Magos de las 88 teclas que a veces tienen que cargar con 500 kilos
Musical Leonés ·
. José María lleva 57 años dedicándose a poner a punto instrumentos para conciertos –más de 150 al año sólo en Granada– y también para particularesPara José María Leonés, responsable de la empresa que lleva el nombre de su padre y el suyo propio, cada día puede ser una aventura. ... Concretamente, IDEAL sigue a este profesional granadino y a su equipo en uno de esos días 'completitos': el que, en el marco del Festival Internacional de Música y Danza, incluyó nada menos que cuatro conciertos de piano a cargo del francés Pierre Laurent Aimard, en ubicaciones como el Carmen de la Fundación Rodríguez Acosta, el Carmen de los Mártires, el Parador de Turismo y el Patio de los Arrayanes. A ello hubo que añadir otro más para la Orquesta Joven de Andalucía en el Palacio de Carlos V, y otros asuntos varios.
La jornada comienza a las siete de la mañana. A esa hora se prepara el primero de los pianos del ciclo que se va a desarrollar durante el día. Se colocó en el Patio de Venus del Carmen de la Fundación Rodríguez Acosta durante la tarde anterior. De todos es sabido que el carmen tiene una estructura particular, con múltiples recovecos, escaleras y pasillos estrechos. Para llegar al patio es preciso, por ello, salvar un tramo de escaleras soportando el piano a pulso, porque no se puede usar el robot que ayuda al transporte. José María Leonés cuenta la historia de ese artilugio. «Lo inventó una universidad española y nadie le compró la patente. Llegaron unos italianos más listos y se hicieron de oro. Yo compré el prototipo. Primero se utilizó para mover cajas fuertes, pero luego descubrieron que era idóneo para mover pianos, y le pusieron por nombre Pianoplan», comenta entre risas.
Lo cierto es que gracias a dicho robot se pueden salvar, en la mayoría de los casos, obstáculos que hacen preguntarse a los profanos cómo es posible que un piano se coloque en un determinado sitio. En este sentido, Leonés recuerda un concierto de Wim Mertens en Salobreña, en el que sudaron tinta para poder hacer llegar el piano al patio del castillo, donde tendría lugar la actuación.
«En el mundo de la afinación y el mantenimiento de pianos, en una jornada como esta, la única receta posible es la planificación. Programa, programa, programa, como decía el clásico», dice. Se juega con tres instrumentos distintos: uno de gran cola –2,74 metros, 550 kilos de peso–, que mientras se desarrolla la actuación en la Fundación Rodríguez-Acosta se está instalando en el Carmen de los Mártires, el de tres cuartos –en torno a 2,13 metros, sobre 500 kilos– donde se toca se trasladará luego al Parador, donde tendrá lugar la primera actuación de la tarde, y uno más pequeño, el colín o de media cola –1,80 metros de largo, 350 kilos–.
Casi seres vivos
Los pianos son casi seres vivos, realizados con materias, como la madera o la lana de oveja merina española, que están vivas, y precisan aclimatación al espacio donde se usan. No es lo mismo un patio abierto, como el de la Rodríguez-Acosta, que un espacio cerrado, como los Mártires. «La tabla armónica es una membrana finísima de madera, a la que el termómetro o la humedad relativa afectan muchísimo», señala. En concreto, la humedad puede hacer que se hinche esta tabla y la frecuencia pueda subir un hercio, algo que el oyente, obviamente, nota.
El trabajo de un afinador y mantenedor de pianos nunca falta, pero hay temporadas altas. «El año pasado, sólo en el Festival, hice 45 afinaciones, y a lo largo del año, es fácil que se supere, sólo en Granada, el número de 150 conciertos donde participe el piano, y por tanto, deba estar a punto», asegura. «Subo al Auditorio Falla tanto que alguna vez he bromeado con la idea de quedarme a vivir allí», añade. Las marcas con las que habitualmente trabaja son Yamaha –el de la Fundación Rodríguez Acosta es de esta marca, artesanal, y su precio supera los 90.000 euros– o Steinway, «porque son los que piden los artistas. Yamaha es mejor para exteriores, y Steinway encarna la tradición de una marca centenaria». Además de las condiciones atmosféricas, nada afecta más a un piano que un transporte en el que falte el cuidado. Es importante que el piano no sufra vibraciones, y hacer el traslado con la mínima antelación posible.
«Un piano es como un niño pequeño. Si lo limpias bien, le pones su tapita y le besas, suena mejor», dice con humor
La mayor parte del trabajo de afinación se hace con mucha antelación. Afinar un piano desde cero precisa varias horas de dedicación diaria durante muchos días. «Un piano es como un niño pequeño. Si lo limpias bien, le pones su tapita, e incluso le das un besito, suena mejor», dice José María Leonés con una carcajada. A veces, se juega con la premura de tiempo, en espacios como Arrayanes. «A las siete hay visitas aún, y a las ocho tiene que estar montado el escenario con el piano listo, porque el solista, normalmente, quiere ensayar bastante», comenta.
A veces ha tenido que soportar los caprichos de algunos managers de artistas de cuyo nombre no quiere acordarse –raramente de los propios artistas– y entiende que la relación con estos últimos debe ser de absoluta confianza. «Ellos se ponen en tus manos, y no les puedes defraudar», destaca. Leonés lleva 57 años afinando, desde que comenzara ayudando a su padre con apenas 11. Comenzó tan joven que algunos pianistas pensaban que les habían tomado el pelo cuando el niño entraba por la puerta. Hasta que le veían trabajar. Entonces, y ahora, su pericia continúa siendo admirada.
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