«He llegado a hacer nueve guardias al mes en verano y es infernal»
Un residente de tercer año del Hospital Clínico San Cecilio pone el foco en que estas horas no computan para la jubilación
«La residencia es un mal trago que hay que pasar para que cuando seas adjunto tengas mejores condiciones». Así de contundente se muestra Antonio ( ... nombre ficticio), un residente de tercer año del Hospital Universitario Clínico San Cecilio. Los médicos adjuntos son aquellos especialistas que han cumplido su formación y que reciben una remuneración mayor que los que están cursando la residencia. Mientras se llega a ese nivel, las guardias son las que 'salvan' el sueldo, pero el esfuerzo que conlleva es mayúsculo.
Antonio suele hacer de media al mes unas cinco o seis guardias, que permiten que su salario pase de 1.000 euros a unos 2.200. Es decir, las guardias suponen más del doble de su salario base. «Si no las haces se te queda una nómina paupérrima que no te da para vivir. Al final triplicamos las horas trabajadas para conseguir ese 'sobresueldo' que no cuenta para la jubilación pero al que le retienen impuestos, lo cual es contradictorio», critica.
El joven ha llegado a hacer «ocho o nueve» guardias mensuales en verano, debido a que hay que cubrir vacaciones. En esa época nota una alteración «brutal» del ritmo sueño-vigilia que le impide «hacer vida normal». «Es infernal, y cuando te recuperas tienes que volver a hacer otra», asevera.
Influye enormemente también cómo es el trabajo en esas guardias. Depende de la especialidad y del día en concreto, pero en ocasiones no hay tregua. «Los días que me tocó en Semana Santa solo paré para comer y cenar. El 80% del trabajo lo hace el residente», concluye.
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