La Pizzería Romana se traspasa tras 30 años en la Chana: «Quiero que alguien continúe mi legado»
A punto de cumplir 70 años, Juan Molina busca que su negocio, uno de los más exitosos del barrio, continúe en funcionamiento tras su jubilación
Alberto Flores
Granada
Viernes, 4 de marzo 2022, 14:11
«Me gustaría dar con alguien al que enseñarle mis recetas y que la Pizzería Romana pudiera continuar abierta, alguien que continúe mi legado». Ese ... es el sueño de Juan Molina Pérez, que a sus 70 años de edad continúa cada día al frente de su negocio en la Chana, la Pizzería Romana. Un restaurante ubicado en la calle Concha Piquer que tras 30 años de trayectoria cuenta con el cariño de prácticamente todo el barrio. Sin embargo, pese a que la hostelería es la vida de Juan, ahora ha llegado el momento de disfrutar de una merecida jubilación, algo que le gustaría hacer dejando su restaurante en buenas manos.
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«Lo voy a mantener abierto todo lo que pueda, cerrarlo es la última opción. Quiero aguantar un poquito más a ver qué pasa», explica a IDEAL Juan, que lleva un tiempo intentando traspasar a las manos correctas el negocio de su vida. Un restaurante con una «clientela fiel», lo que hace que no quiera cerrarlo «de la noche a la mañana» y busque alguien que pueda darle continuidad a una pizzería que lleva funcionando desde 1992.
«Lo voy a mantener abierto todo lo que pueda, cerrarlo es la última opción. Quiero aguantar un poquito más a ver qué pasa»
Juan Molina Pérez
Propietario de Pizzería Romana
Juan ha dedicado toda su vida a la hostelería, «desde los 18 años». Primero en Málaga y después en Suiza, donde llegó a criar a sus hijos y establecerse durante 13 años. «Llegó un momento en el que pensamos que si no volvíamos a Granada ya, no lo haríamos nunca», así que lo cogieron todo y regresaron a su ciudad para al poco tiempo montar la Pizzería Romana. «Recuerdo que cuando la monté solo había alrededor fincas de patata y maíz, no todos tenían claro que fuera a irnos bien… Sin embargo, hoy todo está construido y gracias a Dios conseguimos triunfar», cuenta el hostelero, para el que ofrecer desde el primer día un trato familiar «para que la gente estuviera cómoda» ha sido la clave de su éxito.
Aunque más allá del trato que ofrecían a sus clientes, uno de sus factores diferenciales, la mayoría repetía también por la calidad de su comida. Pizzas, carnes a la piedra, sus famosas fondue bacchus típicas de Suiza… Aunque el ingrediente principal en sus 30 años de trayectoria no es otro que la constancia: «Mi mujer y yo hemos trabajado mucho para sacar esto adelante y ofrecer siempre la misma calidad, ese ha sido el secreto para que todo haya ido tan bien».
Durante los últimos meses, desde la llegada del coronavirus a España, Juan reconoce que lo han pasado mal. Sin embargo, asegura ser consciente de que muchas otras lo han pasado peor. «Yo tenía mi negocio saneado, lo que me ha permitido no tener que pedir créditos ni nada. En otra situación todo habría sido diferente». Reconoce al enterarse de que busca traspasarlo los vecinos del barrio le dicen que les da «mucha pena», sobre todo porque es el principal negocio de esa calle, que «se quedará sin prácticamente nada» si finalmente cierra. «Me da pena dejarlo pero por otra parte quiero descansar ya, que la vida pasa muy rápido», asegura Juan, que aguantará un poco más por si aparece algún interesado en continuar con su histórica pizzería.
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