El emigrante que conoció a la Duquesa de Luxemburgo
Antonio ‘el Porrilla’ trabajó en la misma fábrica francesa durante casi cuarenta años, hasta 16 horas al día
Rafael vílchez
Miércoles, 24 de enero 2018, 00:52
Cuando las maletas eran de cartón y madera, un vecino de Dúrcal, Antonio Puerta García, el 'Porrilla’, emigró a Francia para ganar más dinero que ... en su terruño, ahorrar y mejorar su calidad de vida. El 'Porrilla' se marchó a Francia el 10 de febrero de 1962 para trabajar en altos hornos, una fabrica metalúrgica que daba trabajo a 26.800 obreros. En ese lugar trabajó durante 38 años y 6 meses.
Antonio Puerta nació en Dúrcal el 15 de octubre de 1936. A la escuela acudió poco porque tenía que ayudar a sus progenitores, Antonio y Mercedes, en tareas del campo. Con seis años recogía aceituna en la finca de ‘la Umbría’ y buscaba hierba para los conejos. En aquellos tiempos impartían las enseñanzas en las escuelas Francisco Palomino, José Puerta, Francisco Puerta y Diego ‘Malahá’, entre otros.
El Porrilla realizó el servicio militar en Mahón. Después comenzó a trabajar en el molino de aceite de Antelo. Por entonces, un trabajador ganaba 60 pesetas al día. Antonio conseguía ganar 100 pesetas al día trabajando, eso sí, 16 horas y a veces más, comprando aceituna en los pueblos del Valle de Lecrín. Pero al saber que en Francia se ganaba cuatro, cinco… veces más dinero que en Dúrcal, emigró y a los dos años contrajo matrimonio en Dúrcal con Micaela.
En Francia nacieron sus tres hijos. La familia Puerta no dejó de acudir a su pueblo durante las vacaciones. Según el 'Porrilla', Francia es otro mundo. «Allí se respeta todo y se vive mucho mejor. A un servidor lo trataron muy bien. El clima es lo que no me gustaba. Yo retorné a Dúrcal definitivamente a los 38 años y medio, con la jubilación anticipada porque enfermé», manifiesta. A el 'Porrilla' no se le olvida lo que le pasó en 1965. «Yo residía en Francia, cerca de Luxemburgo. Un día, un servidor y varios emigrantes de Dúrcal decidimos ir a Luxemburgo para ver a nuestro paisano, Rafael Vílchez Valero ‘el Sillero’, que trabajaba en saneamientos y era pintor. Lo vimos, salimos a dar un paseo y cuando nos acercamos a un palacio o castillo con guardias en la puerta, una mujer desde un balcón saludó a Rafael y nos invitó a que entráramos en ese palacio. Nos quedamos de piedra al saber que aquella mujer era la mismísima Carlota, la Gran Duquesa de Luxemburgo, princesa de Sajonia-Gotha y princesa de Bélgica, que hizo mucha amistad con el artista durqueño porque un día lo vio pintar en la calle y se enamoró de su arte. Entonces supimos que Carlota le pidió a Rafael que la pintara en su tiempo libre. Ella se mostró muy agradecida y entabló mucha confianza con el pintor. Antes de marchar del palacio nos mostró la duquesa el retrato que le hizo Rafael», rememora.
Rafael Vílchez Valero estudió pintura en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Granada. Su principal maestro fue Gabriel Morcillo Raya. Pese a su brillantes calificaciones y a obtener el premio Aplicación en la asignatura de Pintura, Rafael tuvo que dejar la pintura como profesión por motivos familiares.
Trabajó en el campo, en el oficio de sillero, en Luxemburgo, en los mosaicos de Luis Puertas y en la gasolinera de ‘el Zahor’ de Marchena. Sufría de corazón y falleció en 1983, a los 62 años. Nunca dejo de pintar para su familia y amistades y siempre guardó como oro en paño una fotografía familiar en blanco y negro que le regalaron los grandes duques de Luxemburgo. «Podía haber trabajado en palacio pero prefirió volver a su terruño para estar con los suyos», concluye el 'Porrilla'.
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