El músico apaleado en San Nicolás vuelve a cantar
Agustín tuvo que dejar su empleo en una panadería por las secuelas en su muñeca, por lo que se gana la vida con el arte, pero sin poder tocar la guitarra
Agustín se sienta en el poyete más fotografiado de Granada, el del mirador de San Nicolás. Mira a su público, hace alguna broma y espera ... a que las dos guitarras de su izquierda comiencen a sonar. Cuando se siente cómodo, entra en la melodía y canta con sentimiento, los ojos cerrados y las palmas a compás. Ese, San Nicolás, sigue siendo su rincón, aunque hace cuatro meses se convirtiera durante unos minutos en un lugar inhóspito, cuando varios jóvenes le propinaron una brutal paliza. Las secuelas de la agresión en su muñeca izquierda impiden, de momento, que pueda tocar la guitarra, así que tiene que conformarse con cantar: «Así me saco un poco de dinero, ya que no he podido retomar mi trabajo en la panadería. No puedo amasar, no tengo fuerza en el brazo», explica Agustín Macho a IDEAL.
Su rostro es totalmente diferente al que presentaba el pasado 5 de junio. Entonces lo tenía desfigurado por el ataque; ahora tiene otro aspecto. Aún así, sigue sin dientes -una mujer los recogió del suelo-, tendrán que operarlo de la mandíbula y la muñeca no para de darle la lata. «Físicamente voy mejorando, psicológicamente menos. No me quito la paliza de la cabeza, a veces me despierto en mitad de la noche, sobresaltado. Si alguien me enseña el vídeo del ataque, conforme escucho los primeros sonidos se me corta el cuerpo», admite el gaditano, afincado en Granada desde hace 25 años.
Fue demasiado impactante como para olvidarlo. Aquel día se encontraba cantando junto a su grupo cuando detectó a unas madres quejándose por la actitud de varios jóvenes. «Estaban fumando porros y bebiendo al lado de los niños, así que me acerqué para decirles a los muchachos que respetaran un poco», cuenta. Ellos la emprendieron a golpes contra él. Lo patearon en el suelo y le rompieron un botellín de cerveza en la cabeza. Recibió sesenta puntos de sutura. Tres jóvenes de origen marroquí fueron detenidos y posteriormente quedaron en libertad.
«Tengo miedo de encontrármelos«
De aquello han pasado ya cuatro meses «bastante regulares». «Tengo miedo de encontrármelos y que haya represalias. Ahora vengo menos a San Nicolás y me voy a otras terrazas a cantar. Tengo que ganarme la vida así, ahora no tengo otra cosa, pero la verdad es que me preocupa. He visto a alguno de lejos y he echado a temblar», lamenta. Está en tratamiento psicológico para superar lo vivido aquel 5 de junio.
Por otro lado, al haber perdido la fuerza en el brazo izquierdo no puede amasar pan en el negocio de Alfacar donde desempeñaba esta función. Busca desesperadamente una oportunidad laboral adaptada a su nueva situación. «He trabajado en la construcción, de camarero, en la cocina… no me da miedo nada, mi único impedimento es esta mano. A la vida solo le pido un empleo», relata.
Mientras, se gana la vida con su voz, cantando en la calle. «Me acompaña un guitarrista o algún grupo me deja que vaya con ellos. Es lo que a mí me gusta, siempre estuve en comparsas y chirigotas en Cádiz. Lo malo es que no me da para vivir, no nos vamos a engañar. Y si llueve o hace frío, la gente no sale», explica Agustín. Cuando termina de contar su historia, se sienta de nuevo en el poyete y se acopla a los músicos de San Nicolás, ante la atenta mirada de decenas de curiosos. Deja que el flamenco se apodere de él y procura transmitir con la voz lo que con las cuerdas de su guitarra, por ahora, no puede.
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