Las 'malas' hierbas

Teniendo en cuenta su potencial tóxico ¿debería existir algún tipo de control por parte de las autoridades? Vayamos en primer lugar con las opiniones de los expertos. Guillermo Benítez, del departamento de Botánica de la Universidad de Granada, considera que, por lo pronto, el hecho de que este tema se aborde en los medios ya puede incitar a un uso indebido de una planta tan tóxica como puede ser la lejía que tenemos en casa. Y recuerda que la escopolamina se utiliza, en cantidades muy medidas por la industria farmacológica, como premedicación en anestesia para reducir salivación excesiva y secreciones del tracto respiratorio.

Según este profesor, la gente suele hablar de forma genérica del estramonio, la datura más conocida, «cuando en la Península Ibérica, por ejemplo, se han citado cuatro especies del mismo género». «Todas muy parecidas -aclara- aunque macroscópicamente pueden diferenciarse». Y agrega que 'burundanga' es un término ambiguo, procedente del español de Latinoamérica, que puede llevar a confusión y que se asocia a «compuestos químicos, entre los que puede estar la escopolamina, que se utilizan en forma de polvo y que han precisado un proceso de extracción, depuración o compra». A partir de ahí, la diversidad de concentraciones de los componentes de las daturas depende de varios factores como la especie botánica, el periodo de maduración, la parte del vegetal que se vaya a utilizar y también la forma de ingesta. En este sentido, se han dado casos de que alguien llegue al hospital con las pupilas dilatadas por haber tocado una datura, pero sin que haya intoxicación oral. Respecto a la obtención de la escopolamina, Guillermo Benítez considera que se requieren unos conocimientos que no tiene el público en general.

Ningún plan de erradicación

La Delegación de Medio Ambiente de la Junta señala que el estramonio (Datura stramonium) «no está incluida en ningún catálogo ni en ningún plan específico de erradicación». «Tiene componentes alucinógenos y es tóxica, pero estas características la tienen la mayoría de plantas silvestres y ornamentales», afirman estas fuentes, quienes agregan que «muchas especies frecuentes en nuestros caminos llegan a ser mortales como los 'pepinillos del diablo' (Ecballium elaterium), la cicuta (Conium maculatum), el ricino (Ricinius communis), clematis (Clematis vitalva), heleboro (Heleborus foetidus), el torvizco (Daphne gnidium) o la sabina (Juniperus sabina). Unos niveles de peligrosidad asimilables a algunas plantas que se pueden tener en los jardines como la melia (Melia azedarach) o la adelfa (Nerium oleander).

Por eso, concluyen desde la Delegación de Medio Ambiente, «si hubiera que eliminar todas las especies tóxicas o alucinógenas, habría que arrasar con la mayoría de las plantas». «La característica de poseer sustancias químicas tóxicas y alucinógenas es muy común en el reino vegetal y es propio de su biología como mecanismo de defensa ante los depredadores y por tanto no tiene sentido su erradicación», reiteran.