Un futuro para la Manzanilla Real
Crean una reserva genética con un millar de plantas que se espera duplicar en solo un año, con el objetivo de conseguir muestras de las poblaciones de toda la sierra y mantener las características genéticas que ayuden a su reproducción
Juan Enrique Gómez
Lunes, 18 de abril 2016, 00:32
La nieve de primavera aún cubre los roquedos de las altas cumbres de Sierra Nevada, pero a pesar del frío, bajo las lajas de pizarra, ... donde el suelo mantiene temperaturas que permiten la vida vegetal, los plantones de Manzanilla Real, Artemisia granatensis, esperan el momento para rebrotar y las semillas el tiempo de germinar. Son muy pocas y se encuentran en lugares donde es casi imposible hacer crecer las poblaciones y recuperar por sí mismas la viabilidad de la especie. Hasta hace solo unos meses la emblemática manzanilla endémica de la sierra granadina, no tenía opciones para poder abandonar el corredor que la llevaba a la extinción, pero ahora se abre una vía de esperanza y parece vislumbrarse un nuevo futuro para la especie con la creación de una reserva genética que se ha instalado en el Jardín Botánico Hoya de Pedraza y que ya cuenta con un millar de individuos y tiene como previsión duplicar esa cifra y llegar a los dos mil tras la temporada de verano de 2017.
Hace varios años que desde los departamentos de Botánica de la Universidad de Granada, los especialistas del Parque Nacional de Sierra Nevada y la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, se habían puesto en marcha trabajos para delimitar la situación real de la Artemisia granatensis y conocer las poblaciones existentes a lo largo de toda la sierra. Los datos confirmaron la situación crítica de la Manzanilla Real y la necesidad de preservarlas e incluso de realizar plantaciones en lugares donde era posible su crecimiento, pero además la recogida de material genético, semillas, con las que poder generar una reserva que mantuviese las características genéticas de cada una de esas poblaciones.
Uno de los botánicos del Parque Nacional que ha trabajado en el seguimiento de la Artemisia granatensis, José Miguel Muñoz, afirma que para esta especie que se reproduce a través del polinización, es necesaria una proximidad entre las diferentes plantas, lo que provoca que pueda mezclarse con otras de su mismo grupo, pero tienen que estar cerca, no puede alcanzar individuos de otras poblaciones y, por tanto, les es muy difícil expandirse por el territorio. La reserva genética ayudará a esa expansión con plantones de características similares a las plantas que ya se encuentran en estado natural en un determinado lugar.
Durante el pasado otoño, dentro del Plan de Recuperación de Especies Amenazadas de las Altas Cumbres, los especialistas de la Junta acondicionaron una parcela en la Hoya de Pedraza donde poder cultivar un millar de plantas producidas en el Laboratorio de Propagación Vegetal con semillas procedentes de cinco de las poblaciones mejor conservadas. Según fuentes de la Junta, «en 2015 se recogieron semillas, e igualmente está previsto hacerlo de nuevo ahora en 2016, hasta que se alcance la representación de todas las poblaciones importantes que aún persisten en el macizo nevadense, y de aquellos núcleos-puente que con escaso número de individuos cumplen con una función crítica, la de permitir el flujo genético entre poblaciones».
En los últimos años, los trabajos de recuperación y conservación de grupos de Artemisia granatensis y la protección de los hábitats donde crecen han sido objeto de estudio por parte de científicos de diversas organizaciones y punto de atención de cursos de formación especializada en flora nevadense y de altas cumbres. Biólogos, estudiantes, técnicos del parque, e incluso voluntarios, han participado en la recogida de semillas. «En todos los casos se han recolectado pequeñas cantidades de semilla de cada población para evitar que una actuación destinada a la conservación se vuelva en su contra», dicen los responsables del proyecto, que afirman que el objetivo es tener representados todos los núcleos de la especie, y en consecuencia la variabilidad genética, se estima que la reserva albergará en torno a 2.000 plantas en cultivo, número que está previsto que se alcance en 2017.
Se abre un nuevo futuro para una especie que podría abandonar la clasificación de Peligro Crítico de Extinción.
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