El abogado de la garganta
Dúrcal se prepara para celebras sus antiquísimas fiestas patronales en honor a San Blas, abogado de los males de garganta y patrón de los tejedores y zapateros
RAFAEL VÍLCHEZ
Lunes, 30 de enero 2017, 01:42
La preciosa y hermosa localidad de Dúrcal, situada en la comarca del Valle de Lecrín, se prepara para celebrar sus famosas fiestas patronales en honor ... a San Blas bendito los días 2, 3, 4 y 5 de febrero. El programa de actos lúdicos y religiosos es amplio y enorme y ha sido elaborado por el Ayuntamiento de Dúrcal, presidido por la muy eficaz, Antonia Fernández. En estas fiestas actuarán la gran banda de música de Dúrcal y las orquestas Los Diablos Negros, El Deseo y Nuevo Ayer, los grupos Luz del Sur y Chaman, y el Trío Energía. Habrá también eucaristías y procesiones, una de ellas con la imagen de la Virgen del Carmen. En la eucaristía de La Candelaria el párroco de Dúrcal, nacido en la Alpujarra, dará la los niños y niñas de Dúrcal.
También, y entre otras muchas cosas, habrá exposiciones, deportes y campeonatos, muestra de dulces típicos, ferias de día, la denominada Olla de San Blas (puchero de hinojos durqueño), desayuno a base de espichás con huevos fritos, y paella al medio día. El campeonato de paulo se celebrará en el espléndido Salón del Monte, cuyo bar de interminable barra lo defiende a las mil maravillas José Manuel Pionono y su encantadora mujer Margarita, nacida y criada en Murchas y una de las mejores cocineras del Valle de Lecrín que supo aprender a cocinar con mucha pasión y esmero de la mano de su recordada y santa madre Francisca. Esta competición la organiza la Sociedad Benéfica La Esperanza, de Dúrcal. El día 2, a las siete menos cuarto de la tarde, entre gran número de fuegos artificiales, tendrá lugar la bajada de la imagen de San Blas desde su restaurada ermita hasta la iglesia consagrada a la Inmaculada Concepción. Las dos procesiones, que se celebrarán los días 3 y 4, comenzarán a las siete de la tarde.
Uno año más renacerá en Dúrcal la tradición existente de guardar celosamente un pequeño lazo rojo bendecido en la iglesia por el párroco y pasado por la preciosa y muy venerada imagen de San Blas para en caso de enfermedad -de garganta, principalmente- colocarlo en el cuello y así poder, con su misteriosa energía y fe, sanar más pronto. San Blas es el patrón de los tejedores y zapateros.
San Blas impidió hace años que las aguas de una gran tormenta inundaran parte del casco urbano de Dúrcal y que se incendiara el camión de un transportista, cosario y recadero de Lanjarón llamado Juan Reyes (abuelo de la actual diputada provincial del PP, Carmen Lidia Reyes). A primeros del pasado siglo Juan Reyes cuando desde Granada capital estaba subiendo por la carretera cercana a la ermita de San Blas de Dúrcal, el camión cargado de diferentes artículos empezó a arder. Juan Reyes, alarmado, dirigió la vista a la ermita y pidió encarecidamente al Santo encontrar agua con la que apagar las llamas. Cuentan que, en ese momento, empezó a llegar agua por la cuneta y por si fuera poco vio aparecer por el caudal dos cubos. Y gracias a ello, y a los hombres que se acercaron, el cosario de Lanjarón pudo así apagar el fuego, y desde entonces y hasta su muerte visitó la ermita y las fiestas en honor a San Blas.
Blas Jesús de Órtas (hijo de la recordada Carmen) y El Largo, son algunos de los vecinos de Dúrcal que se encargan de repartir los lazos de San Blas. La ermita de San Blas posee desde siempre de una casa contigua para los ermitaños. Vicente y su mujer son los encargados de este recinto religioso desde hace años.
Otra leyenda dice también que, en otra ocasión, llovía a cántaros sobre Dúrcal. Tanto, que se desbordó el Barranco Porras. Los vecinos temieron que el fuerte caudal destrozara parte de sus viviendas y fincas. Algunos lugareños se armaron de valor y con picos, azadones y palas quisieron desviar las aguas por encima de la barriada de El Darrón, junto al camino real de Nigüelas, pero se quedaron de piedra a ver a un misterioso hombre vestido de obispo que dirigía con la mano el agua a otro cauce menos peligroso que va a parar al paraje rural de La Posma.
Aquel hombre, como por arte de magia, desapareció al instante y enseguida apareció el sol radiante. Aquellas personas vieron en aquel milagro la mano de San Blas y recorriendo un corto camino de herradura se dirigieron hacia la ermita y tras pedir permiso a sus ermitaños y entrar en ella comprobaron que la vestimenta de la imagen del Santo estaba completamente empapada en agua. Los lugareños miraron por el techo y por las paredes y se percataron de que no existían grietas ni gotera alguna. En 1992, la ermitaña Trini (fallecida) y su esposo José El Pauleño encontraron una vieja placa de cerámica cuando se reparaba un tabique de la ermita que decía la fecha de terminación de la misma: 1448. Uno de los mantos que lleva San Blas se lo regaló doña Gloria, esposa del teniente general Serrano. Fray Leopoldo de Alpandeire solía acercarse a rezar a la ermita de San Blas cuando visitaba Dúrcal para pedir limosna.
Una gran devota de San Blas, Concepción Melguizo, con más de 90 años de edad, explica que desde tiempos inmemoriales centenares y centenares de personas de Dúrcal y de otros lugares guardan en sus casas unos pequeños lazos bendecidos y pasados por la imagen de nuestro patrón San Blas para, en caso de enfermedad, sobre todo de la garganta, colocarlo en el cuello para intentar curarse y en muchísimas ocasiones las curaciones se hacían y se siguen haciendo realidad, manifiesta esta excelente mujer.
También recuerda Concepción Melguizo que cuando ella era muy joven los mayores tenían por costumbre decir: Todos los días comemos pan y cebolla y en el día de San Blas una buena olla. "En aquella época se solía sacrificar el mejor gallo casero para cocinarlo con arroz o hacerlo en pepitoria para las fiestas. La gente se lo pasaba a lo grande asistiendo a los sermones y a las procesiones de San Blas y de la Virgen del Carmen. Luego, la gente, a pesar del frío, bailaba sin cesar en la plaza. Y ya en las casas se solían degustar también pestiños y roscos y otros productos acompañados algunas veces de copitas de aguardiente y vino mosto del terruño, relata.
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