Preocupación en el barrio de La Cruz de Granada por la presencia de okupas en un bloque de pisos
En la zona alertan de la deriva que está tomando un lugar en el que hoy es común las «fiestas» tarde, «peleas» o que haya quien coja agua de la fuente o se enganche a la luz
Y de repente aparece un cadáver en el pasillo del quinto. Es 2017 y la Policía pregunta qué ha pasado. Nadie habla, hay miedo, ... el suceso hace saltar por los aires la tranquilidad de un lugar en el que estas cosas solo pasan en la tele. Es entonces, justo este día, cuando los vecinos de un bloque del barrio de La Cruz constatan para su desgracia que la zona en la que habían sido felices muchos años se ha convertido en un sitio no muy recomendable para vivir.
Más de dos años después del suceso son pocos los vecinos históricos que siguen viviendo allí y los cambios nada tienen que ver con un moderno proceso de gentrificación. Que va. La causa, que tiene mil aristas, es por encima de todo la presencia de unos okupas que se han hecho dueños de la rutina de esta zona de la capital. Al menos así lo denuncian sus vecinos, los pocos que quedan en el citado edificio o sus proximidades y los muchos que se han ido ya precisamente huyendo de su conducta incívica.
Aquella muerte no fue violenta. La Policía confirmó que se trató de una sobredosis y de que el suceso acaeció en uno de los pisos que estaban okupados. El mismo que continúa hoy fuera de la legalidad. Sus actuales inquilinos le dieron una 'patada' a la puerta y se metieron a malvivir.No fueron los únicos. A raíz de la primera 'mudanza' vinieron otras dos. Según explica el antiguo dueño de los pisos okupados, actualmente en este bloque del barrio de La Cruz de siete plantas existen tres pisos con moradores sin escrituras o contrato. Y ellos conviven en pisos de cuatro habitaciones en un bloque con otras personas que sí están allí legalmente.
La mayoría son personas de bajo poder adquisitivo pues los pisos con dueño se tienen que ofrecer con alquileres a precio de ganga porque el valor del inmueble ha caído allí en picado desde la crisis y sus consecuencias. Precisamente detrás de una de ellas se esconde el problema de estos hogares, que fueron embargados por una entidad bancaria a su propietario. «Se quedaron vacíos y, sin saber cómo empezó todo, una persona se metió dentro», cuenta el empresario, que continúa siendo propietario de otros apartamentos en el mismo edificio, alguno de ellos también forzado aunque sin éxito.
El problema es que titulares actuales de estos pisos no hacen mucho para evitar que estas personas impongan su propia ley. Estas propiedades pasaron de una entidad bancaria a una empresa inmobiliaria de fuera de Granada. Todo esto lo cuenta el embargado, dueño junto a su socio de una comunidad en la que hay hoy quejas por destrozos en las zonas comunes, enganches ilegales a la red eléctrica, suciedad a raudales fruto del uso de la chatarra en los pisos o de peleas y ruidos, entre otros episodios.
Quejas en el barrio
En este lugar hay hoy mucha preocupación. Nadie de los que lleva allí muchos años y aún no se han ido quiere dar la cara. Tienen miedo todos: los del bloque citado y también los que están cerca. El panorama que pintan en la zona es desalentador. Destacan una convivencia completamente en crisis por culpa de estas personas, quienes no tienen «ni agua, ni luz, ni ley», como dice un denunciante. «No hay día que no tenga que venir la Policía», añade otra persona, quien no sale por las noches por no verlos.
«Me fui con una pena horrible», relata una vecina que, «llena de ansiedad», decidió marcharse a vivir a otro lugar. Tras varias décadas allí siendo feliz en un barriode «gente normal y trabajadora», se cambió de domicilio harta de ver estampas poco alentadoras o sufrir la constante frustración de encontrarse con un bloque completamente «abandonado». Los okupas están enganchados a la luz, según cuentan los vecinos. También tienen perros «peligrosos» y acaparan una plaza, la de enfrente, que pocos pisan ya cuando cae la noche.
Esta situación es la que ha dejado la puerta abierta a que haya caído en picado el nivel general del barrio. La presencia de los okupas sumada a los bajos alquileres o a los usuarios de una oenegé que opera en la zona, propicia, por ejemplo, que un día aparezca un señor durmiendo bajo los buzones o que haya otro llenando cada dos por tres en la plaza grandes garrafas de agua. Los vecinos de toda la vida lamentan todo esto y esperan que un día vuelvan a vivir sin pena o miedo.
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