Los niños que soñaban con tocar las estrellas
Un total de 125 escolares, 30 de ellos sordos o con necesidades especiales, visitaron ayer Europlanet, el congreso de ciencias planetarias que se está celebrando en la capital
Sara Bárcena
Granada
Jueves, 22 de septiembre 2022, 00:52
¿Quién no ha soñado alguna vez con tocar las estrellas? Lucía, con sus apenas once añitos, no puede pensar en otra cosa, especialmente desde ... ayer, cuando por fin conoció de cerca la inmensidad del Universo. Eso sí, no lo hizo sola. Con ella, otros 124 niños y niñas (30 de ellos sordos y/o con necesidades especiales) de los colegios Especial Sagrada Familia, Sierra Nevada y Virgen de los Dolores se acercaron hasta el Palacio de Congresos, donde estos días se está celebrando Europlanet Science Congress, el mayor congreso europeo de ciencias planetarias.
Científicos de todo el mundo se han dado cita en Granada para discutir las próximas misiones espaciales en este evento, que cuenta con la colaboración de empresas tecnológicas de referencia, la NASA y la Agencia Espacial Europea, entre otros. Así, Lucía y sus compañeros tuvieron la suerte de emprender una aventura a través del Sistema Solar de la mano de seis expertos en astrofísica, que, por orden de la máxima responsable de este congreso, la astrofísica Luisa María Lara, «reina de las estrellas», enseñaron a los niños lo interesante que puede ser el mundo más allá del planeta Tierra. De hecho, durante el recorrido –que duró dos horas– conocieron el funcionamiento de un satélite, averiguaron cómo se forma un cometa e incluso vieron Plutón en realidad aumentada.
La pequeña Lucía estaba que no se lo creía. No paraba de abrir la boca de par en par y de señalar a todas partes. Estaba emocionadísima con todo lo que estaba aprendiendo y, aunque no puede hablar, su felicidad resultaba contagiosa. Porque no, no es capaz de decir más que cuatro palabras contadas y todas ellas con un débil hilo de voz. ¿La causa? El síndrome de Coffin Siris, una enfermedad rara congénita que afecta principalmente a mujeres y que, en muchas ocasiones, retrasa y hasta imposibilita la producción oral.
Por eso, esta alumna del Colegio Especial Sagrada Familia se comunica mediante el lenguaje de signos. Eso sí, lo que es oír, oye perfectamente, así que puso toda su atención en las explicaciones de los astrofísicos. Además, no dudó en compartir con todo el que pasaba por allí su gran adquisición: unas gafas 3D de cartón, con una lente azul y otra roja, para que nadie se quedara sin comprobar lo increíble que es ver el rover de Marte en tres dimensiones, igual que lo había hecho ella minutos antes.
Igual o más nervioso –si es que eso es posible– estaba Yassin, de 10 años y alumno del mismo centro. En su caso, la hipoacusia ha sido una compañera inseparable desde que nació. Ni oye nada, ni habla nada. Ahora mismo, lleva un implante auditivo y, aunque no está siendo funcional, el chaval se comunica como nadie, todo hay que decirlo. De hecho, este pequeño estuvo correteando como loco de un cartel a otro, toqueteando cada imagen que encontraba del Sol y llevándose las manos a la cabeza cada dos por tres. Estaba 'flipando', no hay otra palabra para definirlo.
Una experiencia integradora
Resulta que el lenguaje de signos fue una pieza fundamental en la visita de estos escolares al Europlanet. Treinta de ellos son sordos y/o tienen además algún tipo de discapacidad, por lo que el Palacio de Congresos se ocupó de adaptar la experiencia a sus necesidades y se aseguró de que estuvieran acompañados por una intérprete en todo momento para no perderse nada y vivirlo igual que el resto de compañeros.
Cuando acabaron la ruta guiada, sonrisas y más sonrisas se dibujaron en sus caras. Los 125 niños –es decir, todos– habían podido entender y aprender sobre los enigmas que encierra el Universo. Estaban orgullosos. Además, se fueron a casa con pósters del sistema solar y pegatinas de planetas, para no olvidar que hay que ser curioso y mirar más allá de lo que vemos.
Y eso hizo precisamente Lucía un minuto antes de marcharse. Con su póster enrollado entre las dos manos a modo de telescopio, apuntó a las luces del techo, miró a través y levantó una mano, muy feliz, como si realmente estuviera a punto de cumplir su sueño: tocar las estrellas.
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