Antonio casi muere de soledad
El anciano rescatado por los bomberos tras pasar dos días inconsciente, se encuentra ingresado en el Hospital del Campus de la Salud | Fue encontrado en su piso de Dúrcal deshidratado, con inanición y rodeado de la basura acumulada durante años
VANESSA SÁNCHEZ CORTÉS
DÚRCAL
Martes, 29 de agosto 2017, 01:32
Antonio T. L., de 81 años, vive en Dúrcal desde hace una década aproximadamente y siempre ha tenido una actitud huraña, no se tiene constancia ... de que mantenga una relación de amistad con alguien y tampoco se ha podido confirmar que tuviese familia. Todo apunta a que Antonio estaba solo. Tenía alquilado un piso en una tercera planta de un edificio y dos cocheras. La mayoría de los vecinos de Dúrcal consultados lo conocían de vista, porque en un municipio de una zona rural como éste del Valle de Lecrín es raro que pase desapercibido alguien recogiendo objetos de los contenedores de basura, y más si es octogenario. También comentan que hasta hace pocos meses iba a misa cada día.
«Siempre vestía bien y estaba aseado, participaba en las oraciones muy activamente, se sabía las misas casi mejor que el cura», relatan algunas parroquianas. De la liturgia salía justo antes de su conclusión. Era la hora que aprovechaba para pasear siguiendo la ruta de los contenedores situados entre la iglesia de la Inmaculada y su casa. Antonio puede padecer síndrome de Diógenes o un trastorno obsesivo compulsivo por el que se sustituye la carencia de afecto tras una pérdida importante en su vida por el placer de encontrar cosas en la basura. Sin embargo, el declive de la salud mental de Antonio comenzó a hacerse cada vez más patente en los últimos meses. «Ya no se aseaba, adelgazó, se escondía, dejó de tomar la Eucaristía» y, finalmente, no volvió, según aseguran otros asistentes a la misa diaria.
Durante dos días, la única vecina de Antonio no coincidió con él. Esto alarmó a la mujer, que avisó a la Policía Local en la mañana del pasado jueves. Los agentes intentaron entrar, pero fue en vano. Antes se pusieron en contacto con la propietaria de la vivienda, pero no disponía de llave. Por eso, la alcaldesa, Antonia Fernández, contactó con el Parque Sur de Bomberos. Por la tarde, lograron entrar en el domicilio.
El escenario era dantesco. Según la regidora, apenas quedaba un minúsculo pasillo para llegar al cuarto de baño, donde yacía inconsciente Antonio. «Ni cama, ni sillones, ni mesas, era imposible acceder a un vaso ni a un grifo, por lo que estaba deshidratado y sufría de inanición; las cosas se acumulaban en el piso hasta el techo, no sabemos cómo ni dónde dormía porque, de forma literal, no hay espacio para tumbarse, tan sólo una silla vacía y el pequeño hueco en el aseo», relata la alcaldesa.
Antonia Fernández recuerda, además, que cuando regentaba su inmobiliaria acudió para el alquiler de un garaje. Hace dos años y medio los vecinos informaron al propietario del mismo porque estaban asustados por la posibilidad de que el 'almacén' de Antonio ardiese. El anciano pasaba horas e incluso noches allí, alumbrándose con una vela, rodeado de los objetos que había ido recopilando de los contenedores. Finalmente, el propietario rescindió el contrato, cambió la cerradura y tuvo que alquilar un contenedor de obra para vaciar el garaje. Mientras, Antonio alquiló otros dos garajes más pequeños. Según los expertos, la pérdida de estas cosas supone, para los afectados por el síndrome de Diógenes, el mismo sentimiento de duelo que la muerte de un ser querido.
Puntual en el pago
La rescisión del contrato del garaje se debió al trastorno que sufre Antonio, porque según declara la regidora del Ayuntamiento, el anciano acudía el 26 de cada mes a entregar el dinero del alquiler. Su casera recibe de forma mensual una transferencia bancaria. Apenas tiene relación con él, nunca le abría la puerta ni respondía al teléfono, pero el dinero llegaba siempre de forma puntual. Fue el padre de la actual propietaria el que un día encontró a Antonio en un bar del pueblo y le ofreció el piso para alquilarlo. La mujer recuerda que antes de morir, hace apenas un año, le dijo que el anciano no tenía familia.
En el pueblo, ninguna de las personas con las que compartía su único momento de socialización, la misa, conoce su procedencia o profesión. Algunos afirman que era médico, otros militar y otros policía. Su casera explica que su forma de hablar denota que es un hombre culto y siempre ha sido muy correcto. Según el informe de la Policía Local, Antonio era propietario de un piso en Granada.
Ahora, el anciano se encuentra ingresado en el Hospital del Campus de la Salud a cargo de Medicina Interna y está teniendo una buena evolución, según informan fuentes de la Delegación de Salud.
Este tipo de trastornos no están considerados como una enfermedad psiquiátrica, por lo que no se incapacita al paciente y no puede ingresar en la unidad sanitaria correspondiente. El tratamiento, tanto del síndrome de Diógenes como del trastorno acumulación compulsiva, debe hacerse con terapia y medicación, pero en la mayoría de los casos, los afectados suelen continuar con esa actitud huraña y antisocial, no permiten que otras personas se entrometan en sus rutinas, en su vida, porque no reconocen su problema. El síndrome de Diógenes surge a raíz de un trauma emocional, y está muy relacionado con la depresión. No es exclusivo de un segmento de la población. El único factor común entre quienes lo padecen es la soledad.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión