Obituario en Granada
Adiós a Rafael Gómez Sánchez, un político honesto y una gran personaLola Arco
Martes, 4 de junio 2024, 11:07
El pasado 26 de mayo despedíamos a un montefrieño, a un maestro, a un amigo, a un político intachable y sobre todo a una gran ... persona, Rafael Gómez Sánchez, o «Falo», como lo conocíamos sus amigos y allegados. Aunque es probable que muchos lo recuerden por su faceta pública, llegó a la política casi por casualidad, como consecuencia de su trabajo e implicación por su pueblo, sin imaginar que dedicaría a este ámbito tantos años de su vida.
Rafael nació en Montefrío en 1949 y con sólo 19 años obtuvo la plaza de maestro. Compaginaba las clases en Guadix con sus estudios de Filología Románica. Su vocación por la docencia le lleva en estos años a enseñar también a sus compañeros del servicio militar y posteriormente en las clases de adultos.
Volcado desde siempre por su pueblo, fue muy activo en su juventud. Su compromiso social le acercó a los movimientos estudiantiles desde su etapa universitaria y a implicarse en el proyecto democratizador. En 1977 se convierte en secretario del PSOE en Montefrío, de cuyo Ayuntamiento es concejal entre los años 1979 y 1987. Desde allí da el salto a la política andaluza, y en las elecciones autonómicas de 1986 es elegido diputado del PSOE por Granada en el Parlamento de Andalucía, revalidando su acta en otros dos comicios y permaneciendo en la Cámara hasta 1996. En estos años tuvo el cargo de vocal en varias comisiones, como la de Política Social, la de Educación y Cultura y la Comisión de Agricultura, Ganadería y Pesca.
Compagina su trabajo como parlamentario con su labor como miembro de la ejecutiva provincial de los socialistas granadinos desde 1983 hasta 1996, en la que tuvo el cargo de Secretario de Organización.
En 1996 comienza su labor como Delegado de la Consejería de Agricultura y Pesca, siendo uno de los delegados con más años
en este cargo. Su gestión se caracterizó siempre por un total compromiso con el medio rural y el apoyo incondicional a los municipios, a las cooperativas y al sector agrario. Si algo comparten todas las personas que coincidieron con él en estos años es su trabajo sin horarios, su honestidad, honradez, compromiso e implicación incansable para conseguir avances y mejoras en el sector.
En 2008 deja la política para volver a su Montefrío y a su plaza como profesor en el Instituto Hiponova de la localidad, donde estaría hasta su jubilación.
Tras concluir su etapa profesional comienza a dedicarse a sus dos pasiones, su pueblo y la filología. Es miembro fundador de la Asociación de Estudios Montefrieños, de cuya revista fue también director desde su creación.
A nivel personal comienza a estudiar el lenguaje montefrieño, y fruto de una larga investigación vio la luz el libro «El Habla de Montefrío» donde recoge el entorno lingüístico del pueblo y un extenso vocabulario de más de 4.000 palabras y expresiones típicas de la localidad. Cuando le sorprendió la enfermedad que acabó con su vida estaba preparando una versión extendida y revisada de este libro y escribiendo una obra de teatro basada en la memoria oral montefrieña.
Su amplia faceta profesional la supo compaginar siempre con su papel de padre, abuelo y marido. En los últimos años la atención a su familia y a sus nietas fue su principal prioridad.
Tanto sus amigos como colaboradores lo recuerdan por su vocación de servicio público, su honestidad, su saber estar en todo momento y su capacidad para dar un paso al lado, cuando fue necesario.
Entre su familia y amigos deja un gran vacío, que merece ser llenado con el legado de ejemplaridad de persona honesta y político con mayúsculas, con vocación de entrega y servicio.
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