendo en un pajar, con poca ropa y un calzado que elaboraba él con pellejo de vaca. El pastoreo lo ha dejado Juan el pasado día 26 por prescripción médica, al sufrir un infarto de miocardio. Juan ayudó a sus padres, José y Rosenda, en las labores del campo. Juan tuvo siete hermanos y quedan en este mundo dos: él y su hermana Encarna, mayor que él. Juan cumplirá noventa años el día 11 de enero. Juan sabe mucho de campo, animales y fragancias campesinas. Ha trabajado mucho bajo un sol trepidante y con frío y nieve. Sus necesidades las remedió a fuerza de mucho trabajo. Dejaba de pastorear cuando el poniente se 'enjoyaba' de tenues claridades.
Juan no pudo ir a la escuela porque comenzó con pocos años a guardar ganado en la zona que linda con el mirador de Trevélez. En esos pagos estuvo con sus ovejas hasta que lo llamaron a filas. El servicio militar lo hizo en Logroño, en artillería de montaña. Él y otros soldados se encargaban de atender y limpiar las 120 bestias de carga de piezas de cañones y, además, tenía que saber de memoria como se llamaba cada mulo. Hizo muchas guardias y pasó muchas fatigas. Al final le concedieron tres meses de permiso y ya no tuvo que volver a Logroño.
Cuando regresó de la mili, Juan se dedicó a trabajar de pastor de casi 200 ovejas. Juan llevaba su morral de cuero para llevar la comida y una honda trenzada de esparto. Los inviernos, en aquellos tiempos muy duros, los pasaba con sus ovejas en las zonas de Albuñol, Albondón, Sorvilán, Castell de Ferro y Lújar. Un día, cuando Juan volvió a Pórtugos se quedó prendado de una joven de 15 años llamada Ana. Le costó mucho acercarse a ella pero al final se casó con Ana y se fueron a vivir juntos al cortijo que tenía en renta Juan. Cuando decidieron casarse el cura de Pórtugos se negó a hacerlo porque Ana era menor de edad. Al final los tuvo que casar otro cura que era de Pórtugos, se llamaba Carlos, pariente del padre de Ana.
Juan y Ana, que se siguen queriendo como cuando se conocieron y casaron hace 66 años, tuvieron ocho hijas (una murió) y tres hijos que le han dado dieciocho nietos y siete biznietos. Su vivienda es del tiempo de los moriscos la llaman 'La Casa de la Pólvora'. Ana la heredó de su familia. Juan y Ana han criado además de ovejas, marranos, conejos, gallinas, pavos y caballos. Ana, además de atender a su gran familia ha trabajado mucho en el campo. Era y sigue siendo muy buena cocinera. También pintó viviendas y segó trigo como los hombres. Juan y Ana emigraron durante un tiempo, primero a Huesca y después a Francia para poder prosperar. Ellos son muy devotos de la Virgen del Rosario. Sus hijas e hijos: Sofía, Trini, José, María Luisa, Rosa, Antonio, Manolo, Encarna, Lourdes y Ana, y sus nietos y biznietos los adoran. Juan y Ana son muy buena gente y su familia también.
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