Los mayores del Zaidín donan su hucha al barrio
El centro de participación activa usa sus ahorros para comprar comida para el banco de alimentos del Zaidín, que desde la crisis de la Covid-19 ha tenido que aumentar sus repartos un 46%
Sergio González Hueso
Granada
Miércoles, 3 de junio 2020, 01:00
Ahí va Pepe con su sombrero y polo azul. Le siguen Félix y también su junta de gobierno. Recorren los pasillos del supermercado Mas de ... su barrio algo desordenados, pero con la ayuda de Nieves, la encargada del establecimiento, rápidamente encuentran lo que buscan: el azúcar. Echan uno, dos, tres y hasta 700 paquetes en un carro que va a acabar hasta arriba de alimentos y solidaridad; de harina y humanidad; de habichuelas y comunidad.
Son todos jubilados pero están currando de lo lindo por una buena causa: ayudar a los que peor lo están pasando en esta crisis sanitaria cuyas consecuencias económicas apenas han empezado a aflorar. Un día de estos de mucha tele y poco salir, a Pepe Yáñez, presidente del centro de participación activa de mayores del Zaidín, se le encendió la bombilla. Los ERTE, el paro, el cierre de los negocios... había que hacer algo. «Me puse en contacto con mi directiva y le dimos vueltas pensando en qué podíamos contribuir, porque en el barrio ya empezaba a ponerse la cosa muy mal. Así que pensamos en invertir todo lo que teníamos guardado en la caja para donárselo al Carazv», señala.
Precisamente fue él quien fundó el Carazv, que son las siglas que resumen en una sentada lo que no es otra cosa que el Centro de aprovisionamiento y redistribución de alimentos del barrio de Zaidín-Vergeles. Una suerte de banco de alimentos que nació en la anterior crisis económica. Una mujer se le plantó en la asociación de vecinos cuando él era vicepresidente y le contó que no podía más, que tenía siete hijos y que no sabía cómo iba a seguir alimentándolos.
Entonces este vecino se puso a llamar a puertas y enseguida la gente comenzó a donar alimentos de tal forma que se tuvo hasta que alquilar un local para guardarlos. Han pasado ya unos años de aquello. Hoy el Carazv se ha convertido en un recurso social del barrio y para el barrio y que sigue activo gracias al denuedo de un grupo de voluntarios, que son vecinos jubilados, y de las ayudas de la Unión Europea, Merca Granada o el Ayuntamiento. El problema es que hoy las estanterías están cada vez más vacías, por lo que últimamente no están muy conformes con la ayuda que están prestando las administraciones. Con la crisis y todo lo que ha traído consigo la pandemia, la demanda de alimentos en el Zaidín está creciendo a un ritmo que pronto no podrán abordar sin más ayuda de la que disponen ahora.
Félix Romero es el actual responsable del Carazv. Cuenta que por culpa de la esta situación que atosiga a todo el país, cada vez son más las personas que solicitan ayuda. «En los últimos dos meses hemos pasado de atender a 466 familias a un total de 893. Y cada día van aumentando los datos», apunta en mitad del supermercado, desde donde le pide más implicación al Ayuntamiento. No es ya tener fondos, es pagar gastos como el alquiler del local, las facturas de suministro o de transporte. «Es que si no nos echan una mano tendremos que cerrar», apostilla por su parte el presidente de la asociación de vecinos del Zaidín, Antonio Ruiz.
La donación
Mientras llegan o no las aportaciones importantes, los mayores del barrio con los 1.000 euros que tenían preguntaron a la gente del Carazv qué alimentos les hacían falta a día de hoy. La lista que les pasaron quedó así: 700 paquetes de harina, 600 de azúcar, 370 botes de habichuelas, papel de cocina y bolsas de basura.
Y en eso están, comprando en un supermercado que se encargará después de transportar todo a la sede del banco del barrio, que está a un paseo de apenas tres minutos. En total son media docena de hombres jubilados, todos ataviados con guantes y mascarillas. Están libres de virus y tienen una vitalidad a prueba de bombas a pesar de la edad. Ya han decidido consagrar el presente a su familia y a los que peor lo están pasando en su barrio, pero también fuera de él.
Pepe Yáñez explica que la idea que tienen, además de gastar sus ahorros en ayudar al Zaidín, es renunciar también al dinero municipal que les correspondía este año como asociación. Se lo donan al Ayuntamiento siempre y cuando lo destine al área de Derechos Sociales. No es una cantidad grande, unos 2.000 euros, pero es lo que tienen para fiestas, viajes o llevar a cabo las actividades que hacen a lo largo del ejercicio.
Lo que importa es el gesto, pues persiguen que sirva como ejemplo estimulante para que el resto de asociaciones haga lo mismo y se pueda contar con más recursos para ayudar a los vecinos que peor lo están pasando. «Esto nos supera a todos, y no es cuestión de Granada, también está pasando en Madrid, Valencia o en cualquier sitio, por lo que ahora tenemos que aportar todos lo poquito que podamos para que nadie pase hambre», cuenta Pepe en el interior de la sede del Carazv. Allí ha llegado desde el supermercado.
En estos momentos hay muchas estanterías vacías. Y la gente sigue yendo cada semana a recoger los paquetes que les han preparado estos voluntarios, que explican que los casos que atienden son los que les deriva el área de Derechos Sociales del Ayuntamiento. De momento tienen para aguantar hasta el mes de julio. El problema es que la incertidumbre es muy grande, por lo que dan la voz de alarma para que gestos como los de los mayores del barrio no sean una gota en el agua.
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