La pelea entre dos prostitutas por el reparto de las zonas de trabajo acaba en condena
La Audiencia confirma la pena de 9 meses de cárcel para la meretriz agresora, que tendrá que indemnizar a la víctima por una fractura que le ocasionó al caer al suelo
Y. H.
Jueves, 7 de marzo 2019, 00:22
Una discusión entre dos prostitutas de Granada motivada por el reparto de las zonas donde iban a prestar sus servicios en Pulianas la noche ... del 16 de abril de 2016 ha llegado hasta la Audiencia Provincial. Las dos meretrices se enzarzaron en una discusión que se les fue de las manos –llegaron a ellas– y que ha acabado con una condena de nueve meses de prisión para una de las dos.
IDEAL ha tenido acceso a la sentencia, que fue dictada hace varios meses pero no había trascendido hasta ahora. Fue dictada por los magistrados de la Sección Segunda, que han rechazado el recurso que interpuso la acusada contra su castigo, fijado por el Juzgado de lo Penal 5.
Fue este órgano el que enjuició los hechos como un delito de lesiones e impuso a la agresora, aparte de los nueve meses de cárcel, la prohibición de acercarse a la otra a menos de 150 metros durante un año, lo que provocará que ahora realmente sí que tengan que guardar las distancias obligatoriamente cuando hagan la calle. Además, habrá de pagarle una considerable indemnización: 4.850 euros.
El titular del Penal 5 es el juez Miguel Ángel Torres, que consideró probado el pasado mes de marzo que la riña se produjo sobre la una de la madrugada «en la zona de Kinépolis». La agredida se encontraba ejerciendo la prostitución en las inmediaciones de este lugar y, debido a rencillas con el reparto de las zonas de cada una, se le acercó la acusada, «que se abalanzó sobre ella». A continuación le propinó «diversos golpes» y la tiró al suelo.
La agredida terminó en el hospital, pues sufrió «fractura de extremidad distal de radio derecho, contusión en hemicara izquierda y erosión en rodilla derecha». Para curarse precisó tratamiento farmacológico y tuvo que ser operada. Tardó dos meses en ponerse bien y como secuelas le han quedado dolor en la muñeca y una sensación de hormigueo que ha sido valorada «como artrosis postraumática». Asimismo, presenta cicatrices quirúrgicas de pequeñas dimensiones.
En su recurso, la agresora ponía en tela de juicio la valoración que había hecho el juzgador de aquel desencuentro nocturno y se aferraba al principio 'in dubio pro reo' –en caso de duda a favor del reo–. Alegaba que la denuncia de su oponente no era suficiente para que la balanza de la justicia se inclinara en su contra. Entre otras cosas, recalcaba que el testimonio de la víctima sólo había sido corroborado por una testigo unida a ella por «lazos de amistad».
Sin embargo, la Audiencia cree que el juicio oral se desarrolló con todas las garantías y hubo «prueba de cargo» contra ella. Así, avala la valoración que hizo el juzgador, que dio «plena validez» al testimonio de la víctima. Y es que la Audiencia no ha apreciado contradicciones en la versión que ofreció la prostituta que acabó con la muñeca quebrada y recuerda que su testimonio «se vio reforzado por otro que la apelante también pone en tela de juicio sin ofrecer al efecto más razones que la amistad que ligaría al testigo y a la mencionada víctima, como si esto –agrega– fuese obstáculo para decir verdad».
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