La 'manzana' podrida del barrio granadino de Santa Adela
Seis bloques de casi 60 años de antigüedad se hallan hoy en día 'olvidados' por la Administración después de que esta los apartara de los planes de reforma que se están ejecutando
Sergio González Hueso
Granada
Miércoles, 30 de diciembre 2020, 11:57
En el 64, 66 o 68; qué más da. Isabel y Miguel no te dicen a la primera el año en el que se casaron ... pero sí recuerdan bien su boda. Fue concurrida, divertida, pero lo mejor es que pudieron celebrarla en el patio de luces de su propio bloque. De aquel día soleado del mes de agosto ya solo quedan fotografías y la memoria de un tiempo que no volverá. Ni siquiera hay rastro ya de ese patio por el que los niños se deslizaban con ayuda del agua y jabón que les tiraban las vecinas desde las ventanas. Y no es porque lo haya derrumbado el paso inapelable de los años. El lugar sigue ahí pero ha envejecido de manera tan dramática que está completamente irreconocible.
«Esto era un primor y hoy no me explico cómo no se ha caído todavía», explica Isabel desde el mismo sitio en el que se crió, se casó y ahora vive junto a su marido con miedo a la «suciedad», las «ratas» o la «humedad» que acumula un bloque que está «para echarlo abajo», dice con pena. Su marido le escucha mientras ella habla. Últimamente está regular de la cadera. Se acaba de operar y es por eso que mira el patio desde las alturas de su balconcito. Desde allí lamenta la deriva de unas casas que en su época eran la envidia del barrio de Santa Adela del Zaidín. «Hemos hablado con una pila de políticos para avisarles de cómo está esto y vienen cada año a verlo, pero luego: 'que si quieres arroz, Catalina'», resume este hombre con ironía desde su piso, que no es más que uno de los muchos que se encuentran en una manzana del Zaidín completamente en fuera de juego desde hace más de 15 años.
El enfado de Nieto
María del Carmen Ariza es la vocal de la asociación de vecinos de Santa Adela. Explica que actualmente hay dos áreas en el barrio que se han quedado sin planes para prosperar. Se denominan Jarama y Cataluña. Es sobre todo esta última la que peor perspectivas de futuro tiene si nadie le mete mano pronto. La portavoz vecinal cuenta que estos bloques, seis en el caso del Cataluña, estaban dentro del plan de rehabilitación urbanística de Santa Adela, pero parecen haberse sacado sin más razón que un enfado inoportuno.
«El plan urbanístico consistía en tirar bloques viejos para luego construir, pero también en rehabilitar aquellos que se encontraban mejor. Este era el caso de estas dos manzanas», explica Carmen Ariza. La vecina señala que estaba previsto por parte del Ayuntamiento que las obras de reforma comenzasen en 2004, pero el entonces alcalde, José Torres Hurtado (PP), cambió de planes tras convencerse de su mal estado y decidió tirarlas. «Entonces al proyecto le salieron muchas alegaciones por parte nuestra. Quizás ahora miradas con perspectiva puede ser que fueran demasiado exigentes. Lo que pasó de todas formas es que la entonces concejala de Urbanismo, Isabel Nieto, se enfadó y les dio prioridad a otras fases», cuenta esta mujer.
Así fue. Desde el 2008 se han ejecutado ya tres (la última está a medias) del plan de rehabilitación de Santa Adela. Se han construido en total siete bloques y se ha realojado a cientos de familias tras más de una década casi ininterrumpida de intervenciones. En el horizonte solo se contempla construir el último de los edificios de la tercera fase y alguna que otra etapa más en la que llegarían al barrio un edificio de viviendas de protección oficial y otros equipamientos como zonas verdes, por ejemplo.
Lo que denuncian los vecinos es que ya nadie habla de sus casas. Eran casi las primeras del plan pero ahora están llenas de humedades y daños estructurales. Isabel explica que los antiguos propietarios se han ido muriendo o han transferido sus hogares. En su bloque, de cuatro portales, solo hay media docena de dueños de toda la vida. El resto, o están vacías y abandonadas o se han alquilado a personas con pocos recursos (en su mayoría inmigrantes) quienes no se responsabilizan de las obligaciones que se derivan de pertenecer a la comunidad.
Los viejos residentes solo invierten en el interior de sus casas, y no mucho, pues en teoría estas siguen en el marco del plan de rehabilitación interadministrativa. Por lo tanto las zonas comunes como patios, fachadas o cubiertas están muy degradados en casi todos los edificios. Sin ir más lejos en el de Isabel y su marido hay tantas humedades que no dejan casi vivir a su vecina María, que con 92 años y a pesar de haber arreglado su bajo «mil veces», ahí está sentada en su sofá custodiada por paredes llenas de manchas y desconchones.
En el patio hay ratas por la suciedad y tantas palomas que pican los cables de la luz y tienen todo lleno de excrementos. El suelo está levantado y por los tejados asoma ya vegetación. «Se me caen las lágrimas cuando pienso en cómo está», se sincera Isabel, quien ya hace demasiado tiempo que no pisa el patio en el que se casó sin morirse de pena.
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