Unos okupas se instalan en un carmen de lujo en el Albaicín
Tras recibir el aviso de un vecino, los agentes de la Policía Local acuden a la vivienda, donde hay velas encendidas y litros de cerveza frescos
Tras disolver a un grupo de jóvenes que molestaban en La Chana, la Policía Local recibe una llamada: un vecino del Albaicín ha visto movimiento ... en una casa cercana que, teóricamente, está vacía.
La furgoneta de la unidad Dauro es ancha y tan alta como para ir de pie con cierta comodidad. Lo bueno es que hay capacidad para nueve agentes y todo el material que necesitan lo malo es que, en Granada, hay calles por las que no puede pasar. El Albaicín es una trampa. Pero el conductor hace que el vehículo se deslice como una serpiente por las callejuelas y no tarda ni diez minutos en llegar. Tiempo que aprovechan para ponerse los chalecos antibalas: «Puede ser cualquier cosa». El dueño de un conocido restaurante ha alertado de que ha visto movimiento en un carmen vecino, reformado recientemente y a la venta.
La Policía ya sospecha que puede ser una okupación. Y en estos casos, el tiempo es oro: si los inquilinos pasan más de 48 horas en la casa hará falta una orden judicial para entrar en ella y desalojarlos.
Bajan del furgón, cruzan el patio del restaurante y encuentran una pasarela –que da a una caída de unos seis metros– a través de la cual pueden colarse en la casa. Dos se quedan en la puerta principal.
Es un inmueble de lujo. Incluso vacío es una joya. Cuatro alturas, ascensor, acabados rústicos, armarios empotrados de madera... y colchones desperdigados por el suelo, ropa, velas encendidas y dos litros de cerveza aún frescos. Los okupas han escapado por una puerta trasera –sospechan los municipales– en el momento en el que el vecino ha advertido su presencia. La cerradura está forzada y junto a la puerta hay un bombín nuevo todavía en su envoltorio.
«En este país no hay más remedio que la estaca. (...)Que no pasen a mi propiedad o me los cargo. (...) Que tengan buena noche y ojalá no tenga que llamarlos por la mañana», profiere un vecino cuando la Policía ya se dispone a abandonar la zona. Los robos y okupaciones parecen ser delitos recurrentes en las noches de verano, esas de silencios incómodos en la capital. Pero aquí no dan con los delincuentes y sólo les queda dar aviso a Inagra para que retire la basura del interior.
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