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«Mi hija se está muriendo poco a poco y no la atienden. No hacen nada por evitar que muera. ¿Saben lo duro ... que es para una madre vivir esto?». Patricia lleva ocho años batallando junto a su hija por superar la enfermedad que cambió para siempre la vida de su primogénita a la corta edad de 13 años: la anorexia. Ahora, con 21, su peso no supera los 32 kilos.
Ya no pueden ni contar las veces que han salido y entrado de urgencias, ni las ocasiones en las que su hija ha sido ingresada. Por decenas se cuentan las puertas a las que han llamado para que el final de su hija no lo escriba ese trastorno de la alimentación que afecta a un 5% de la población femenina española, según la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia –solo han calculado los datos de mujeres porque representan 9 de cada 10 casos–.
Pero hay puertas que se abren con más facilidad que otras. Según denuncia esta madre y plasma en la petición de recogida de firmas que ha registrado en la plataforma Change.org, la sanidad pública no está preparada para tratar estos problemas, pues «carece de un tratamiento multidisciplinar para atajarlos». «No hay ningún protocolo de tratamiento ni ingreso. Hay protocolos de actuación pero que no se desarrollan porque no hay unidades especializadas en la sanidad pública andaluza», comenta.
Desde los 13 años, su hija ha pasado por nutricionistas, especialistas en salud mental, endocrinos, y un largo etcétera de profesionales de distintas ramas, pero cada uno de ellos le ha dado una solución parcial a sus problemas. «No vale únicamente con un endocrino, porque esto se aleja de sus competencias y no saben cómo actuar completamente. Este es un problema psiquiátrico pero que necesita que distintos profesionales especializados en el ámbito aúnen fuerzas», declara Patricia.
La única vía que se abre para los padres de niños y jóvenes con este tipo de trastornos, según cuenta Patricia, es el de acudir a instituciones privadas o asociaciones que, mediante el pago de una «gran cantidad de dinero al mes», ponen a su disposición a los profesionales necesarios para el tratamiento. «En mi casa la única nómina que entra es la mía porque somos una familia monoparental y además tengo otro niño más pequeño. He tenido que endeudarme para salvar a mi hija, pero aún así no ha servido: sigue sin mejorar». Al final, ha tenido que acudir a hospitales situados fuera de Andalucía para que traten a su primogénita.
Tantos baches en el camino han hecho que las reclamaciones y quejas en todas las instituciones sean innumerables. La última iniciativa que ha llevado a cabo ha sido inscribir una petición en Change.org para reclamar mayor concienciación y un tratamiento especializado en la sanidad pública. Ya ha conseguido más de 12.000 firmas: «La foto que acompaña la petición –y que encabeza esta información– es de mi hija. Es muy duro verla así y compartirla con el mundo, pero estamos dispuestas a hacer lo que sea para que se visibilice y se cambie tanta injusticia», explica Patricia.
Desde la asociación Adaner y su Unidad Multidisciplinar de la Conducta Alimentaria (ELCA) explican que los recursos en la sanidad pública son limitados con este tipo de trastornos y que faltan unidades especializadas «como nosotros querríamos» y por las que llevan luchando años. «Muchas familias llegan desesperadas porque hay niños que salen de los tratamientos igual o peor porque no les sirve los ingresos. Necesitan unas terapias específicas, continuos y con distintos profesionales que no existen a día de hoy en la seguridad social y creemos que en un futuro próximo tampoco estará porque son tratamientos caros y tiene deficiencias básicas». Por ello, la mayoría de los pacientes acaba acudiendo a centros privados o asociaciones como la suya.
«Vamos a seguir luchando. Moviéndonos lo que haga falta y llamando a las puertas que sean necesarias. No me pienso cansar de luchar por mi hija». Patricia ha conseguido ya más de 12.000 personas se hayan sumado a su causa firmando su petición. Y para ella y su hija, ese es solo el principio: «Solo tengo claro una cosa en esta vida: lo que no voy a dejar, por nada del mundo, es que me la dejen morir sin ayuda».
La delegación de Salud se ha pronunciado sobre esta supuesta falta de recursos para tratar los casos de trastornos alimenticios y asegura que el Virgen de las Nieves dispone desde el 2003 de una Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil para atender a la población menor de 18 años con trastornos mentales. Según explica, se desarrollan una serie de iniciativas, entre ellas el Programa de Trastornos Alimentarios. Al año, esta unidad realiza unas 1.600 consultas. La atención prestada se incluye dentro de una amplia cartera de servicios, de acuerdo a un programa que engloba psicoterapia, talleres de autoimagen y relajación, expresión corporal, orientación familiar, orientación nutricional y comedor terapéutico.
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