El padre de la víctima del legionario: «Cuando entro, me encuentro a mi hija tirada en el suelo»
Francisco M., padre de la maestra degollada por su expareja, declara como testigo y revela que ella le juró que era una ruptura «definitiva»
Francisco M., padre de la maestra degollada por su exnovio legionario, ha declarado durante esta mañana como testigo en el juicio que se celebra contra ... el verdugo de su hija en la Audiencia de Granada. Su testimonio, su dolor y su tristeza han sobrecogido al público de la sala. Aquel 8 de febrero de 2020, acudió rápidamente al piso del Zaidín donde vivía su hija Ana María, muy cercano a su domicilio, tras llamarle la vecina que la oyó gritar socorro.
«Salí corriendo, ¡pero corriendo!, y subí a su casa para ver qué pasaba, pero la llave estaba por dentro», ha relatado Francisco. «Empujé con mucha fuerza mi llave, toqué al timbre, aporreé la puerta e incluso la llamé al teléfono. No hubo forma humana de poder abrir», ha explicado. Pegó entonces el oído a la puerta y solo escuchó «un silencio absoluto». Permaneció allí «unos ocho o diez minutos» hasta que el acusado, Alejandro M. M., la abrió.
«No sé si dijo algo, yo no estaba pendiente de él. Entré desesperado a ver a mi hija», ha indicado. Alejandro, el verdugo de Ana María, cruzó el umbral y se marchó. «Salió con firmeza, fuerte, seguro de sí mismo, muy engreído», ha apuntado.
Al recordar la escena que encontró a continuación en el interior del piso donde su hija residía, la voz de Francisco se ha roto. «Cuando entro me encuentro a mi hija tirada en el suelo, en un charco de sangre», ha descrito entre lágrimas. Trató de reanimarla sin éxito, tenía «un corte en el cuello muy profundo».
En la casa «no había desorden», solo «uno o dos teléfonos en el suelo», ha especificado. Cuando se cruzó con el autor confeso del crimen de su hija no apreció si tenía sangre, solo lo miró «unas décimas de segundo».
Según Francisco, cuando rompió con el procesado, su hija le aseguró que «no había vuelta atrás», que era una ruptura «definitiva». Se lo comentó durante un café que ambos se tomaron en el barrio y en el que él le manifestó su opinión sobre él: le dijo que «no encajaba en la familia».
Mentiras
El hombre ha afirmado que el acusado sí convivía con su hija y sí tenía llaves del piso. Ha relatado, además, cómo pillaron a Alejandro M. M. en falsedades. Una de ellas fue cuando aseguró a Ana María que su madre había muerto. Era mentira. A él le había extrañado que no quisiera que su hija fuera al funeral.
Mientras Francisco testificaba, Alejandro hacía el gesto de negación con la cabeza. Al terminar su intervención, el hombre ha mirado fugazmente a los ojos dos veces al reo y se ha sentado en uno de los bancos del público de la sala de vistas para presenciar los siguientes testimonios de testigos.
Esta mañana estaban previstas también una quincena de declaraciones, entre ellas las de la vecina que oyó gritar a la malograda maestra, su cuñado y los dos primeros policías nacionales que llegaron a la escena del crimen.
La vista continúa este miércoles con la intervención de los médicos forenses que practicaron la autopsia a Ana María. Alejandro M. M. se enfrenta a una petición fiscal de 25 años de prisión por asesinato. Su defensa solicita diez por homicidio. En la primera sesión, el procesado llegó a afirmar que fue Ana María la que intentó atacarle con un cuchillo que cogió de la cocina. El teléfono contra el maltrato es el 016.
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