Mística territorial
¿El modelo autonómico está agotado? Pues según: para los independentistas nació agotado, con un paso transitorio, por lo que su opinión no debería ser la vara de medir
MANUEL MONTERO
Viernes, 15 de junio 2018, 02:39
El final de la moción de censura tuvo un desenlace inesperado: un Gobierno con perfil competente, toda una novedad tras unos quince años con gabinetes ... cuya composición requería que los hermeneutas consolasen a la ciudadanía.
Luego venían las gestas pintorescas. Lo mismo hablaban de brotes verdes y acercamientos planetarios que agradecían a la Virgen del Rocío su ayuda para salir de la crisis o ponían medallas a personalidades celestiales. Todo respetable, pero chocante. Producían la sensación de que navegábamos al azar. Como novedad saludable, este gobierno tiene gente con experiencia probada y, en principio, con los pies en el suelo.
Poco dura la felicidad en casa del pobre, ahora se ve. A la semana, tracatrá, baja de un ministro. La confianza en que el destino se haya apiadado de nosotros se resquebraja. Y eso, por no citar las asociaciones místicas: dimite Zidane y cae Rajoy, cesan a Lopetegui y un ministro menos. Si Valverde no aguanta o Sergio Ramos e Iniesta se lesionan, nos quedamos sin gobierno.
Además, revolotean algunos conceptos preocupantes. De las primeras declaraciones se deduce que piensan en cambiar la configuración territorial de España para contentar al independentismo. Estas tácticas apaciguadoras, cambiarlo todo para satisfacer al rupturista, no le calman a este -de voracidad insaciable- sino expanden el problema.
Aunque desasosiegue, lo de menos es que, en el Parlamento, la ministra del ramo votase en 2013 a favor del derecho a decidir, pues el engendro no figura en el programa gubernamental.
Sorprende más la consideración ministerial según la cual «el pacto territorial de 1978 está agotado». Dejando a un lado la manía de decir 78 en vez de Constitución, la afirmación contiene un error de calado. En 1978 no hubo ningún pacto territorial, expresión que sugiere, cuando menos, que las distintas comunidades -territorios- se pusieron de acuerdo en un modelo organizativo. No hubo nada de eso, entre otras razones porque los territorios no tenían por entonces ningún reconocimiento político y ni siquiera estaba claro qué mapa autonómico resultaría. Lo que hubo fue un acuerdo constitucional en el que se incluyó el diseño de las autonomías. Pero llamar a eso «pacto territorial» es inexacto y puede llevar a malentendidos serios.
¿El modelo autonómico está agotado? Pues según: para los independentistas nació agotado, con un paso transitorio, por lo que su opinión no debería ser la vara de medir. Eso sí, actualmente presenta serios desajustes que convendría arreglar, pero no mediante un pacto territorial sino con normales acuerdos políticos.
Bajo estos planteamientos subyace la idea de que todo se arreglará por la vía de robustecer los reinos de taifas, imaginando gratuitamente que la tribalización apaciguaría al independentista. Además, no está nada claro que los desajustes vengan de competencias autonómicas insuficientes. Más bien, arrancan de la duplicación de competencias y de la gestación de las autonomías al modo de estaditos, por lo que la exigencia de más de lo mismo quizás no levante entusiasmos ciudadanos.
¿Vale transformar el estado autonómico en estado federal? Pues a lo mejor, si se entiende como racionalización del sistema. Presenta un serio problema: está generalizada la idea de que federalizar es fragmentar la soberanía. Mientras no se deshaga el equívoco resulta una vía azarosa: mística. No contribuye a clarificar el panorama que entremezclen federal con los esquemas bolivarianos de nación plurinacional.
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