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Patricio Larrosa pasa una temporada en Granada aunque reside en Honduras desde hace 26 años. V.S.C.
«El problema no es la patera sino el lugar de donde salen estas personas»

«El problema no es la patera sino el lugar de donde salen estas personas»

Patricio Larrosa | Fundador de Acoes ·

El sacerdote de Huéneja fundó la asociación Acoes en Honduras, que escolarizó en 2017 a 11.600 estudiantes. Su historia es la protagonista de la campaña del Domund 2018

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Domingo, 23 de diciembre 2018, 00:39

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El padre Patricio Larrosa fundó Acoes hace 26 años. Este granadino de Huéneja vive en Honduras desde entonces, aunque por motivos familiares lleva unos meses entre su pueblo natal y Granada. Los datos reflejados en la memoria de 2017 de la organización son apabullantes: abrieron una nueva escuela que se suma a las 16 existentes, un centro de preescolar y una casa para estudiantes. Algunos pudieron venir a España para cursar un nivel superior. La ayuda de Acoes llegó a casi 30.000 beneficiarios directos, se generaron 110 puestos de trabajo permanentes y casi 250 temporales. Y lo más importante, la razón de ser de la organización: se atendió a más de 11.600 estudiantes desde preescolar hasta el doctorado. Patricio considera la educación como la herramienta fundamental para hacer del mundo un lugar mejor, para dar esperanza, para erradicar el odio al extranjero y, sobre todo, para que las personas puedan vivir con dignidad. La historia de Acoes y de su fundador es la que ilustra el vídeo de la campaña de recogida de fondos del Domund 2018.

-¿Cómo funciona Acoes?

-Desde que comenzamos buscamos que esas personas que ayudan sean las que se beneficien. Entonces, la gente de aquí, de España, les ayuda para que estudien pero los atendidos en Honduras trabajan para ayudar a otros durante su tiempo libre. Trabajan en colonias, en barrios, donde hay muchas necesidades, de donde sale la mayoría de la gente que emigra a Estados Unidos. En Honduras hemos hecho guarderías, centros de apoyo escolar, atención a ancianos, escuelas nocturnas, escuelas en barrios muy marginales donde los niños no podían ir a escuelas, para que se preparen bien. Y descubrimos que, después de muchos años de ayuda, las personas que se forman encuentran buenos trabajos en Honduras, se casan, tienen sus familias, sus casas en buenas condiciones y pueden vivir con dignidad. Y ellos a su vez ayudan a sus hijos, y ya no hay que seguir ayudando. Son 26 años los que llevo y he visto cómo se ha podido cerrar el círculo, el proceso de salir de la pobreza. Y sí, es posible, es relativamente fácil, hay que esperar 20 años. Cuando la gente se prepara bien encuentra un sitio donde poder aportar algo a la sociedad.

«La solución es que la gente no tenga que salir, darle oportunidad en sus países»

-Cuando dieron los primeros pasos de la asociación, ¿esperaban que tuviese esta repercusión?

-No, mi idea era irme a Honduras, ayudar dos o tres años en alguna parroquia y después regresar a Guadix. En los pueblos en los que estuve me encontré muy bien y esperaba pasar unos años en Honduras y volver. Pero al ver tanta gente con ganas de ayudar y de colaborar ya me he visto gratamente obligado a continuar escuchando a estas personas que piden un mundo mejor, que quieren que otros puedan vivir con dignidad. Si podemos remediar un poco tanta desigualdad que hay, si podemos ayudar a mejorar la vida de las personas, lo tenemos que hacer, así que me encuentro muy feliz de poder estar en Honduras y de poder seguir atento y escuchando ideas de la gente. Yo sólo ayudo a llevarlas a cabo.

-¿Qué piensas de la inmigración en España?

-El problema no es la patera que viene y hay que atender y rescatar a esas personas, por supuesto. El problema está en el lugar de donde salen. La niñez y juventud que tuvieron, las nulas oportunidades que tuvieron en sus países. Hasta que no vayamos allí a escuchar sus problemas y ayudarles a resolverlos, no se solucionarán. Creo que nadie quiere salir de su país. Los hondureños que emigran a Estados Unidos van porque creen que allí vivirán mejor. Y allí puede ser mejor pero también es muy difícil. En mi opinión la solución es que la gente no tenga que salir de sus países, darles oportunidad allí, que son territorios muy ricos, de riquezas naturales, pero que están muy mal administrados, muy mal gobernados y es allí donde hay que intervenir. Los jóvenes que ayudamos en Honduras y que han conseguido estudiar aquí tienen oportunidad de quedarse y no se quieren quedar porque desean vivir en su tierra. Si te dan oportunidades y te dan trabajo y una vida digna te vas para allá a toda velocidad. Las personas que vienen en pateras están desesperadas buscando una solución porque en sus países están 'remal, remal' y nosotros sólo los vemos cuando están llegando. Es fácil y barato intervenir en esos países. Con la mitad de lo que se gasta aquí, allí se resuelve el problema.

«Con la mitad de lo que se gasta aquí, allí se resuelve el problema»

-¿La educación es la herramienta para revertir esta situación?

-Es la única herramienta para cambiar la sociedad, sí. Invertir mucho en buena educación, no sólo titular a la gente, sino haciéndola consciente del mundo en que vivimos, de las necesidades que hay y de las oportunidades que tienen para intervenir para mejorar este mundo. También es un trabajo que necesitamos hacer aquí, desde los más pequeños de la sociedad, concienciándolos de la realidad de este mundo, haciéndoles partícipes de hacer mejor esta sociedad. Cuando voy a las escuelas aquí veo cómo los niños quieren ayudar para que estos problemas de desigualdad en el mundo se superen y preguntan qué pueden hacer. Creo que todo el mundo quiere ayudar y necesitamos conocer los cauces para hacerlo.

«Llevo 26 años y he visto cómo se ha cerrado el círculo del proceso de salir de la pobreza»»

Imagen principal - «El problema no es la patera sino el lugar de donde salen estas personas»
Imagen secundaria 1 - «El problema no es la patera sino el lugar de donde salen estas personas»
Imagen secundaria 2 - «El problema no es la patera sino el lugar de donde salen estas personas»

-¿Qué opina sobre el racismo emergente en occidente?

-Creo que necesitamos aprender a convivir, a compartir y a ayudarnos. También en Honduras hay grupos que son muy peligrosos, que se consideran que no merecen la pena que vivan, pero creo que es por culpa de la mala educación que se tiene por parte de estas personas, porque no miran por qué llegan a vivir o a ser así. Cuando analizas por qué una persona se mete en una pandilla te das cuenta de que desde pequeño ha sido marginada, no ha sido integrada y por verse fuera de la sociedad, atacan a la sociedad. Pero cuando se les dan oportunidades he visto que esas personas son las primeras en colaborar, en ayudar. No hay nadie que sea mala por naturaleza. Las personas se pueden hacer dañinas para la sociedad pero se hacen, no son. El reto es saber cómo integrarlas. Todas las personas valemos lo mismo, somos iguales aunque hayamos tenido historias que nos lleven a lugares diferentes. No me parece nada bueno para ninguna sociedad marginar, expulsar, no aceptar, no ayudar para que los que están peor vivan con la dignidad que merece cualquier ser humano.

-¿Cómo puede ayudar la gente de Granada a Acoes?

-Puede dirigirse a la web, donde estarán los contactos, puede presentar su iniciativa, sus planes, algunas personas pueden ir a colaborar; hay mucha gente que viaja a Honduras también. De cualquier forma, ayudar siempre es muy bueno para ambas partes. Los que no pueden ir, pueden colaborar con la gente que trabaja desde aquí: unos ayudan sensibilizando en las escuelas, otros, en la organización para los envíos que se hacen por contenedor. Se puede hacer mucho. Queremos ser una organización de puertas abiertas hacia propuestas de la gente, porque hay quien tiene la iniciativa pero no encuentra la forma o el lugar donde llevarla a cabo.

-¿Cuál es el escenario futuro deseable?

-Dios permita y quiera que podamos ir creciendo, ayudando más, que podamos mejorar lo que estamos haciendo y continuar siendo un cauce para mejorar la vida de las personas que lo necesitan. Lo deseable sería que no hiciera falta que hiciéramos nada, aunque por ahora vemos que tenemos mucho trabajo.

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