La madrugada en la Zona Norte de Granada horas antes de un tiroteo
IDEAL se sube al coche patrulla de la Policía Local. Nada más acabar la guardia, un tiroteo sobresalta a la Zona Norte
VIENE DE: Botellones, peleas y drogas: una noche de patrulla con la Policía Local
Es una noche normal de verano para la patrulla Dauro de ... la Policía Local. Sobre las cuatro de la madrugada, y siempre que la noche lo permita, la unidad suele ir a comprar tortas «recién hechas» a una panadería de la Chana. Es miércoles, pleno verano, y ante la presencia del equipo de IDEAL hacen una excepción aunque la madrugada transcurre «tranquila», y el Policía Local que conduce la furgoneta pone rumbo a la Zona Norte.
¿Qué hay en Almanjáyar a las cuatro de la mañana en el ecuador del verano? Muchas luces. Luces encendidas en todos los bloques. Pisos desvelados.
El recorrido empieza bajo un cable en el que cuelga una docena de pares de zapatillas. Y cuenta uno de los agentes que no es una leyenda urbana: el calzado suspenso de cables indica puntos de compraventa de droga. No obstante, la calle Cándido García Ortiz, perpendicular a Sor Barranco, está completamente desierta, salvo por una rata que corretea por delante de las ruedas.
Sí se percibe la actividad en el interior de las viviendas. Un portal emana luz entre dos muros de piedra en un edificio rodeado de basura. La estampa del inmueble conocido como 'hotel Luz', en Henríquez de Jorquera, es tétrica entre las sombras de la madrugada. Es un espacio podrido en el abandono de las administraciones. El exalcalde Torres Hurtado llegó a comprometerse a dar nueva vida al edificio, pero nada se supo.
A la vuelta de la esquina, un coche con las luces encendidas en mitad de la calle alarma a la Policía. Hay una premisa: el que ronda el amanecer y se 'asusta' al ver a los agentes no esconde nada bueno... El vehículo se aparta y permite ver frente a uno de los portales a un grupo de unas diez personas que –parece– juegan a las cartas junto a coches de alta gama.
Tras dar un par de vueltas por la manzana, la furgoneta se dirige hacia Molino Nuevo. Por esta zona han decomisado varias piscinas que ocupaban la vía pública en las últimas semanas. De camino a la calle encuentran dos vehículos arrancados y en paralelo. Los ocupantes hablan a través de las ventanillas.
Un vehículo diseñado para la acción
El furgón está preparado para atender casi cualquier incidencia. Es un vehículo alto en el que se puede ir de pie y tiene capacidad para nueve personas. A pesar del tamaño, logra desenvolverse por las intrincadas calles de Granada. En él portan de casi todo lo que se puede necesitar en una noche de guardia. Llevan chalecos antibalas, siempre a mano por si se presenta alguna situación complicada. También linternas, cascos y escudos de contención. Algunos de ellos son antibalas. Otros están diseñados para detener a la multitud. También los hay redondeados, para 'abrazar' y reducir. Portan megáfonos y detectores de metales. También arietes y cizallas para abrir puertas. Todo ello –y mucho más– se une al material necesario para montar controles de tráfico:desde señales de disminución de velocidad hasta pequeños resaltes, pasando por pinchos que pueden lanzar en el caso de que prevean que un coche va a huir. El turno de noche comienza a las diez y finaliza a las siete de la madrugada. «No lo llevamos mal», aseguran. La madrugada es intensa, pero están acostumbrados.
Cuando la Policía se sitúa detrás de ellos –con las luces azules apagadas– cada uno toma una dirección. La furgoneta sigue a uno de los coches, que acelera más y más. Y más. Y llega a Molino Nuevo, donde el agente da un par de ráfagas con las luces largas y el vehículo se detiene.
Son dos jóvenes que dicen haber salido de trabajar. El conductor argumenta que acaba de estar con su novia en una plaza, pero no sabe especificar en cuál. Salen del coche y los agentes los cachean: están casi seguros de que han ido al barrio a comprar droga. Están nerviosos. Abren la guantera, el maletero, levantan la alfombra que cubre la rueda de repuesto, comprueban los asientos y... no encuentran nada.
Nada de droga. Porque lo que sí localizan es un objeto peculiar. A modo de llavero, uno de ellos tiene una bala que se destapa y deja al descubierto una aguja de tamaño imponente. No es una navaja, desde luego, pero es más que un alfiler de costura. Uno de los agentes explica que no puede ir con eso por la calle. La justificación de los hombres, para la Policía, es poco creíble. Dicen que la llevan para pinchar el papel de aluminio que se coloca bajo el carbón en las cachimbas...
El objeto queda decomisado. Una más de las incautaciones de la noche, que quedan cuidadosamente guardadas en unas bolsas de plástico con el sello del Ayuntamiento de Granada. La marihuana localizada en las escalerillas de Hacienda, la 'china' de hachís de la primera visita a La Chana, algún objeto localizado en la casa okupa... Todo menos el alcohol, que suelen derramar por las alcantarillas antes de tirar las botellas a las papeleras.
En el camino de vuelta hacia la Huerta del Rasillo hacen balance de la noche. Un problema informático ha impedido identificar a los dos hombres que portaban droga en Santa Bárbara. Por lo demás, una madrugada –insisten– «muy tranquila». Para el profano, el ritmo es agotador. ¿Cómo será la guardia de un fin de semana con la capital a rebosar? Junto a la comisaría ya no suenan ni los grillos.
Epílogo: a tiros
Sin embargo, en la Zona Norte, en una de las calles por las que pasó el equipo policial se cuece un suceso. «Tirotean desde un coche a los ocupantes de otro vehículo junto al centro de salud de Almanjáyar», tituló IDEAL al día siguiente. Ocurrió cinco minutos después de las ocho de la mañana. Huyeron los dos encapuchados que, según los testigos, dispararon al coche. Al parecer, en el tiroteo se vio envuelto un tercer vehículo sin matrícula delantera. No hubo heridos ni detenidos, pero la Policía Nacional abrió una investigación para esclarecer lo ocurrido. No hay novedades en el caso.
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