Violencia en el ocio nocturno

Portero de una discoteca de Granada: «Voy a trabajar rezando para que pueda volver a casa»

Cada día, dice, le resulta más complicado ir a trabajar. «Voy rezando para que pueda volver a casa. Antes me gustaba mi trabajo, pero ahora solo sueño con que me salga algo mejor o me toque la lotería para dejarlo, porque el riesgo es alto», explica. Su familia también teme que pueda sufrir una agresión cualquier noche mientras controla el acceso al local.

Asimismo, indica que tiene que armarse de paciencia ante las faltas de respeto de ciertos clientes. Muchos de estos porteros, al ser extranjeros, sufren también ataques racistas, denuncia. «Es difícil aguantar y afecta psicológicamente. No nos conocen, solo quieren provocar», apostilla.

Otro trabajador del sector ha llegado a inmovilizar a un hombre que llevaba una pistola con seis balas y el seguro quitado. «Venía a darnos un susto», asegura. «Saben que un navajazo puede darles cierto estatus social en su entorno y no le tienen miedo a la cárcel», asegura otro portero en referencia a los que protagonizan estos altercados.