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Un bombero transporta un colchón de una de las casas afectadas por las inundaciones de 1963. IDEAL

El principio del fin del Sacromonte

Momentos de Granada ·

El barrio lleva decenas de años agonizando pero, afortunadamente, no muere

TITO ORTIZ

Miércoles, 9 de agosto 2017, 00:34

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El Albayzín tiene un hermano que es el Sacromonte. Nos vamos de un barrio flamenco a un barrio gitano, como si lo uno pudiera separarse ... de lo otro. El de la 'verea de en medio', el de las cruces camino de la abadía, el de las siete cuestas, el de las catacumbas de san Cecilio y el de las cuevas de la zambra. Una gitanería señorial y artística que ha sabido con su arte atraer, no solo a los buenos aficionados, sino a reyes, príncipes, jefes de Estado, artistas de todas las disciplinas y estrellas de Hollywood. Lo que se hace en el Sacromonte no se hace en ningún otro sitio. El ritual de la boda gitana se conserva aquí como parte exquisita de nuestra tradición. Desde la jondura de Juanillo, El Gitano, a la gracia de María, La Canastera, pasando por los Amaya, los Cortés, los Heredia. Desde La Faraona a La Golondrina, desde las pitas a las chumberas, de las fogatas a la saeta a su Cristo de cuatro clavos, el Sacromonte es un pedazo de nuestra historia inseparable, con don Andrés Manjón, a lomos de una borriquilla impartiendo educación, comida y vestido a la banda del Ave María, dirigida por el maestro José Ayala. En una de sus cuevas, una afortunada noche, Antonio Sánchez Ramírez, El Compadre, fundó la hermandad del Rocío de Granada, en una servilleta de papel. El tango falseta, el de los merengazos, conviven con la cachucha, la mosca y la alboreá, formando parte de nuestro legado irrenunciable de la música granaína.

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