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Oda al metro

Es mi metro, es capaz de caminar sobre las aguas como ha demostrado esta semana abriendo un horizonte prometedor de viajes transoceánicos, y lo defenderé con mi vida si es necesario. Bueno, ahí igual me he colado un poco

Manuel Pedreira

Granada

Sábado, 22 de septiembre 2018, 03:19

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Un año y ya se nos han olvidado las fatiguitas que costó. Todavía cierro los ojos y veo el Camino de Ronda convertido en Sarajevo ... en 1993. Sólo le faltaban los francotiradores. La etiquetada en su día como la calle más fea de Europa haciendo honor por fin a esa injusta denominación. La tuneladora faenando bajo tierra y sobre la superficie, unos taladros verticales con brocas del doscientos ochenta. Y vallas. Kilómetros de vallas que cada día crecían y se hacían más (es)tupidas, más impenetrables, más imposibles para el peatón que quisiera cruzar de un lado a otro de la calle. Los rodeos para cambiar de acera resultaban tan largos e inciertos que mucha gente se rindió y acabó desistiendo de hacerlo. Hubo familias que dejaron de hablarse y sorprendentemente en esto no tuvo nada que ver Puigdemont. Cada acera empezó a desarrollar vida independiente. Celebraba sus fiestas en fechas distintas y se desató un incipiente nacionalismo de números pares e impares felizmente sofocado. Las amas de casa se abrazaban a las vecinas cuando el azar las juntaba entre los cascotes y conozco a un hombre que salió a por tabaco y cuando por fin creyó haber llegado a su manzana, se dio cuenta horrorizado de que todas los rótulos y letreros estaban en alemán. Cuántas vidas y cuántos negocios echados por la borda como si de una pirámide egipcia se tratara.

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