El Padre Ángel de Los Agustinos granadinos augura que León XIV será un Papa «muy grande»

El Padre Ángel tuvo la ocasión de conocer al Papa León XIV en 1998 en Talavera de la Reina, siendo formador en Burgos y Robert Prevost, General de la Orden. En aquel encuentro, con motivo de la reinauguración de la parroquia de San Alonso de Orozco, le impresionó su «sencillez, cercanía, bondad y una amabilidad sin euforia. Le sale esa timidez al principio, pero después se abre y se interesa por tí. Cuando lo ví por la televisión, era tal cual lo conocí».

León XIV es el primer agustino de la historia y «un hombre de Dios, cercano, que ha trabajado en la misión. Como Agustinos y Agustinos Recoletos tenemos misión en Chiclayo (Perú), donde era obispo. Es un hombre que conoce al pueblo y que disfruta estando con los fieles». En su opinión, León XIV «tiene esa impronta teológica y espiritual de San Agustín, que es profunda. El carisma agustino es la comunidad. No se reúnen sólo para vivir juntos sino para buscar a Dios y de esa búsqueda de Dios dimanan las misiones, los colegios, las parroquias y todas las actividades apostólicas. Incluso, tenemos la Pastoral de la investigación con personas dedicadas al estudio, la escritura y la investigación. Creo que este hombre reúne todas esas cualidades y por ello va a ser un Papa muy grande para la Iglesia, siendo él tan humilde».

Cuestionado acerca de lo que puede representar que un agustino esté al frente de la Iglesia, asegura que la aportación puede ser enorme «porque San Agustín es muy grande y muy rico. Escribió mucho y a veces nos quedamos con las 'Confesiones', su libro más leído, pero los que investigamos, trabajamos, estudiamos y leemos nos damos cuenta de toda su riqueza». Por este motivo «le va a aportar a la Iglesia una espiritualidad de comunión porque la paz que él busca y que quiere en el mundo está muy relacionada con ella».

En su doble faceta de sacerdote y docente de los Agustinos, la enseñanza que transmite Ángel Antonio García se fundamenta precisamente en esa comunión. La aplica en la parroquia «con muchos grupos y actividades», pero también en el colegio. «Soy profesor de toda la Secundaria y creo que es bonito y necesario crear también esa comunión entre los profesores, los alumnos y la comunidad religiosa que vive en la tercera planta, como dicen los muchachos». Eso se hace «desde el perdón, la aceptación de cada uno como es y de la cercanía. Hasta tenemos abiertas las puertas de nuestra oración por si hay algún alumno quiere subir y rezar temprano con nosotros cuando se abre el colegio. Les enseñamos a buscar a Dios».