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Un grupo de legionarios, durante los actos de la Toma del pasado 2 de enero, pepe marín
La pandemia obliga a suspender el ceremonial de la fiesta de la Toma de Granada

La pandemia obliga a suspender el ceremonial de la fiesta de la Toma de Granada

No habrá tremolación del Pendón de Castilla en la Plaza del Carmen ni la procesión cívica entre el Ayuntamiento y la Catedral, un hecho inédito en 529 años

Carlos Morán

Granada

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Jueves, 10 de diciembre 2020, 14:19

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Una de las principales enseñanzas de la pandemia del coronavirus es que nada es para siempre, que lo que hoy está, mañana puede esfumarse. La Covid-19 no entiende de tradiciones. Se ha llevado por delante celebraciones y conmemoraciones que parecían intocables. Y hasta que la vacuna no haga efecto, todo seguirá siendo incierto, eventual.

En este sentido, la popular Fiesta de la Toma de Granada del 2 de enero también deberá adaptarse a las restricciones que ha impuesto la crisis sanitaria mundial y el tradicional ceremonial quedará reducido a su mínima expresión, un hecho inédito (que se sepa) en 529 años. No habrá tremolación del Pendón de los Reyes Católicos desde el balcón de la Casa Consistorial, un acto que habitualmente atrae a centenares de personas al centro de la capital y que incluye una parada militar en la que participan efectivos de la Legión y del Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc).

En consecuencia, el ritual de las tres preguntas  (¡Granada! ¿Qué?) pasará a engrosar la larga lista de tradiciones que han tenido que ser suprimidas (temporalmente) por culpa del virus.

Igual suerte correrá la procesión cívica que hace el recorrido entre el Ayuntamiento y la Capilla Real, según confirmaron fuentes municipales a IDEAL.

Lo que sí parece que se mantendrá será la tremolación del estandarte real en la cripta en la que descansan los restos de los Reyes Católicos.

La 'amputación' obligada de los fastos que recuerdan la conquista de Granada por parte de Isabel y Fernando también silenciará el habitual enfrentamiento a voces entre grupos de extremistas de uno y otro signo, una algarabía que se había convertido en una costumbre en los últimos tiempos.

Así las cosas, el contraste con la última fiesta de la Toma, la del 2 de enero de 2020, será colosal. La 528 edición fue particularmente efervescente, por decirlo de alguna forma. Eran momentos de especial tensión territorial por el desafío independentista de los nacionalistas catalanes, un hecho que, a su vez, impulsó el crecimiento de la extrema derecha en España.

De hecho, el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, asistió a la Toma e incluso participó en la procesión cívica.

En ese contexto tan agitado se estaban desarrollando los contactos para la conformación del Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos. La próxima Toma no será tan pasional.

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