La fiesta salta de los locales a las calles de Granada
Granada disfruta de un Puente del Pilar casi sin botellones, pero reincide en los problemas de ruido por las fiestas
PABLO RODRÍGUEZ
Lunes, 11 de octubre 2021, 00:13
Hace justo un año, las imágenes de riadas de personas de fiesta en la calle Ganivet pillaron desprevenida a la ciudad y llegaron a ser ... noticia de escala nacional. La vorágine de cánticos, bailes y alcohol tomó los telediarios durante días. No eran solo el ruido y la suciedad. El descontrol tuvo una consecuencia peor. La pandemia, que amenazaba con una segunda ola, barrió por completo semanas después y obligó al cierre de negocios. El 'KO' fue total. Ninguna provincia andaluza besó la lona tan duramente como Granada. Al Ayuntamiento, aún liderado por Luis Salvador, no le quedó más remedio que pedir ayuda al Estado y a la Junta. La llamada, por cierto, sigue esperando respuesta.
365 días después, el mundo ha cambiado. Es verdad que la pandemia sigue estando ahí y con ella el temor a que una nueva ola sepulte las esperanzas que ha alimentado un verano espléndido en lo sanitario y, por tanto, en lo económico. Sin embargo, la vacunación es una realidad y, con el descenso de los contagios, las restricciones prácticamente han desaparecido. En este contexto, se enmarcan las escenas que este fin de semana volvieron a repetirse. Aglomeraciones, gritos, música alta, suciedad. Como una noche en blanco de las farras.
Lo advertían los datos avanzados por la concejalía de Turismo. La ciudad rozaba el lleno. La ocupación de plazas hoteleras superaban el 85% el viernes y las ventas de Granada Card se habían disparado hasta un 40%. Con esas cifras, solo cabían esperarse multitudes como las que se pudieron contemplar durante la mañana y la tarde en puntos del Centro y del Albaicín como el Mirador de San Nicolás, Carvajales, Paseo de los Tristes, Plaza Nueva, Reyes Católicos o Recogidas. Aún eran solo visitantes y granadinos con ganas de disfrutar las calles de una de las ciudades más bellas del mundo.
La jarana empezó después, potenciada por unas temperaturas perfectas. El Ayuntamiento se había preparado para ello. Durante la semana, la responsable de Protección Ciudadana, Raquel Ruz, había informado de la preparación de un dispositivo especial para prevenir los problemas generados por las concentraciones. El plan, alimentado por los estudios que el área realizó en verano sobre los botellones, se anunció el viernes. 547 agentes de la Policía Local involucrados, de 10 a 15 unidades activas en todo momento en la calle, control exhaustivo de los 27 puntos en los que el Cuerpo ha detectado más evidencias de consumo de alcohol en la vía pública.
Como guinda, la advertencia a 16 establecimientos hosteleros de que estaban en el punto de mira por los incumplimientos de la ordenanza relativa a las terrazas y de que los efectivos actuarían para poner en orden y llevarse las mesas que no estuvieran respaldadas por las licencias.
Este periódico pudo comprobar la presencia de los agentes. Se pudo ver a patrullas en puntos del Albaicín, del Realejo o del Centro. También en la zona de la carretera de Málaga, epicentro del desmadre en las últimas semanas.
Más ruido que botellón
Pequeños grupos de jóvenes eludían el dispositivo y se concentraban en diferentes puntos del Centro. Ocurría, por ejemplo, en la plaza de los Lobos. Allí, menos de quince personas parloteaban en voz alta y bebían de unas botellas escondidas en bolsas de plástico.
Algo más concurrida se encontraba la plaza de Santo Domingo. En las escalinatas que dan a la calle Palacio, a la espalda de la comisaría, unos 70 u 80 chavales divididos en corrillos de pequeño tamaño pasaban el rato. El ruido de las conversaciones se entremezclaba con el de los bares cercanos. A su marcha, horas después, dejaron cajas de pizza vacías, bolsas de plástico y apenas tres botellas.
En San Miguel Alto, unos pocos tomaban caminos y miradores para beber con las mejores vistas de la ciudad. Aquí, el olor a marihuana se repetía. También los cubos de basura llenos de botellas, bolsas y vasos. El ruido, sin embargo, era bastante menor en un escenario que invita más a otro tipo de goce, mucho más estético.
En calma se encontraban otros puntos como Almanzora Alta o el Lavadero del Sol, donde no se llegaba a diez personas que disfrutaban del paisaje tranquilamente y sin armar jaleo. También Carvajales, sin mucho más que reseñar.
Más cercano al tradicional botellón era lo que se podía contemplar en la glorieta de Arabial. Casi un centenar de jóvenes ocupaban los asientos de la plaza con numerosas botellas de alcohol y vasos de plástico. El olor a marihuana era claramente perceptible. El ruido, también.
La leña de verdad ardía en calle Moras y Ganivet. A pesar de la presencia policial, que pudo comprobar este periódico, eran muchas las personas concentradas junto a los pubs. De nada sirvieron ni el cartel colgado por los vecinos esta semana, que rogaba por el derecho al descanso, ni las sábanas blancas, expuestas en los balcones de muchas de las viviendas para denunciar una situación que se lleva repitiendo desde hace años. La marabunta se mantuvo hasta la madrugada, cuando la Policía Local dispersó a los que salían de los locales.
La escena fue similar en Pedro Antonio de Alarcón. La calle era una autovía por la que circulaban miles de personas. El ruido, especialmente en el tramo más cercano a Einstein, una constante. El problema se extendía a vías adyacentes, donde no eran pocos los que aprovechaban esquinas y zonas poco iluminadas para miccionar a pesar de las quejas de los vecinos.
Sin embargo, el punto más conflictivo fue, por tercer fin de semana consecutivo, la carretera de Málaga. La noche del viernes, según confirmaron testigos, ya tuvo que actuar la Policía Nacional para dispersar los cientos de personas que hacían botellón junto a una sala de fiestas. El problema se repitió la noche del sábado, según confirmó la Policía Local.
El cuerpo informó de que los agentes se vieron obligados a desplegarse en la zona ante la enorme presencia de personas en la vía. El operativo se tradujo en un número imprecisado de sanciones tanto por consumo de alcohol en la vía pública como por tenencia y consumo de estupefacientes.
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