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Mujeres sin techo

Seis ejemplos de profesionales que dirigen equipos

Jueves, 7 de marzo 2019

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  1. «Creo en el trabajo duro y en equipo»

    Javier Martín

    Mónica Ruiz Seisdedos tiene el móvil abierto 24 horas. Un puerto es algo vivo y puede recibir una llamada a las 3 de la mañana para informarle de algún desastre climatológico o de un incendio. Pero, afortunadamente, en el puerto de Motril reina la calma chicha en el mar, salvo cuando hay temporal. Esta granadina de 40 años estudió Ingeniería sin saber que enfocaría su carrera profesional a los puertos. Probó en el de Avilés y le enganchó algo que se convirtió en vocación. Al puerto de Motril llegó en 2006 –cuando éste se independizó del de Almería– y desde 2008 es la jefa del departamento de Planificación y Explotación. Mónica coordina las operaciones portuarias, lleva la gestión del dominio público y los planes de futuro y, además, es la responsable de la Policía Portuaria. «Los puertos sí son un mundo de hombres. Me llama mucho la atención que sigan siendo noticia hechos normales. Lo fue la llegada al cargo de la primera presidenta mujer de puerto, la primera práctico –los técnicos que 'aparcan' los barcos– o la primera directora. De hecho, de 28 autoridades portuarias calculo que hay solo unas cuatro directoras», cuenta Mónica Ruiz, confiada en que esto cambie. Mónica Ruiz se ha ganado el respeto en este mundo masculino en el que tiene a su cargo a más de 30 policías portuarios, de entre ellos, sólo cuatro mujeres. «Tengo un carácter serio y me respetan mucho. No gasto energía en plantearme lo que supone que yo sea mujer, sino que la invierto en trabajar duro... y en equipo», resalta la jefa de Planificación y Explotación de la Autoridad Portuaria motrileña. Esta ingeniera se apoya mucho en la gente que le rodea. En el ámbito familiar y en el profesional, y cree que contar con los demás es una de las claves del éxito. Mónica reconoce que su responsabilidad en el puerto es dura y que es complicado conciliar. Tiene dos hijos y como cualquier madre trabajadora tira de abuelos cuando las cosas se ponen feas en el trabajo. Mónica, que puede tener reuniones hasta un 25 de diciembre, está orgullosa de poderle enseñar a sus hijos que, en su caso, no hay techo de cristal que la frene. Esta ingeniera siempre se ha sentido valorada en el trabajo y no ha notado discriminación alguna por ser mujer y jefa. Algún verano, Mónica ha llevado a sus hijos al cole del Club Náutico –dentro del puerto de Motril– y ha escuchado cómo sus niños se sienten orgullosos de que su madre sea la jefa de la Policía Portuaria o de que un barco entre o salga sin problema gracias a la coordinación del departamento que ella lleva. Lo valoran y ella entonces siente que merece la pena ese esfuerzo por la tensión que genera la responsabilidad y las horas enganchada al móvil. Y sólo pide una cosa: que se evolucione de tal manera que una mujer no vuelva a ser noticia por ser jefa nunca más. .

  1. «Nos perdemos mucho talento»

    Ideal

    Vanesa Llorens es directora de Ingeniería y coordinadora local de la multinacional, con sede en Granada, Unit4 –desarrolladora de software y programas de gestión de empresas–. Llorens cuenta que en su acceso al oficio de directiva no se ha tropezado con la sombra del machismo. Para alcanzar el puesto de coordinadora local, se enfrentó a dos hombres que aspiraban al mismo puesto y, dice: «Valoraron la experiencia y la motivación y yo encajé en ese perfil». Igualmente, relata que al lograr el prestigioso cargo, recibió un comentario por parte de un compañero que le quedó marcado en la mente de una manera agridulce. «El hecho de que seas tú la directora tiene un aspecto positivo, que eres mujer». Y aclara: «Lamentablemente hay que destacar este hecho sobre todo en España, fuera de las fronteras no resulta tan insólito». Soluciona que al asistir a los grandes eventos del país la mayoría de hombres, a primera vista, la encasilla dentro de el grupo de azafatas y fuera de España, esa idea preconcebida se difumina. En la sede granadina cuentan con, «tan sólo», un 25 por ciento de mujeres en una plantilla de 170 personas. Asimismo, destaca que existen áreas «desiertas» como es el caso de la ingeniería informática, en la que «nos estamos perdiendo el talento de la mitad de la población». Cuenta que la contratación a las mujeres resulta menor «porque las chicas no suelen estudiar estas carreras» y, precisamente, las mujeres de Unit4 crearon en 2017 'Business Women Network', una iniciativa que visibiliza y motiva a las mujeres a romper con las barreras que se les presentan en el mercado laboral. Pero este no ha sido su caso. Admite que la marca posee ciertas políticas de conciliación familiar aplicables «tanto a las mujeres como a los hombres». Un 'Flexitime', que les permite acomodar los horarios y, «no culpabilizarte por el hecho de acompañar a tu hijo al médico». Llorens rechaza «las barreras autoimpuestas que se colocan las mujeres», y dice que alcanzar la igualdad total de género «es un proceso lento y dificultoso pero las mujeres deben tener las ideas y objetivos claros para no perderse en los estereotipos».

  1. Dos jefas con muchos galones

    Alfredo Aguilar

    María Jesús Díaz es la única mujer comisaria de la Jefatura de Policía de Andalucía Oriental y tiene bajo sus órdenes a trescientos policías, la mayoría hombres. Ella es la máxima responsable de la brigada de Seguridad Ciudadana, de todos esos policías y patrullas disponibles las 24 horas de los 365 días del año que siempre acuden ante cualquier incidencia allá donde son requeridos. Llevar una pistola en la cintura no es incompatible con ponerse carmín en los labios. Nadie le ha regalado nada en esta carrera por llegar a convertirse en comisaria, lo hizo después de tener cumplidos los 50 años: «La edad no es un inconveniente para alcanzar las metas», apunta. En España sólo hay 28 comisarias, una de ellas es esta madrileña de nacimiento. Layla Dris es otra mujer policía con galones. Esta inspectora jefa es la responsable de la comisaría del Zaidín, toda la seguridad del distrito Sur, donde residen 80.000 personas, está bajo su responsabilidad. Su trayectoria ha sido una carrera de fondo. Vino a Granada a estudiar Óptica y tras diplomarse decidió hacerse policía. En 1995 ya estaba en la academia de Ávila vestida de uniforme. Desde entonces ha pasado por numerosos destinos, entre otros en los servicios de Información, Estupefacientes, Udyco (contra el crimen organizado) o Seguridad Ciudadana. También lleva el arma en la cintura: «Pero en mi carrera profesional sólo la he utilizado de forma disuasoria, nunca he disparado en un servicio». Las dos miran atrás, a todas esas mujeres que le precedieron en la Policía, para defender que en sus puestos de trabajo están en «»igualdad de condiciones» respecto a sus compañeros. «La presencia de la mujer en la Policía Nacional no solo se desarrolla de forma equitativa respecto a los hombres, sino que para muchas servicios el hecho de ser mujer viene muy bien para ciertas investigaciones. Los tiempos han cambiado mucho, pero en este trabajo todo se conquistas con el esfuerzo y e trabajo diario, da igual que seas hombre o mujer, la forma de hacer tu trabajo es lo que cuenta», advierte la comisaria. El Cuerpo Nacional de Policía, CNP, celebra en 2019 los cuarenta años de la incorporación de la mujer. «Cuando me incorporé mis hermanas me apoyaron, pero a mi madre le costó mucho asimilarlo porque lo veía como una profesión para hombres. Esa idea la ha cambiado por completo hoy por hoy». Layla tampoco se ha visto nunca en inferioridad de condiciones respecto a sus compañeros. «Cuando hay que dar una instrucción o una orden da igual que seas mujer u hombre, se trata de hacer bien tu trabajo y punto». Las dos consideran que hay un marco legislativo muy desarrollado para que ninguna mujer sufra discriminación en su puesto de trabajo, quizá sólo quede luchar por su cumplimiento «en algunos ámbitos». El 8M les tocará estar al otro lado de la manifestación, controlando el despliegue policial.

  1. «Fuera de las diferencias biológicas, somos iguales»

    Ramón L. Pérez

    Inmaculada García Montes (Granada, 1957) es jefa de servicio y directora de la Unidad de Gestión Clínica de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada. Desde 2008 lleva el timón de esta unidad, que está compuesta por alrededor de 150 profesionales. Su equipo es multidisciplinar y está integrado por médicos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas, técnicos ortoprotésicos, maestros para estimulación cognitiva, enfermeros, auxiliares de enfermería, celadores y personal administrativo. Afable y correcta en el trato, resalta orgullosa que la suya es una especialidad «predominantemente femenina». De hecho, entre los años 2008 y 2012, en los que ella fue presidenta de la Sociedad Española de Medicina Física y Rehabilitación, un 68% de estos especialistas eran mujeres. «El hecho de tener que reivindicar que ser mujer es tan bueno como el hombre creo que nos hace diferentes, y lo que queremos es buscar la igualdad», manifiesta García Montes, que dice no considerarse feminista y que opina que «la igualdad entre hombres y mujeres pasa por no ser machista ni feminista». En este punto, recuerda que un hombre nunca ha tenido que reivindicar, por ejemplo, ser «un hombre ingeniero», sino que simplemente se ha identificado como «ingeniero». En su caso, ve el 8M como «un día más de trabajo» para atender a sus pacientes. No hará huelga. Tiene reunión a primera hora con su equipo para organizar la mañana. Esta jefa de servicio asegura que nunca se ha encontrado obstáculo alguno en su carrera profesional por ser mujer. Sólo le han puesto «las barreras que se necesitan para conseguir llegar lejos dentro de una profesión» como puede ser la suya u otras muchas que requieren, como resalta, de esfuerzo, constancia, preparación, saber estar y saber tratar a las personas... «Porque dentro de la Medicina para mí es muy importante tener una sensibilidad especial en algunos momentos». García Montes nació en la calle Horno de Haza. Estudió en Granada y aquí hizo el MIR. Era la tercera de cinco hermanos y «la mayor de las hembras». Un día le dijo a su padre que quería estudiar Medicina. Su progenitor sólo le advirtió de que había elegido la carrera más larga. Ella respondió que no le importaba, que no tenía prisa. Y así, con estudio y tenacidad, llegó con éxito a su meta. Antes de volver a Granada para quedarse, pasó bastantes años en Almería. Allí, en el Hospital Torrecárdenas, estuvo desde 1986 hasta 2008. Lo que más le gusta de su trabajo es «la relación con el paciente», que puede ser desde una persona operada de una prótesis de rodilla hasta un bebé con parálisis cerebral o un joven parapléjico. «Tratamos las mayores discapacidades que pueden existir hoy en día en la sanidad; es la especialidad que lucha contra la discapacidad». Resalta que entre las mujeres y los hombres «hay diferencias muy notables biológicas, que es maravilloso que existan» y esas diferencias muchas veces nos marcan el tener diferentes aptitudes, que condicionan, por ejemplo, las marcas en el deporte. «Pero fuera de esas diferencias biológicas –recalca– considero que somos iguales, por supuesto».

  1. «Aunque estés al mando estás en permanente examen»

    Noelia Jiménez García

    La subinspectora Elena Ortiz es jefa de la Policía Local de Loja desde hace 16 años. Entonces fue la primera mujer de la provincia en situarse al frente de una jefatura policial y de las primeras de Andalucía y España. Pero, pese a que ahora recuerda aquellos primeros días como «momentos de dificultades», sigue pensando que, aunque esté al mando, está en continuo examen». «Llevo casi 28 años en el cuerpo y, aunque la forma de ver a la mujer en las fuerzas de seguridad ha cambiado mucho, aún tenemos mucho por recorrer», dice Ortiz, consciente de que todavía hay pocas opositoras a la Policía y bastante menos agentes mujeres que hombres. Como mujer «comprometida con la igualdad», siempre ha impregnado de ello su forma de coordinar el trabajo. «En Loja hay cuatro mujeres de 33 personas a mis órdenes y realizan exactamente las misma funciones que ellos. En otras plantillas, las mujeres quedan a veces relegadas a tareas administrativas», explica. Asegura que ha vivido más actitudes machistas entre la ciudadanía que entre sus compañeros. «Te encuentras con tópicos cada día; hay gente a la que se la cambia la cara cuando buscan al jefe de Policía y ven que soy mujer, aunque en la puerta ponga jefa», comenta con sentido del humor, acostumbrada a que no pocas veces haya personas que se dirigen a otro compañero en vez de a ella . «Me ha pasado de todo. Recuerdo un vecino que dudó que fuera capaz de desempotrar el coche que él había estrellado», cuenta, al tiempo que habla de cómo le han mandado a «fregar platos» ciudadanos que tenían tan poco sentido de la igualdad como ingenio para intentar agraviarle. Fue la primera de su promoción cuando entró en el cuerpo y entonces ya se sintió 'examinada', incluso después de aprobar. «Había que demostrar cada día que estábamos igual de capacitadas», argumenta. Pero de 2003, cuando opositaba para la plaza de Subinspección, también guarda otra de esas 'anécdotas' machistas. «Un opositor me preguntó si era la única mujer y, al decirle que sí, se dirigió al resto y les gritó '¡Chicos, esto está abierto!'», describe. Por encima de esos momentos, Elena Ortiz asegura que lo más difícil es trabajar con casos de violencia de género y violencia sexual, una realidad en la que, afirma, ha vivido situaciones complicadas, sobre todo cuando ha habido quien ha cuestionado el relato de la víctima. «Es difícil; las mujeres empatizamos más con ellas y te llega a afectar», relata, aún sintiéndose más que «satisfecha» de ayudar a mujeres –y sus hijos– contra esta lacra, «que es la expresión máxima de la desigualdad», concluye.

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