«Al principio era un poco raro estar con niños de otros cursos, pero es divertido»
El CPR Tres Fuentes de Gor, con aulas en Gorafe y Hernán Valle, avanza hacia una enseñanza por proyectos y presume de «auténtica integración»
No son ni las ocho de la mañana y el autobús ya ha iniciado su ruta. En la escuela de Gor, las clases arrancan a ... las nueve, pero antes hay que recoger a los niños que viven en los anejos de alrededor. Las carreteras curvas y estrechas alargan las distancias para llegar a este pequeño municipio de la comarca de Guadix, en la provincia de Granada. Una hora después, llegan a su destino: el colegio público rural Tres Fuentes.
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También tiene unidades en Gorafe y Hernán Valle, pero aquí está la sede y, por tanto, el director, José Antonio García, que los recibe en la puerta. Minutos después, los profesores empiezan a impartir inglés, francés, educación física... Parecía imposible hace dos años cuando solo había ocho niños y el centro casi cierra. Hoy, son 29.
Durante la visita de IDEAL, el especialista en música, Quique García, tutorizaba a su clase, de tercero a sexto de Primaria. No había estado en un centro tan pequeño hasta que llegó a Gor. Los primeros meses le costó tener que moverse a Gorafe y Hernán Valle para dar clase, pero no tardó en ver que «enseñar a niños de distintas edades requiere estar organizado para que todos respondan». Avanzan hacia una enseñanza por proyectos.
Su alumna Triana, de nueve años, antes iba al colegio en Maracena. «Estábamos todos juntos, había mucho jaleo. ¡Y no celebrábamos nada! Aquí somos pocos, pero celebramos todo y en el recreo, Cecilia –una compañera– planea juegos y nos divertimos. Además, tengo la casa al lado del autobús y voy sola», presume la niña.
Los más pequeños no tienen su desparpajo hablando, pero también se les veía encantados con la 'seño' Esther. Ella es la referente de los peques de 3 a 5 años. Les ayuda a pintar, cantan y juegan sin parar. Aunque la singularidad de la escuela rural se palpa especialmente en el recreo Unos juegan al fútbol, otros se tiran por el tobogán y algunos charlan tranquilamente en una esquina. El patio es donde mejor se ve: la edad no importa. Pequeños y mayores, incluidos niños con necesidades educativas especiales, se mezclan y hacen equipo sin prejuicios.
«En gimnasia también nos juntamos todos. Al principio era un poco raro, pero es divertido», admite Fran, de 10 años, el único alumno de sexto y el mayor del cole. Y mientras él y los demás volvían al aula, los fogones cogían temperatura. Rosa, la cocinera, había vuelto de la compra. «Vengo a las nueve para ver qué necesito y prepararlo todo. Tengo que alimentar 21 bocas. Hoy toca crema de calabacín y hamburguesa de pollo y pavo con arroz cinco delicias», anuncia. Y de postre, fruta.
Y, a las dos de la tarde, al comedor o a casa. A algunos los recogen allí mismo. «Para mí es un privilegio que los niños estén mezclados. El mío con tres años ya sabía leer. ¿Dónde pasa eso?», comentaba una madre. El director miraba con orgullo a sus alumnos. «Aquí se vive la auténtica integración», asegura. Todos se conocen, se respira tranquilidad y nadie se queda atrás. La de Gor es una gran familia.
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