«La palabra eutanasia se ha contaminado con falsas definiciones»
Cuatro profesionales del sector de la medicina debatieron ayer en el Colegio de Enfermería sobre la muerte digna y los cuidados paliativos
ángela morán
Granada
Jueves, 25 de abril 2019, 21:19
El debate sobre la eutanasia está presente en la actualidad, es indiscutible. El caso de María José Carrasco y el suicidio asistido por su marido ... Ángel Hernández conmocionó a una España que ahora elige nuevo presidente. En este marco de cambio político, la mayoría de los españoles, según muestran las últimas encuestas del CIS, votarían a favor de la legalización de la eutanasia. «Pero hay que matizarla y dar prioridad a los cuidados paliativos», Rosa María García, representante de la Comisión de Ética y Deontología del Colegio de Enfermería. Ella explicó ayer en su intervención que el tratamiento de la eutanasia «no es decisivo para ganar unas elecciones, porque ellos mismos no saben de lo que están hablando», sentenció. En la primera comparecencia de este foro, de un total de cuatro intervenciones, García alertó sobre la «contaminación» en torno a la palabra eutanasia. «Se le denomina activa, pasiva, directa, indirecta, distanasia, aristotanasia... Todo esto ha perjudicado al concepto», explicó García y dilucidó sobre los escenarios éticos que se pueden presentar al final de la vida y que, en este momento, se realizan legalmente en España. Todos ellos dispares al concepto de eutanasia.
'La limitación del esfuerzo terapéutico'. Es el que encontramos en el contexto de las Urgencias –la UCI–, o en geriatría. «No se trata de iniciar medidas si no de retirarlas», dijo la especialista ante los atentos asistentes –la mayoría médicos–. En el caso de los fallecimientos en la Unidad de Cuidados Intensivos «estamos todos bastante de acuerdo pero no podemos confundirla con la llamada adistanasia o eutanasia pasiva que choca con el deber de socorro», declaró García.
Otro de los escenarios legales en los que la palabra ha cogido un mal uso, conforme explicó la médico, es el 'rechazo de tratamiento'. «Todo paciente tiene derecho a rechazar el medicamento si es conocedor de que la negativa puede desembocar en la muerte». García expuso el ejemplo del caso de Inmaculada Echevarría, desconectada de la máquina que la mantenía con vida. Sucedió en 2016 en Granada y desde 2002 le amparaba la 'Ley de Autonomía del Paciente' que dicta: «Cualquier enfermo tiene derecho a rechazar un tratamiento, incluso cuando ello sea causa de muerte segura». No se trataba de eutanasia, «fue rechazo de tratamiento», resolvió García.
Otro ejemplo está en el tratamiento de quimioterapia. «Trata de salvar la vida de una persona pero puede tener efectos secundarios que derivan en la muerte», anunció García e incidió en la equivocación al denominarla 'eutanasia indirecta' o 'criptotanasia'.
«La eutanasia va en crecimiento exponencial en los países donde está regulada, si se suma a las cifras de suicidio asistido, se incrementa mucho más», declaró Ramón Casares, presidente del Comité de Ética Asistencial Granada Sur. Casares comparó la situación actual de la eutanasia y el suicidio asistido en los países occidentales con la que encontramos en España. «Muchos países la han legalizado, Australia la formalizará el próximo mes de junio y nosotros deberíamos seguir ese ejemplo, siempre con cautela», desarrolló Carrasco.
Una idea que chocó con la defensa que ofreció Carlos Romero, vocal de SACPA. Defendió los cuidados paliativos frente a la eutanasia y apoyó la idea de que la asistencia desde el hogar disminuiría las peticiones de eutanasia.
José Manuel Jiménez, trabajador social de la UGC, presentó la proposición de ley que se asemeja a la de los países que ya la usan.
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