700 niños no van a la escuela

En Granada el curso escolar 2014/2015 terminó con sólo 700 alumnos absentistas. Pero son 700 niños que entrado el siglo XXI no van a clase. Y a pesar de todo, esta cifra supone una notable reducción si se compara con el número de escolares de menos de 16 años que no acudían a los centros en años anteriores. Además, con la mayoría de ellos la ausencia se normalizó sin excesivos problemas. Del 1,32% se ha pasado en sólo un año a un 0,5% de ausentes, fruto del trabajo del equipo de Miguel Ángel Caballero, que se dejó aconsejar por su jefa de servicio, Iluminada Jiménez, para pasar más de horas en la calle y en las aulas que en los despachos de Gran Vía.

El coche de Miguel Ángel Caballero no sólo se mueve por la capital. El descenso más importante de las cifras de absentismo escolar se ha producido en otros puntos conflictivos de Granada, como Pinos Puente o Montefrío, en los cuales la cifra de alumnos que no van a clase es mínima. En la Costa también se baja de 177 a 122 niños y adolescentes de menos de 16 años que no acuden a la escuela, mientras que en Loja el nuevo curso ha comenzado con la mitad de absentistas.

Uno de los proyectos que más éxito ha tenido desde la llegada de Caballero al área de Compensatoria es el plan 'Chipé Calí', centrado en la intervención con alumnado gitano, con el fin de mejorar el rendimiento vital, social y académico de este tipo de niños, que reciben educación en valores y formación específica, con una intervención comunitaria y educación desde la calle. El proyecto 'Chipé Calí' se ha puesto en marcha en diez centros de la provincia.

La metodología propuesta desde Educación está dando resultado, pero requiere la implicación global del profesorado en las zonas de exclusión. Caballero, que empezó a trabajar hace más de dos décadas junto al juez Emilio Calatayud, afronta cada día con «vocación» y sin importarle tener que terminar de trabajar a las diez de la noche. «Trabajar con estos niños no permite desconectar para que vayan a clase», expone. En el caso del CEIP Luisa de Marillac, trabaja junto a Basilio López, director del centro, para padres y alumnos vean el colegio como una segunda casa en la que van a encontrarse queridos e integrados. Ambos se entienden con sólo mirarse y han conseguido ganarse la confianza de alumnos y progenitores, algo fundamental en puntos como Molino Nuevo.

Explican que el que las escuelas se tengan que adaptar al entorno que les acoge se encuentra recogido por la ley y que por ello tienen que trabajar de forma diferente a como se imparte clase en cualquier colegio del Centro. «Nos han tildado de ser paternalistas, pero nuestra idea es dignificar a la persona», analiza López, que lleva más de treinta años como profesor en este barrio de la capital.

En los dos años que Miguel Ángel Caballero acumula al frente del área de Compensatoria ha logrado que esta parcela educativa se deje de ver como algo marginal y se entienda que «algunas zonas requieren unas reglas propias y un conocimiento profundo de los hogares de los alumnos», aunque para ello ha mantenido decenas de reuniones con responsables políticos y educativos que han visto la necesidad de trabajar con este alumno de manera diferente. Con esta variante «se cambia la forma de ser de los padres y del alumnado» y, lo más importante, se consigue fidelizar al alumno y que este aprecie la asistencia a la escuela. «Estoy convencido de que tenemos que dignificar a estas familias y trabajar por el futuro de los pequeños. Además, el delegado de Educación Germán González cree plenamente en el trabajo del área de compensatoria y apoya el trabajo por el alumnado en riesgo de exclusión», explica Caballero.