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Mabel y José Miguel se comprometen en la Abadía del Sacromonte David MV

La pedida de mano más original en la Abadía del Sacromonte

Mabel le dijo que sí a José Miguel rodeados de veinticinco moteros rugiendo sus motores y tocando el claxon

Jorge Pastor

Granada

Viernes, 2 de mayo 2025, 10:30

Eran las siete y media de la tarde de este jueves cuando un grupo de veinticinco moteros de Granada aguardaban en el arcén de la carretera de la Abadía del Sacromonte a que pasara un Mazda 3 blanco. Dentro iba una pareja de jóvenes, José Miguel conduciendo y Mabel en el asiento del copiloto. Mabel, natural de Pereira, Colombia, estaba a pocos minutos de vivir la mayor sorpresa de su vida. Nada más pasar el automóvil, los conductores de las motos, pertenecientes a los clubes '125 y gas' y 'Motos rock Graná', arrancaron y echaron detrás de ellos, serpenteando la sinuosa vía que comunica el Fargue con la Abadía del Sacromonte.

A partir de ese instante ocurrió la magia. José Miguel estacionó en la explanada de la Abadía cuando, de repente, se vieron rodeados por las veinticinco motos. Mabel, peluquera canina de profesión, salió por la puerta delantera derecha sorprendida y José Miguel lo hizo por la izquierda. Se apontocaron en el vehículo para disfrutar del espectáculo del atardecer sobre Granada, la Alhambra y el Albaicín cuando los motores empezaron a bramar y a sonar los cláxones.

Distintos momentos de la pedida de mano.
Imagen principal - Distintos momentos de la pedida de mano.
Imagen secundaria 1 - Distintos momentos de la pedida de mano.
Imagen secundaria 2 - Distintos momentos de la pedida de mano.

Rodilla en tierra

José Miguel, vecino de Albolote, se arrodilló, cogió de la mano a su amada, sacó un anillo del bolsillo y, en medio del estruendo, le preguntó: «¿Te quieres casar conmigo?». Mabel se tapó los ojos, rompió a llorar y, emocionada, le dijo sin dudarlo que «sí» al mismo tiempo que asentía con la cabeza. Los dos se fundieron en un maravilloso abrazo. Acto seguido, José Miguel le dio a su ya prometida un ramo de tulipanes, las flores favoritas de ella. Todos los presentes, incluido un redactor de Ideal que disfrutaba de la puesta de sol, empezaron a aplaudir.

Mabel, una gran aficionada a las motos

José Miguel, instalador de placas solares, al que le temblaban las manos, confesó luego al periodista que llevaba dos semanas preparando el sorpresón. Al parecer, había valorado inicialmente simular que se veía involucrado en una pelea y luego declararse, pero según David, hermano de Mabel y compinche de José Miguel –también futuro cuñado-, «descartaron la idea porque Mabel se iba a llevar un susto demasiado fuerte». Entonces cayeron en que Mabel era una gran aficionada al motociclismo y pergeñaron este plan.

La historia terminó como tenía que finalizar. Con los moteros y la pareja brindando en un bar con una cerveza bien fresquita. Pero lo mejor es que está todo grabado y fotografiado.

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