Antonio murió en soledad
El vecino de Dúrcal, rescatado por los bomberos hace unos días inconsciente y solo en su casa, murió en el hospital del Campus de la Salud
VANESA SÁNCHEZ
GRANADA PROVINCIA
Lunes, 4 de septiembre 2017, 01:23
Nada han podido hacer los profesionales sanitarios por salvar la vida de Antonio T. L., de 81 años, el octogenario que pasó dos días solo e inconsciente en su casa hasta que lo rescataron los bomberos ... . Desde el pasado 24 de agosto, el anciano se encontraba ingresado en el hospital del Campus de la Salud donde falleció en la tarde del viernes 1 de septiembre.Vivía solo, como muchos otros ancianos, pero además, estaba solo. No se relacionaba con nadie, no se le conocía familia, el único momento de socialización era la misa y hacía ya más de ocho meses que no acudía a la iglesia parroquial de la Inmaculada de Dúrcal. Asiduos al acto religioso destacaban en el pueblo que pese a no hablar con nadie y a su carácter huraño, en la misa se hacía notar. «Las oraciones las decía en latín», por lo que concluyen que debía ser «una persona culta». Todos destacan su educación y buena apariencia.
Sin familia
Mientras Antonio ha estado ingresado, la Policía Local de Dúrcal ha continuado investigando para tratar de dar con algún familiar. Este medio no ha podido confirmar que se haya encontrado a alguien aunque «es posible que tenga algún sobrino», señalan fuentes del Ayuntamiento.
Ahora, el piso que Antonio alquilaba queda vacío de vida, pero lleno de todos los objetos que el octogenario fue acumulando en los últimos años. Con la muerte de Antonio no se ha podido analizar si se trataba de un síndrome de Diógenes o de un Trastorno Acumulativo Compulsivo, pero el caso es que en la vivienda no había espacio para dormir, para comer, para alcanzar ni un vaso de agua, tal y como relataba la alcaldesa, Antonia Fernández, el día en el que hombre fue rescatado.
Paradojas
Otras fuentes aseguran, que dentro del desorden, Antonio seguía un patrón, no acumulaba basura orgánica. Como ejemplo explican que en el piso había muchos despertadores, pero todos estaban distribuidos en el mismo lugar con cierto orden; como los relojes, otros objetos también habían sido dispuestos de una manera organizada, es decir, que dentro del caos en el que vivía, existía un orden.
La propia vida de Antonio es una paradoja, ya que pese a tener una situación financiera que le permitía vivir de forma acomodada optó por unos hábitos de vida austeros, eligió la miseria.
Varios vecinos de Dúrcal, entre ellos el propio párroco, intentaron ayudarle, hablarle, que se relacionase con otras personas. En pueblos como Dúrcal es difícil estar solo, siempre hay alguien pendiente, el sentimiento de comunidad es mucho mayor que en las barriadas de las ciudades, el grupo se protege. La noticia de su hospitalización había conmocionado a este pueblo del Valle de Lecrín y esperaban su vuelta para poder ayudarle y que Antonio no estuviera sólo. Sin embargo, el anciano había elegido esa soledad.
El síndrome de Diógenes y el Trastorno Acumulativo Compulsivo son consecuencia de una depresión, acentuados por la pérdida de alguien querido o de otro trauma emocional. Quienes padecen estos trastornos encuentran placer y alivio en acumular objetos, intentan cubrir una necesidad afectiva. Y aquí, de nuevo, la paradoja de la vida de Antonio y de muchas otras personas que mueren padeciendo el síndrome de Diógenes. Este mal aparece y se acentúa debido a la carencia de familiares o amigos que puedan tratarlo a tiempo. El anciano escondió, como pudo, la miseria que acumulaba en el piso, en su vida, evitó ser auxiliado por la comunidad de este pequeño pueblo donde residía desde hace una década, eligió la soledad.
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